Perdone que le moleste pero es que con este calor no hay quien salga a la calle sin coger un catarro o sudar hasta las trancas. No calzo demasiados otoños en mi gregoriano particular para haber conocido un noviembre como este. Se ve que a San Martín y su veranico le ha gustado mucho los paparajotes que se frien en San Esteban y no se quiere ir. Ni siquiera supuestamente al Caribe como los cupuleros del Imserso de la CAM.

Me da que el termómetro, al contrario que las encuestas del PSOE le cuesta bajar de sus acomodados veinticinco grados. Aunque esto de las encuestas del CIS a más de uno le huele a chamusquina, a muerto. Una cosa es que noviembre sea el mes de los finados y otra muy distinta que aprovechen para enterrar vivo a alguien. A Rubalcaba le da mucho miedo este mes. Alguna repatriada viene con el resguardo del último congreso y quiere cobrarse la mortadela. Intenta que coja frío lo antes posible. Es lo que tiene ser muy machacona. Aunque cuando era ministra de Defensa dijera, cuando lo obligaba su cargo, viva España como si se estuviera bebiendo un refreco con pajilla.

Al pobre Alfredo le están creciendo los enanos que se llevó del circo Ringling con sus magníficos leones y tigres. Hasta Felipe Gonzalez le ha echado una cuerda, pero al cuello. Cada vez que habla sube el pan.

De boca-grande, la reciente ganadora del premio gordo ha sido la señora Valenciano y sus críticas a la operación del Rey en una clínica particular. Todos sabemos en qué clínica privada de Benidorm acabó ingresada la susodicha. Manda huevos.

Pero el rey de reyes es nuestro José María Aznar. Cuando lo veo por la tele cojo lápiz y papel y me siento rápidamente a escribir los diez mandamientos. Este hombre, cuando habla, no sólo sube el pan, sube la harina, el pescado, los mazapanes y la miel. Porque es tan sabio que cuando gobernó cometía errores como todo el mundo, pero a toro pasado es el que conoce a ciencia cierta todas las soluciones a los innumerables problemas. Al pobre Rajoy lo lleva por el camino de la amargura. Ya no sabe cómo disculparlo. A Mariano no le crecen los enanos, le crecen los adiestradores de delfines.

Pero esto es de Caravaca pa´rriba. Aqui no crecen enanos ni hay luchas intestinas. En Murcia se está de cojones porque todo el mundo sabe quien manda. Y no es otro que la pareja estrella: el euro-presidente Valcárcel y su sobrino el mega-consejero de Cultura. Sus acólitos saben perfectamente qué líneas pueden cruzar y cuales no. El único que les tose al oído es el señor Bernal y sus equilibrios financieros.

Cuando escucho al señor Cruz me siento como el día de la marmota: cada día que pasa es igual al anterior. Nos martiriza con su desdén y su tono cansino. No comprendemos que nos está haciendo un enorme favor al contarnos qué hace con nuestro dinero o cómo va a construir castillos de papel sin que se caigan. Cruz es un JASP, Joven Aunque Sobradamente Preparado para la ineptitud. Pero en una cosa lo he de defender: sabe lo que quiere. El problema es que no es lo que deseamos el resto de murcianos.

Al que no entiendo es a nuestro presidente Valcárcel. Ahora que el cambio climático nos ofrece veranos de seis meses, aeropuertos de lo más tranquilos, a uno de cada cuatro murcianos paseando de lunes a viernes por las calles... él quiere irse a Bruselas. Con el frío que tiene que hacer allí. La verdad, no lo entiendo.

Aunque esto del Forecast como mi aifon, es muy poco previsible. Lo mismo en el Parlamento Europeo recibe más calor que en la Gran Vía. Claro que la casa de Estrasburgo sería más pequeña. Lo mismo le dan calor los erasmus.

Mientras tanto, aqui en Murcia vamos a acabar todos constipados. Si usted se da una vuelta por Platería verá a un abuelo sin pensión pero con abrigo, a una señora sin marido que acaba de salir con su amante de la pensión con chaqueta, a una madre primeriza con una rebeca fina. ¿Saben qué es una rebeca? Lo que les ponen a los bebés cuando las madres tienen frío y los hacen sudar hasta que les chorrea por los muslos de pollo como si fuera una rilá. Tampoco ha de esforzarse mucho para ver cómo se echan un cigarro detrás de otro los dependientes de las tiendas de ropa. Si fuera gracioso, les diría que parecen aburridos, pero la gracia de no vender un sólo abrigo no se la ven por ningún lado. Está buena la economía como para encima arruinarla más con el termómetro.

El tiempo está cada vez más loco. ¿Será por el eclipse total anular híbrido que hemos tenido este mes? Es que ese nombre da más miedo que ver la cara del consejero Bernal en una moneda del Cantón.