Opinión | El artículo de Hyde

Serendipia personal

Hoy he estado pensando en que es curioso lo de los tiempos y los momentos a la hora de coincidir con las personas. En ocasiones se le suele restar importancia, refiriéndonos a características físicas e intelectuales, pero al final resulta ser casi lo más importante. Coincidir en el tiempo adecuado, en el momento justo. El otro día un amigo mío dijo en voz alta: «Quizá es la edad, pero empiezo a valorar más que una mujer sea buena persona a que seamos intelectualmente compatibles». Es la edad, claro. También el que esa última parte se hace más difícil.

Es curioso porque también lo comenté con ese mismo amigo (y otro) una semana antes. Se ve que es el tema del momento. Ahora mismo lo de la afinidad es algo bastante más complicado que hace quince años. Cuando tenías 16 años podías perder el culo por una chica que te comentase en un botellón que había visto Kill Bill. Ahora, a los 30, eso no significa absolutamente nada. No saber quién narices es Tarantino es un filtro más fino ahora mismo para establecer compatibilidades. 

Creo que en todos los casos se nos olvidó mencionar el factor de los tiempos. Una exfumadora que dejó el tabaco hace seis meses no repetirá cita Tinder con un pavo que se ha fumado seis cigarros en hora y cuarto, a no ser que sea una suicida o necesite constantemente reafirmar su autocontrol. A todos nos ha pasado. Estás en un punto emocionalmente no disponible, conoces a alguien, os dejáis marchar, pasan tres, seis, nueve meses, lo recuerdas y suspiras. Pero es que no estabas, qué se le va a hacer. 

Es curioso, porque al final no sirve de nada estar leyéndose el mismo libro exactamente a la vez si uno de los dos ha decidido salir a correr a las seis de la mañana de lunes a viernes y dedicar los fines de semana a hacer trails por la sierra mientras que el otro se ha cansado de lo anterior y ha optado por entregarse al hedonismo de forma total y completa y pasar el menor tiempo en casa posible y acostarse de madrugada todos los días y no dormir más de cuatro horas. No suele haber tiempos adecuados cuando uno está escribiendo una novela, o cuidando de su padre moribundo, o en la fase más jodida de la quimio. 

No sé, os parecerá una chorrada pero no se me había ocurrido lo difícil que es en realidad. Así que recopilemos. Atracción física. Sentido del humor parecido. Compatibilidad física, mental y del ánima (que no espiritual). Coincidencia en los tiempos. Joder, que difícil me parece. Será por la edad, claro.