Lo bueno de las cosas que ocurren en tu imaginación es que pueden traspasar los límites de toda lógica. Gloria Fuertes falleció tres años después de que yo naciera, pero su legado llegó hasta mí y hoy la he citado en el Café de Alba para tomarnos una caña y un bocadillo.
Estoy segura de que represento a un grupo numeroso de adultos cuando le digo a Gloria Fuertes que le debo buena parte de mi afición por la lectura. ‘Gloria Fuertes os cuenta cuentos de animales’, con ilustraciones de María Luisa Torcida, fue uno de los libros a los que más recurrí cuando apenas llegaba al metro y medio de altura. No es su obra más famosa, pero supongo que cualquiera de sus tomos de literatura infantil parece un tesoro en manos de un niño. Al texto le acompañaba un casete, que, aunque menos gastado que el papel, también reproduje en innumerables ocasiones. La inconfundible voz de Gloria Fuertes recitaba sus poemas; quién mejor que ella.
Durante años para mí Gloria Fuertes fue la viejecita entrañable que aparecía en la portada de un libro verde y que hacía rimas pareadas sobre animales con voz áspera. Con el tiempo pude saber que alrededor de su figura hay mucho más. Descubrí su capacidad para contar verdaderas historias con pocas palabras. Los versos en los que se atisbaba crítica, dolor y pena. Sus poemas del suburbio y todo lo que le asustaba.
Conocer más sobre su biografía y su obra significa admirarla más. Pasar una infancia difícil y luego regalar tanto a los pequeños. Para los adultos, tratar temas como la muerte, el desamor, la soledad... a menudo con gracia. El humor como bandera. La poesía casi como un chiste.
En las noches claras,
resuelvo el problema de la soledad del ser.
Invito a la luna y con mi sombra somos tres.
Charlamos sobre los tiempos de ahora. Le enseño las portadas de los periódicos digitales y de todo lo que se habla.
-Eso sí que me asusta.
Me dice. ¿Habría hueco ahora para un verso sobre una pata mete patas y un oso goloso?
No os lo había dicho, pero mi mente también desafía al calendario y, aunque para ustedes, lectores, es viernes, mi encuentro con la poeta sucede un lunes. Es noche de micrófono abierto en el Café de Alba y no hace falta que se lo pida porque aquí todo sale rodado. La voz de Gloria Fuertes resuena por todo el local para cerrar una noche exquisita y viajar en el tiempo 20 años atrás:
Cargada va la Jirafa,
con una buena garrafa.
Viuda triste se ha quedado,
y va a vender al mercado.
(...)
Doña Tortuga y don Oso,
venden queso mantecoso,
quesitos y requesones
-especial para ratones.
La simpática lechuza
vende fresca la merluza.
La Vaca vende morcilla.
Doña Cerda, mantequilla.
Y está vendiendo don Gato
el rico foagrás de pato.
(...)
Y lo mejor del mercado,
es que todo es regalado.
