Pese a los avances de la ciencia y a nuestra creciente sensación de superioridad, el género humano es cada día más consciente de que no se ponen las estrellas en los inmensos dominios de lo que desconocemos. Ni siquiera sabemos si las mariposas tienen claro que su aleteo en China puede generar un huracán en Estados Unidos. El efecto lepidóptero ya era contemplado por los antiguos proverbios, lo que es uno de los ejemplos de que nuestras civilizaciones le deben mucho a quienes han dedicado horas y años a sacar conclusiones de la observación y, sobre todo, del darle vueltas a la cabeza. Ayer, coincidí desayunando en el Mesón con mi amigo Lute Barbero, jefe de la oficina de correos y antiguo compañero de Instituto y de la Facultad de Filosofía y Letras. Si el leve movimiento de una mariposa en una parte remota puede modificar los sucesos en nuestro entorno, puede, tal vez, que nuestra inusual conversación posibilite algún cambio Dios sabe dónde.

Sabéis que en los bares se habla de las cosas más divertidas e interesantes: de fútbol, del Gobierno, de la pandemia, de los inmigrantes, del Mar Menor, de las feministas… pero con eso de que ya nadie habla ‘del Coletas’ resulta que hay un hueco por llenar que es inmenso, como un agujero negro que puede atraer a cualquiera a la conversación más peregrina. Pues a nosotros nos ha dado por hablar, en clave pseudofilosófica, de la inmensidad del universo, la materia, el espacio, el tiempo, la vida, la muerte y hasta de la energía, que ni se crea ni se destruye.

Menudo rollo, diréis, de hecho, he de reconocer que no hemos contagiado a nadie con nuestras disquisiciones, ya que nuestra conversación sólo a nosotros nos apasionaba y no ha suscitado ni el más mínimo comentario ni réplica en los concurrentes. Así ¡cómo queremos algunos que se imparta Filosofía en la ESO o que se aumenten horas en el Bachiller! Lo cierto es que nosotros dimos Filosofía en nuestros estudios de Filología Francesa o de Lenguas y Literaturas Hispánicas, respectivamente. La pregunta es si ello nos ha servido para algo.

En Cartagena, una de las mejores iniciativas que surgieron del Ecuentro 'Cartagena, Cultura y Municipio' ha sido Cartagena Piensa, una comisión que organiza encuentros semanales en torno a la ciencia, la reflexión, el debate y la filosofía, profundizando en temas que van desde el medio ambiente a la cultura, la inmigración, la solidaridad, el urbanismo, la igualdad o la violencia. Nada nuevo, que desde que nuestros ancestros se bajaron de los árboles, siempre ha habido quienes han ejercitado el cerebro, pensando sobre la realidad e imaginando cosas nuevas, frente a otros que han presumido de no pensar demasiado o, peor aún, han intentado que los demás no tengan tiempo, ni ganas, de pensar ni de cuestionar nada. Se nos ha hecho creer que debíamos diferenciarnos por nuestros ropajes, nuestras banderas, nuestro color de piel, nuestra procedencia, nuestras costumbres o nuestras religiones, pero si algo ha descubierto la Filosofía es que lo único que nos diferencia es que unos buscan entender las cosas, que otros prefieren no calentarse la cabeza demasiado y hasta los hay que prefieren que los demás sólo sepan lo que interesa, para poder manejarlos mejor.

Vivimos tiempos convulsos, tan convulsos como todos los anteriores, porque ya está demostrado que no existieron momentos mejores, ni más estables, ni más pacíficos, ni más prósperos. El ser humano ha descubierto mucho sobre sí mismo y sobre el funcionamiento del cosmos, ha resuelto muchos interrogantes, pero ha descubierto otros nuevos. La reflexión, el pensamiento, el saber, la ciencia y la filosofía son el único camino que nos puede llevar, entre muchas dudas y escasas certezas a encontrarnos a nosotros mismos. Hay quien piensa que eso de la Filosofía es entretenerse en inútiles pensamientos abstractos que nada tienen que ver con nuestro día a día, pero se equivocan, la Filosofía, como la Ciencia, han de ocuparse del mundo que nos está tocando vivir.

