La Opinión de Murcia

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Mónica López Abellán

Café con Moka

Mónica López Abellán

Siempre fui muy de París

Ernest Hemingway. EFE

Decía Hemingway en su novela póstuma, publicada en diciembre de 1964, sobre sus aventuras y desventuras en la Ciudad de la Luz, que «si tienes la suerte de haber vivido en París cuando joven, luego París te acompañará donde vayas, todo el resto de tu vida». Yo no he nacido en París. Tampoco viví allí de joven, y para eso ya llego tarde. Pero tras visitarla, y sólo en una ocasión, no creo que jamás me abandone.

Esta semana una amiga volaba a París. Aunque no soy una persona envidiosa y me alegro del bien ajeno, he de reconocer que no pude evitar cierta dentera al recibir el mensaje informándonos de su aterrizaje en tierras francesas. Y es que, tal y como le contesté de forma instintiva, yo siempre fui muy de París.

Creo que he comentado alguna vez que con algunas ciudades me sucede que me siento, literalmente, como en casa; no me son extrañas. Esto me ocurre con Madrid, Roma o Granada, por ejemplo. Sin embargo, aunque con la capital de Francia no tengo esta familiaridad, me creo de allí (o eso me gustaría) más que de ninguna otra parte.  

Y es que, en ocasiones, me siento tan parisina como la gárgolas de Notre Dame, los croissants de mantequilla, las cuestas de Montmartre, las boinas ladeadas o los atardeceres a orillas del Sena. No es solo por la abrumadora belleza de cada rincón y cada lugar en el bastión del art nouveau, sino también por la forma de ser y de vivir de su gente. Ese savoir faire, gracieja propia y exquisita para disfrutar de la vida y las cosas.  

Seguramente este ‘saber-hacer’ se remonta a épocas de esplendor, exuberancia y deleite como La Belle Époque, con sus cafés, cabarets y galerías de arte, y los felices o locos años veinte, alejados de cualquier tipo de límite creativo o moral, y en las que la moda fue uno de los catalizadores de todos esos cambios sociales y económicos. Ambiente bohemio, libertino y despreocupado que bien refleja la galardonada, incluso con un Oscar a Mejor Guión Original, Midnight in París’ de Woody Allen.

Sea como fuere, no soy francesa, ni tampoco parisina. C’est la vie! Y por ello tengo que conformarme con poder escapar (o soñar), de vez en cuando (y espero que sea mas a menudo) , a esta ciudad y, oh lá lá!, sorprenderme con cada una de sus maravillas. Porque «París es siempre una buena idea».

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