Hay un anuncio en un mupi callejero de los que utiliza el Ayuntamiento de Murcia para sus campañas informativas que contiene una foto de un champú, que promete hacer lo imposible y que habla de que, a veces, las cosas más inverosímiles acaban ocurriendo. Se desconoce si los de Cs se han lavado el pelo y el cuero cabelludo con esa ‘mágica’ poción, pero lo que es una realidad es que no tenían más posibilidad que la que ayer plantearon, haciendo posible lo imposible, provocando un terremoto nunca visto en la Región de Murcia, y menos en la capital de la Región, en la que ha habido gobiernos de coalición aunque nunca fruto de una moción de censura.

Los de Ciudadanos pillaron al alcalde capitalino, José Ballesta, y su equipo popular con el pie cambiado. Ni siquiera se lo olieron pese a las malas relaciones que han mantenido desde el primer momento con su socio de gobierno que, ya en el minuto cero, amagó con irse con los socialistas. De hecho, el acuerdo de gobernabilidad con los populares en junio de 2019 se firmó in extremis, a diez minutos del Pleno de constitución de la corporación local.

El bipartito ha sido un calvario para ambos grupos. En particular para el todavía alcalde y para el líder local de Cs y concejal de Fomento, Mario Gómez. Ninguno de los dos se hablaba ya. Y ni siquiera se saludaban en los actos oficiales. El primer edil de Murcia estaba loco por quitárselo de encima y pensó en todo momento que la dirección regional y nacional de la formación de Arrimadas acabaría por doblegar a Gómez y pedirle su acta. Mientras, el edil naranja seguía haciendo la vida imposible a la bancada popular por sus continuas alusiones a las posibles irregularidades en los contratos municipales.

La animadversión pasó a la esfera personal desde el ámbito político y Cs se plantó. Pero no ahora, lo hizo hace meses cuando de manera firme y decidida el grupo municipal encabezado por Gómez comenzó a dar informes a Madrid, en los que describía con profusión desde los ataques personales presuntamente hostigados por las hordas afines a los populares hasta la forma de gestionar de sus socios de gobierno.

El PP local no calculó bien en las últimas semanas y desbarró con el anuncio de la presentación de una denuncia contra el líder local de Ciudadanos, acusándolo de revelación de secretos por hablar con una periodista de LA OPINIÓN. La prueba que afirmaban tener era un vídeo grabado en plena calle en una conversación casual. A ello se sumó la investigación de la UDEF por orden de la Fiscalía, provocada por el de Ciudadanos. La formación de Arrimadas tiró el carro por las piedras y amanecimos con la moción de censura. Por nadie pase.