Opinión | Pasado de rosca

Santa Rita

El juez Matthew Nicklin ha considerado que el rey emérito no puede ser considerado inviolable en aquellas actividades que no tengan que ver directamente con sus funciones de jefe del Estado español. Parece razonable que, como dice el juez, esa inmunidad no le permitiría, por ejemplo, robar un anillo en una joyería impunemente. Así, la demanda civil de Corinna Larsen contra Juan Carlos de Borbón por acoso seguirá su curso en los tribunales londinenses. Sostiene Corinna que el emérito la presionó, bien directamente, bien a través de intermediarios, como el general Félix Sanz Roldán, a la sazón director del CNI, el servicio de inteligencia militar español, para recuperar los cien millones de dólares, regalo del rey Abdullah de Arabia Saudí que Juan Carlos I había puesto sin embargo a nombre de ella. Argumentaba el emérito que el dinero era suyo, mientras que Corinna proclamaba que él se lo había regalado por amor o gratitud u otros nobles sentimientos que don Juan Carlos I le profesaba.

Corinna, residente en Mónaco, había puesto a buen recaudo el regalito en diversas inversiones inmobiliarias con las correspondientes sociedades pantalla en paraísos fiscales y con fideicomisos varios para que las propiedades no figuraran a su nombre. Dice ella que al ser residente en Mónaco puede crear sociedades en donde le venga en gana. No gozaba de igual libertad el emérito, quien en 2012 ¿donó? a Corinna los cien millones de dólares después de que las autoridades suizas le hubieran reclamado que cerrara la cuenta en la que los había ingresado el 8 de octubre de 2008 y que estaba a nombre de la Fundación Lucum, creada por unos presuntos testaferros en Panamá el 31 de julio de ese mismo año. El rey Juan Carlos nunca había declarado a la Hacienda española la donación del rey Abdullah.

A la fiscalía española le suena muy bien eso de la inmunidad y los plazos de prescripción, por lo que nada tiene que temer el padre del rey de la Justicia española. No así de la británica.

Hay dos moralejas que sacar del asunto. Una, que las rupturas de pareja siempre dejan escenas poco edificantes sobre a quién pertenecen el jarroncito de encima de la consola o los cien millones de dólares saudíes. Y dos, que hay que tomar nota de quién se ha quedado con los millones y además puede recibir una cantidad por acuerdo extrajudicial o por sentencia judicial tras demandar por acoso.

¡Lo que es mover bien las piezas en el ajedrez!

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