Listo-pan. Te crees Peter Pan y no llegas ni a Campanilla. Éstas son alguna de las frases que utilizan nuestros adolescentes para significar que eres más tonto que Abundio (frase de mi época). Sea como fuere, la semejanza entre unas y otras generaciones, materializadas en diferentes formas de expresar lo que cada sociedad siente en cada momento respecto a sus correligionarios, lo cierto es que el ser tonto o el ser listo tiene su importancia personal y socialmente. Lo malo es cuando, aprovechándose de esa ingenuidad, se estafa a una multitud de personas, aunque sea por haber sido avaricioso/a.

Las estafas han existido desde que la historia de la humanidad se recuerda. Desde el timo del tocomocho, en que por querer engañar a un supuesto tonto, el tonto de verdad es el estafado al cambiarle billetes de verdad por papeles en blanco. Hasta el timo más sofisticado de las estafas piramidales, ya sea vía filatélica o vía ganancias desmesuradas en relación a lo invertido. Y como el ingenio estafador del ser humano avanza que es una barbaridad se va modernizando la estafa o engaño o sus semejantes, que ansían ganar dinero fácilmente, olvidando aquello tan sabio que dice que nadie da duros a cuatro pesetas. Las redes sociales han contribuido muy mucho a facilitar esos engaños a través de noticias falsas (los modernos dirían fake news, para dárselas de dominantes del idioma inglés), al difundir un éxito económico asegurado, si inviertas en tal o cual producto. Y la última ola en esta materia está siendo la criptomoneda.

Unos trescientos inversores, por ahora, han presentado ante la Audiencia Nacional una querella contra una persona por presunta estafa (además de otros delitos, como contra la Hacienda Pública, cohecho, societarios, encubrimiento y falsedad en documento público) de más de 250 millones de euros, aunque los expertos afirman que con el aumento del número de estafados por invertir en criptomoneda la cifra puede alcanzar los 3.000 millones de euros, a tenor de los precios que alcanzan esas divisas. Y es que, ya no se limitan los estafadores al timo de la estampita, o el de los sellos, ni siquiera a leerte las cartas del tarot u otras más usuales, cortes por donde cortes la baraja, los huesos o tabas, los posos del café, la ceniza de un puro, el horóscopo o las plumas de una gallina pelirroja y clueca.

Las estafas, pues, hoy día avanzan que es una enormidad y se sofistican mucho más. Ahora inviertes en bitcoin, Ethereum o Lité Coín para obtener unas ganancias entre el 20 % y el 25%, que como en el juego de los trileros siempre hay alguien que gana al principio, normalmente otro socio del estafador. Cuando se inició la inversión en criptomoneda en el año 2019 se ganaba de verdad ese porcentaje. En el 2020 ya bajó el interés del 25% al 8%, para llegar a finales de ese año a cobrar nada de nada.

Lo dicho, por listo-pan o por creerte Peter Pan sin llegar ni a Campanilla, te ves inmerso en una querella, como querellante, ante la Audiencia Nacional por ser víctima de una presunta estafa al invertir en criptomoneda. Engaño en el que has caído porque además han utilizado en las redes sociales el nombre de alguien tan famoso y querido en este país como puede ser, por ejemplo, Rafa Nadal. De este modo, no es de extrañar que entre los estafados figuren todo tipo de personas y profesiones, según cuentan las crónicas periodísticas. Desde inspectores de Hacienda a empleados domésticos, y dicen que también puede haber abogados, jueces y notarios. Toda una gama de personas y profesiones, que han visto roto el saco de sus ambiciones, por listos-pan.