Lo interesante de la Historia de la Filosofía es conocer los descubrimientos de quienes han dedicado su vida a observar y tomar nota de todo, como los astrónomos egipcios o a pensar, como Demócrito, que predijo, mucho antes de los microscopios, que la materia estaba formada por pequeñísimos átomos. Algo como lo que sucedió con Stephen Hawking, que dedujo la existencia de los agujeros negros, cincuenta años antes de que se pudiese comprobar. La mente es el músculo más poderoso y ejercitarlo nos hace más fuertes, más altos, más rápidos y puede que más longevos, tal vez inmortales, pero seguro que visionarios.

Solo sé que no sé nada, que diría Sócrates, es la mayor de las certezas. En la medida que avanzamos en el conocimiento, nos alejamos de la esclavitud de la ignorancia, de las falsas certezas que da la superstición, del negacionismo y el desprecio por el saber. Entonces emprendemos un camino largo, infinito, que nunca termina de llegar a un horizonte que cada vez está más allá. Hablaba con mi contertulio Lute que a mí aún me parecen un misterio cosas tan simples como las ondas de radio, que vagan por el espacio y que nos permiten sintonizar con otras personas a través de diferentes dispositivos que nos traen en directo su voz o su imagen.

Puede que algún día podamos sintonizar directamente, conectando nuestras mentes, entonces internet será una antigualla. La pregunta es si leer seguirá siendo un placer al alcance de cualquiera, o descargaremos en nuestra mente el contenido de un libro en un segundo, que será algo así como tomarse en una píldora todo un plato hondo de caldo con pelotas con un vino y unos cordiales.

Puede que nunca logremos saber el origen del Universo, puede que nuestro cosmos sólo sea una pequeña parte del Multiverso, puede que el tiempo y el espacio sean relativos y cíclicos, puede que algún día un astronauta viaje tan lejos, tan lejos que, al llegar al fin de todo lo desconocido, se encuentre dentro de sí mismo.

¿Quién sabe si el universo sólo es una célula de un organismo superior que vive con otros en otra dimensión? Tal vez no somos nadie o tal vez somos las células del cerebro de Dios… No sabemos cuánto tiempo nos queda al género humano, no sabemos si estamos solos y tampoco sabemos si realmente estamos ahora o simplemente estuvimos porque toda la vida es sueño. Puede que nunca jamás lleguemos a comprenderlo todo.

A mí, por ejemplo, le decía a Lute, no me cabe en la cabeza el principio del mundo, sea por creación o por una explosión casual, que antes de eso no hubiera nada. La nada es lo que me desasosiega ¿cómo va a explotar, hace 13.800 millones de años, en el Big Bang, la nada previa o un huevo cósmico donde todo estaba condensado? ¿Quién había puesto el huevo y cuándo? Por suerte, la Filosofía y la Ciencia, me respondía mi amigo, no sólo se dedica a estas especulaciones, sino que nos son vitales porque sirven para entender nuestro día a día y para mejorar nuestro mundo actual.

Me diréis que elucubrar tomando un café, en la montaña o mirando al horizonte en la playa, es para ociosos y es una pérdida de tiempo, pero yo creo que hay otras minucias que sí que nos deberían importar un bledo y a las que no deberíamos hacer ni caso: ¡qué más nos da la polémica de las luces de Navidad en Murcia! ¡Qué más da que desde que el PP ha perdido la alcaldía en la capital sea ahora Cartagena la que sale a todas horas en la 7TV! ¡qué más nos da las disputas entre los Casado y las Ayuso! Yo creo que pretenden entretener nuestra mente para que no nos pongamos a pensar y así caigamos todos abducidos por el agujero verde que todo se lo traga.