"No hacemos mal a nadie"
Castillo pide respeto para los cristianos destacando que "solo deseamos vivir en paz y en libertad", en el pregón de la coronación de la Virgen de la Soledad
Con el 'amanecer' de una luz tenue sobre el escenario del Teatro Romea, las voces de la Hermandad de las Benditas Ánimas de Patiño entonaron anoche la Salve; canto que dio paso al pregón de la coronación de la Virgen de la Soledad leído por el periodista y colaborador de LA OPINIÓN Alberto Castillo. Un cuento protagonizado por la propia «niña de San Antolín» -tal y como el pregonero se dirigió en varias ocasiones a la Virgen- dio comienzo a su lectura. En él, la Virgen fue haciendo un recorrido por los distintos pasos que conforman la cofradía del Perdón uniéndolos a los momentos de la Pasión que vivió junto a su hijo. Tras esto, una saeta de Curro Piñana enamoró al público. Alberto Castillo aprovechó su nombramiento como pregonero para reafirmar su fe, animando a todos los cristianos a «no renunciar y a no esconderse». «Solo pido respeto. Los cristianos no hacemos mal a nadie. Solo deseamos paz. Vivir en paz y en libertad», aseguró ante el público que se dio cita en el Teatro Romea.
Su discurso prosiguió mostrando las raíces marianas de España en todas las comunidades, destacando para ello patronas y santuarios del país, así como recordando hechos de la historia de España unidos a la fe mariana.
No podía dejar de hablar el pregonero de la Virgen de la Soledad, cuya coronación canónica el próximo 22 mayo es el motivo de su pregón. Así, Castillo proclamó a «la niña de San Antolín» como «la mediadora de los problemas del barrio» y contó como su imagen se esculpió hace 73 años en la calle Arrixaca -lugar en el que estaba ubicado el taller de Sánchez-Lozano- y pasó por las calles de Santa Teresa, Acisclo Díaz y avenida de Europa (en donde han vivido sus camareras), antes de llegar a la iglesia de San Antolín. Por último, Castillo hizo otra petición: adornar con flores blancas a la Soledad el día de su coronación, pues el blanco es «el de la nieve de Sierra Espuña; las sales del Mar Menor; la espuma del mar de Cartagena, Águilas y Mazarrón; las flores de almendro del Guadalentín?». Una oda a Murcia y las saetas de Piñana pusieron el broche de oro a un pregón hecho con el corazón.