Estoy en Murcia, son las nueve de la noche, miro por la ventana, ni coches ni personas andan por la calle, queda una hora para el toque de queda, pero parece que ya nos hemos acostumbrado a ponernos el pijama al anochecer, sin improvisar nada, sin apoyarnos en ninguna barra a tomar cañas, sin cerrar bares de madrugada, sin despedirte con un beso furtivo, que ahora las malditas mascarillas impiden. Todo está cerrado, en la calle se respira silencio y tristeza.

Para colmo, los fenómenos meteorológicos me persiguen, dejé en Madrid la nieve y el temporal Filomena y aparece la borrasca Hortensia y con ella el viento que golpea las persianas en las ventanas y me pone nerviosa el silbido que provoca. Eso sí, en cualquier momento puede suceder cualquier cosa, y si no que se lo digan a Arévalo y Malena Gracia, la pareja del momento.

PERO PARA BORRASCA LA QUE HA CAÍDO EN LA CONSEJERÍA DE SALUD y a su titular Manuel Villegas por el escándalo de vacunar a más de 460 personas, o a la alcaldesa de Molina de Segura, Esther Clavero, al incumplir el protocolo del plan de vacunación, marcado por el ministerio de Sanidad. Murcia vuelve a colocarse a la cabeza del bochorno, aunque descuiden, no estamos solos, nos acompañan infinidad de lugares, donde la ética ha dejado mucho que desear: Bilbao, Valladolid o Ceuta también han sido agraciadas con uno o varios altos cargos políticos o de gestión pública, que han formado parte de lo que he denominado la operación Coladero Vacunil.

Hace algunas semanas sufrí en mis propias carnes lo más parecido a un linchamiento en redes y les aseguro que no es plato de buen gusto para nadie. Creo que la crispación política ha traspasado todos los límites y el odio inunda las redes sociales, sin pudor. He leído muchos comentarios de todo tipo estos días tras lo sucedido en la consejería y en la alcaldía y antes de darles mi opinión al respecto me gustaría dejar claro que aquellos que culpan a los que hemos dado nuestra opinión al respecto (medios de comunicación, políticos o sociedad civil), siempre con respeto, por supuesto (aquellos que insultan y descalifican no merecen mi consideración), no somos los culpables de lo sucedido, así que dejen de culpar a los que damos nuestra opinión o informan, queriendo convertir en mártires a los que han cometido un grave error. Desde mi punto de vista todos aquellos que desde su posición política han hecho uso indebido de la gestión de la vacuna, haciendo una interpretación libre del protocolo, deben dejar de ejercer su puesto de responsabilidad, no hay discusión ni debate, no cabe otra lectura.

LA POLÍTICA NO ES UNA PROFESIÓN, es una responsabilidad, tienen en sus manos la vacuna, el maldito milagro que hemos estado esperando durante meses y ¿hacen esto? No dudo que en estos tiempos no debe ser fácil estar ahí; en el caso del titular de Salud he aplaudido su comportamiento durante la pandemia, a la vez que he discrepado en momentos, por su toma de decisiones, con medidas injustas para ciertos sectores, mientras ha dejado barra libre en casas de apuestas o centros comerciales, cosa que me sigue resultando incomprensible. Pero centrándonos en la borrasca vacunil, en el momento en el que interpretó el protocolo de vacunación como si gestionara en vez de una consejería, un hospital, vacunando a funcionarios que no se levantan de la silla de su despacho, personal que está teletrabajando, algún familiar que pasaba por allí y demás trabajadores que lo más cerca de un hospital que han estado es viendo la octava temporada de Anatomía de Grey, pues qué quieren que les diga, he sentido una tremenda decepción, enfado y desánimo.

Me costó salir de mi asombro cuando en su primera rueda de prensa el día de autos simplemente pedía disculpas y, lo más grave, seguía reafirmándose en haber hecho lo correcto. Horas más tarde no les miento si les digo que verle con la voz rota afrontando la decisión que desde Madrid el Partido Popular había tomado por él, me produjo pena y ganas de darle un abrazo, pero ante lo ocurrido la única salida que tenía era la de irse, sin más. ¿Injusta salida tras el trabajo durante estos duros meses? Puede ser, pero la política es así, cruel e ingrata en muchos momentos, y no perdona.

Y cuando creíamos que toda nuestra atención se centraría en la lista de los 400, viendo las barbas de su vecino Villegas cortar, la alcaldesa de Molina decidió salir en rueda de prensa y poner las suyas a remojar al contar que también se había vacunado, por ser paciente oncológica, otro grave error al saltarse el protocolo, que merece tener el mismo final que el consejero, aunque a estas horas aún no he visto a nadie del Partido Socialista de la Región de Murcia pedir disculpas ni asumir el error, como tampoco a la propia alcaldesa dimitir.

MIENTRAS ESTE ESPERPENTO HA TENIDO LUGAR y hemos estado en los medios nacionales mañana, tarde y noche, me he leído las trece páginas del protocolo de vacunación y lo deja bien claro. Tener un título de Medicina lleno de alcanfor, sin haber ejercido tampoco vale para vacunarse, que por el Ayuntamiento de Murcia alguien ha sacado la orla como excusa, al parecer. Y para hacer honor al año de Berlanga no podían faltar los militares y la cúpula del Jemad, empezando por el jefe del Estado Mayor de la Defensa, que también se ha vacunado; me falta alguien del clero para completar el reparto de Don Luis.

Vienen días terribles, ahora percibo en Murcia lo que viví en Madrid los primeros meses de la pandemia, ese silencio que producía escalofríos, hospitales saturados, cada día cifras de fallecidos inasumibles, nuestros sanitarios sufriendo estrés, agotados, con condiciones salariales precarias, y los políticos y altos cargos públicos sin entender que tienen que dar ejemplo: gestionar, proteger, inmunizar y cuidar a los que nos están salvando y a la población más vulnerable. No como Albert Rivera, que considera que la clase política debe vacunarse ya porque es personal esencial. Ay Albert, callate, anda.

La prueba del hartazgo se la escuché a una señora, que hablaba por teléfono mientras esperaba que se pusiera en verde un semáforo:

— ¿Te han llamado? Cuanto antes estés inmunizada para poder hacer una vida medio normal, mejor, y dejar esta pesadilla.

— Después de la que han liado estos políticos, la vacuna es buena, seguro.

Si era una campaña de publicidad, lo han clavao, señores políticos, aunque me temo que esto ha sido parte de la sórdida realidad.

Mientras unos cometen el gravísimo error de saltarse las reglas desde su posición de poder, hay personas en casa, asustadas, de alto riesgo, sin poder abrazar a sus nietos, o a sus hijos esperando la llamada del centro de salud, como la que mi madre recibió el pasado viernes, en la que te dicen que le toca la vacuna, y no sabes por qué te pones nerviosa al escuchar a la enfermera y acto seguido rompes a llorar y conforme pasan las horas toda esta mierda cobra un poco de sentido y hay algo de esperanza.

Al nuevo consejero de Salud le deseo suerte, llega en un momento muy difícil, pero ya sólo aceptando el puesto con esta delicada situación, le honra, sólo le pido transparencia y gestión.

De la crisis de Gobierno en la Región y la jugada maestra de la coordinadora naranja hablaremos, vayan sacando las palomitas y pónganse cómodos porque esto acaba de empezar.