Continúan los destrozos, el vandalismo, en distintas ciudades de España, en Cataluña en mayor medida. Noches de ‘cristales rotos’, de manera especial en Barcelona, que se repiten, una y otra vez, con el pretexto de la defensa de la libertad de expresión que, al parecer, no se le ha concedido a un broncas, pendenciero y camorrista, como Pablo Rivadulla Duró, cuyo nombre ‘artístico’ es Pablo Hasél. Un rapero que se sitúa en la ultraizquierda independentista, nacido en Lérida, hijo de un empresario, y nieto de un militar de la época de Franco que al parecer perseguía a maquis, y que en nombre de la libertad de expresión, ha hecho pura exaltación de viles asesinatos diciendo cosas como «No me da pena tu tiro en la nuca, pepero». Claro que a la hora de elegir un arma no tiene preferencias porque es capaz de vomitar cosas como: «Que alguien clave un piolet en la cabeza de José Bono» o «¡Merece que explote el coche de Patxi López!».

Deseos de muerte que no van dirigidas solo a los políticos. Los periodistas, los jueces, también son objeto de su atención como: «Es un error no escuchar lo que canto, como Terra Lliure dejando vivo a Losantos», o «Pienso en balas que nucas de jueces nazis alcancen». Sí, estos dislates son algunas frases de otros raps (me niego a llamarles canciones), de este personaje, que dice hablar en nombre de la libertad de expresión.

Un rapero con letras deleznables y poca aptitud para la música al que, en vez de meter en la cárcel, deberían de condenarle a oír sus emesis, una y otra vez, para que se dedicara a otra cosa. Pero esto no puede hacernos olvidar que a este señor no se le ha metido en la cárcel solo por sus infumables letras que destilan odio y llaman a la violencia, porque si es cierto que en 2014 fue condenado a dos años de prisión por enaltecimiento del terrorismo e injurias al Rey no es menos cierto que no llegó a ser encarcelado, y si ahora ha ido a la cárcel, no ha sido por sus ‘expresiones artísticas’ y sí porque el pasado mes de junio recibió otra sentencia de seis meses de cárcel al ser condenado por agredir a un periodista de TV3: el magistrado consideró probado que Hasél empujó, insultó y roció con un líquido de limpieza al periodista, y además de la pena de prisión, le obligaba a indemnizarle con 12.150 euros. Es decir, este personaje no va a la cárcel por su ‘arte’; va a la cárcel porque, a la pena del mes de junio por portarse como lo que es, un matón, se unió la que tenía anteriormente. Y ahora sí, acaba de entrar en la cárcel como cualquier otro delincuente: se ha portado como tal.

Pero esto parecen ignorarlo muchos políticos en Cataluña, que se rasgan las vestiduras en una supuesta defensa de la libertad de expresión, para justificar lo injustificable, como hizo el ayuntamiento de la Ciudad Condal, con la unión de los que la gobiernan y el independentismo, para votar juntos y amparar la supuesta libertad de ese rapero que ha sido condenado «por defender acciones terroristas de grupos como ETA, Al-Qaeda o Terra Lliure», según palabras de Manuel Valls, del grupo municipal Barcelona por el Cambio (BCNpelCanvi).

A todo esto, Podemos, junto con el independentismo, continúa haciéndole la ‘pinza’ (para desprestigiar las instituciones del Estado) al Gobierno del que forma parte, pronunciándose al respecto su portavoz en el Congreso, Pablo Echenique. Lo ha hecho en inglés, para que la prensa internacional le entienda. Y Echenique recuerda en su mensaje que «la semana pasada, Pablo Iglesias, vicepresidente de España, dijo que en nuestro país no existe una plena normalidad democrática», por lo que «fue ferozmente atacado por políticos y medios de comunicación de derecha pero también supuestamente progresistas». Y «hoy arrestan a un rapero acusado de tuitear e insultar a la Corona». Miente descaradamente, porque él sabe que no fue por tuitear.

No, no se puede hacer más daño a España y a sus instituciones desde dentro.