O son tontos o se lo hacen. Quieren distraernos. No me cabe en la cabeza que puedan ignorar que las soluciones federales que proponen son exactamente las que rechazan los nacionalistas vascos y catalanes. El federalismo es un proceso para llegar a la igualdad desde la diferencia. Y fue, en España, sinónimo de revolución igualitarista, la construcción desde abajo de la organización social y política, de los individuos a las comunas y los estados territoriales, un hermanamiento hacia arriba, una democratización radical en la que los Gobiernos responderían de verdad a la voluntad del pueblo federadamente construida. (Con variantes, el ideal anarquista y hasta, en apariencia, el de los soviets, que los comunistas, ahora independentistas en Cataluña, usaron para todo lo contrario, para aplastar al individuo.) En eso se jugó la vida Antonete Gálvez, y no en ningún separatismo. Y por eso intentó, al frente de los cantonales, tomar Madrid, hasta que lo pararon en Chinchilla. De ahí que no nos electrifiquen la línea ferroviaria, no vaya a ser. No nos engañen más con el federalismo. Lo último que quieren sus asociados catalanes es el federalismo. Reclaman la asimetría, la desigualdad. ¡Ojalá fuéramos a la Federal! Sólo haría falta acabar con los privilegios: el concierto económico y los derechos forales, las policías autonómicas, las lenguas impuestas. Estallarían de ira. Lo que quieren es la ´singularidad´, el ´hecho diferencial´. Tienen el complejo de madrastra de Blancanieves: exigen ser la más bella.