CRISIS DIPLOMÁTICA

La escalada diplomática de Israel amenaza con dinamitar el tradicional papel "puente" de España

Tel Aviv convoca a la embajadora española y cancela su asistencia este lunes a la cumbre de la Unión por el Mediterráneo de Barcelona

Pedro Sáchez, durante su comparecencia en el lado egipcio del paso de Rafah.

Pedro Sáchez, durante su comparecencia en el lado egipcio del paso de Rafah. / EFE

Mario Saavedra

Israel ha lanzado contra España un choque diplomático inédito. Una represalia de final incierto que responde al endurecimiento del tono del Gobierno español contra la matanza de civiles en Gaza.

Tel Aviv ha acusado a Pedro Sánchez de apoyar al terrorismo de Hamás por decir que Israel "claramente" no está respetando el derecho internacional en la guerra. El Gobierno ha respondido convocando a la embajadora israelí para que dé explicaciones sobre las acusaciones "falsas" contra el jefe del Ejecutivo español.

La tensión amenaza con dinamitar el "papel de puente" que ha tenido España entre el mundo árabe y el país hebreo, apunta un ex alto diplomático español. Por el momento, Israel ha anunciado su boicot a la próxima cumbre de la Unión por el Mediterráneo del próximo lunes en Barcelona, a la que estaba previsto que acudiera, junto a una delegación palestina.

Segundo choque diplomático España-Israel

El primer choque diplomático a cuenta de Gaza se produjo después de que la ya ex ministra de Unidas Podemos Ione Belarra pidiera llevar al primer ministro israelí, el derechista Benjamín Netanyahu, a la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra. La Embajada de España la acusó, sin nombrarla, de defender al grupo terrorista Hamás. El Ministerio de Exteriores respondió al envite con un duro comunicado calificando la afrenta como "gesto inamistoso".

Pero el enfrentamiento que se ha desatado este viernes tiene otro cariz, mucho más crudo, abierto y frontal. Y, sobre todo, tiene al mismo presidente del Gobierno en el epicentro.

El primer golpe ha llegado de Tel Aviv. El ministro de Exteriores, Eli Cohen, acusaba a Pedro Sánchez y a su homólogo belga, Alexander De Croo, de hacer declaraciones falsas que "daban apoyo al terrorismo". No especificaba las palabras a las que se refería, pero horas antes Sánchez ha asegurado que "claramente" Israel no está respetando la legalidad internacional en su "desproporcionada" ofensiva contra los palestinos. Sánchez había reprochado cara a cara a los máximos responsables israelíes (el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y el presidente, Isaac Herzog) el "insoportable" número de víctimas civiles y niños palestinos de sus bombardeos en la Franja. Al menos 14.500 palestinos, entre ellos 6.000 menores, y 1.200 israelíes, han muerto en estas cinco semanas de guerra total entre Hamás e Israel.

El contragolpe español ya se ha definido. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha convocado a la embajadora de Israel Rodica Radian-Gordon, para que dé explicaciones. Considera inacpetables las acusaciones al jefe del Ejecutivo español y presidente de turno del Consejo de la Unión Europea. El alto diplomático español se siente con legitimidad por el apoyo popular "casi unánime" para "alzar la voz en defensa de de la población civil palestina y el insoportable número de niños muertos". Con la misma fuerza que España ha condenado a Hamás, añade el ministro.

Israel ha convocado previamente a la embajadora española, Ana María Salomón, y al jefe de la delegación belga, a "una dura conversación" de reproches.

Sánchez endurece su postura contra Israel

Sánchez apunta ya hacia la posibilidad de que Israel esté cometiendo crímenes de guerra, con el eufemismo de la falta de respeto a la legislación internacional sobre los conflictos. Y expone su nueva postura, fijada ahora que ya ha sido investido presidente y tiene toda una legislatura por delante: el tono será más frontal en la denuncia de la guerra, menos comedido. De nada sirve la reiteración, durante las últimas cinco semanas, en cada ocasión, de la condena a los atentados de Hamás y la expresión de solidaridad con Israel por las víctimas del que Sánchez no duda en llamar sistemáticamente grupo terrorista.

Pero se ha desmarcado claramente del apoyo sin ambages a Israel de otros países, como Alemania, Reino Unido o Estados Unidos. En su lado están otros como Francia (Macron también ha cargado contra la muerte de civiles palestinos), Bélgica, Irlanda, Portugal o, por supuesto, los países de la Liga Árabe y la Organización para la Cooperación Islámica.

El espíritu de la Conferencia de Madrid

La nueva posición dura de Pedro Sánchez con Israel es definida por fuentes diplomáticas a la vez como coherente con la visión política del presidente y el sentir popular, y útil para los intereses geopolíticos del país, que están centrados en la vecindad sur de países árabes y la gestión de la inmigración irregular. Marruecos, epicentro de las relaciones exteriores españolas, mantenía hasta ahora unas relaciones cordiales con Israel. No así Argelia, Libia o incluso Túnez.

Esa cercanía física e histórica con los países árabes ha convertido a España en muchas ocasiones en una suerte de país "puente" entre el mundo árabe e Israel. Es el espíritu de la Conferencia de Madrid de 1991 para buscar la paz en Oriente Próximo. España acababa de reconocer a Israel como Estado tan sólo un lustro antes, y al mismo tiempo tenía buenas relaciones con los países árabes. Aquella reunión pondría las bases de los Acuerdos de Oslo dos años después. Y de la Conferencia de Barcelona de 1995, en la que España medió para definir la posición conjunta europea hacia los países países árabes mediterráneos. Era la época de Felipe González.

José María Aznar estuvo más alineado con Israel. Como George W. Bush, uno de sus libros de cabecera era 'The Case for Democracy', del diputado israelí Natan Sharansky. Con Bush empezó el posicionamiento más claro de Estados Unidos con Tel Aviv, dejando atrás la idea de mediación promovida por Bil Clinton. El equilibrio en el Gobierno de Aznar lo introdujo el ministro de Exteriores Josep Piqué.

El siguiente presidente popular, Mariano Rajoy, mantendría ese equilibrio. De hecho, el PP aprobó junto al PSOE una proposición no de ley para reconocer al Estado palestino. A José Luis Rodríguez Zapatero la derecha lo acusó de ser pro-palestino. Pero en la visita que hizo a Israel en 2009 se reunió con el ya entonces primer ministro, Benjamin Netanyahu, para "mejorar las relaciones bilaterales" y trabajar en pos del proceso de paz.

Más allá del conflicto, los intercambios económicos de España con Israel que pudieran verse afectados por esta crisis diplomática son moderados. En 2022 se exportaron mercancías por valor de 1.800 millones de euros y se importaron por valor de 818 millones. Por lo demás, Israel ha rechazado la colaboración con la Justicia española en el esclarecimiento del espionaje con el programa Pegasus al propio presidente, Pedro Sánchez, y otros miembros del Gobierno. El caso se ha cerrado en falso porque Tel Aviv no respondía a las peticiones de colaboración. España no ha realizado ninguna iniciativa política o diplomática al respecto.