Quién no recuerda el clásico de Paco Martínez Soria, ‘La Ciudad no es para mí’. En la película el actor encarnaba a Agustín Valverde, un anciano de pueblo, que viajaba a Madrid cargado con el cuadro de su mujer, la maleta y una cesta de mimbre en cuyo interior iban un par de gallinas. Vivas, para más reseña. Pues así es como aseguraba, entre risas, el presidente del Consejo de la Juventud de Lorca, Juan Pedro Rodríguez Fernández, que acude cada domingo a la playa. “De verdad, no es broma, soy la viva imagen de Paco Martínez Soria en esa película. Voy a la playa cargado con la nevera, la silleta, la sombrilla, las toallas, la bolsa con la comida en la que no puede faltar el bocadillo de jamón de York y chorizo… Dominguero total, pero a mucha honra. Vamos, de foto”.

Su playa es la de la Mar Serena, en San Juan de los Terreros, en Pulpí (Almería). Allí acude desde que era niño, aunque también lo hacía a Mazarrón. “Nosotros somos una familia humilde, por lo que nunca hemos tenido casa en la playa, ni posibilidad de alquilar un piso para pasar las vacaciones. Somos domingueros. Pero domingueros de esos que se van bien temprano a la playa, ‘plantan’ la sombrilla y el ‘sembrao’ de toallas y disfruta hasta que cae la tarde. Volvemos llenos de arena, con la sal picándote en la espalda y coloraos como un tomate”, contaba divertido.

De niño era de los que no paraban en la arena. Su vigilancia era controlada por turnos por su madre y su abuela. “Me gustaba hacer agujeros profundos hasta encontrar agua y construir castillos, mientras preguntaba a todos si era igual que el de Lorca. Llegaba a la playa y me transformaba en un ingeniero. Me rebozaba en arena… era un no parar. A la vuelta estaba tan agotado que siempre me quedaba dormido”, relataba.

Y cada verano suele reunirse, al menos un día, toda la familia en casa de su tía. “Tengo primos y tíos desperdigados por media España. En verano acuden de Madrid, Cáceres, Valencia, Huércal Overa, Almería… nos juntamos a pasar el domingo en Terreros. Es un verano muy normal, pero para mí es un disfrute, a pesar de que algunos lo pueden considerar muy simple”, recalcaba.

Es muy familiar, tanto, que habitualmente acude a la playa con su tío Ángel, de 74 años. “La vida no le permitió nunca poder sacarse el carnet de conducir, ni tener un coche. Siempre iba en una ‘motillo’ de 49 centímetros, pero siempre ha sido el hombre más feliz del mundo. Sé que le gusta mucho la playa y cuando voy le llamo por teléfono a Pulpí para recogerlo y llevarlo a Terreros. Siempre me dice que no, que no me preocupe, pero mi respuesta es: ‘estoy en camino, vete preparando’. Suele sumarse también mi prima Ángela, porque a mi tía Rosario, que también nos acompañaba, ahora le gusta quedarse en casa”.

Y tras un periplo por Pulpí, llegan a la Mar Serena. “Solemos coger siempre sitio, porque es una playa muy larga y con mucho espacio. Mi tío es de los que le gusta llegar el primero, a las ocho de la mañana, pero yo prefiero hacerlo un poco más tarde. Pasamos el día en nuestra silleta a la sombra de una sombrilla clásica de toda la vida. Y de cuando en cuando un baño en la playa y un paseo por la orilla”.

A mediodía, cuando el sol aprieta, una frase en clave: “¿Nos vamos a comprar el periódico?”. Nada de lectura a esa hora, pese a lo que pueda pensarse. “Es un mensaje secreto que tenemos mi tío y yo de toda la vida. Eso quiere decir que es la hora de irse al chiringuito y de disfrutar de una cerveza bien fría”. Y a su tío Ángel se le van los ojos detrás de un buen plato de calamares. “Ahí surge la controversia, porque cuando mi tía sabe que vamos a la playa nos carga bien de comida y, claro, te comes lo que nos ha echado de merienda, o te das un homenaje con un plato de calamares…”, reía.

La tía Rosario les abastece de todo lo necesario para una buena comida playera. “Todo le parece poco. Lomo embuchado, jamón…”. Aguantan en la playa todo el día. Pero además de por disfrutar del mar y la arena, por otro motivo. “Nos gusta mucho las pizzas de la pizzería de Terreros. Entonces, procuramos quedarnos hasta tarde para irnos después de dar buena cuenta de una pizza. Eso nos da la vida”, señalaba.

De aquellas jornadas playeras de su niñez, aseguraba, no olvida “la nevera naranja con la tapa amarilla, la sombrilla de tela de algodón que pesaba veinte kilos y las latas de mejillones y berberechos que se comían en la orilla. Y la tortilla de patatas, las olivas y el bocadillo de jamón York y chorizo”. De aquellos días recordaba con cariño las veces que le decía a su abuelo que se bañara. “No había forma de que se metiese en el agua. Se pasaba el día entero en la silleta debajo de la sombrilla”. Y la vuelta siempre con chanclas y los pies llenos de arena. “En los asientos del coche teníamos unas jarapas, para que no se mojaran y se quedara en ellas la arena”.

Sus veraneos siguen siendo idénticos. “Estoy en Lorca y la única licencia que puedo permitirme es ir de cuando en cuando a la playa en plan dominguero, pero soy muy feliz”. Este año ha tenido quince días de vacaciones, pero diez de ellos con faringitis. “Eso solo me sucede a mí”, se lamentaba. Cinco días los ha destinado a visitar los consejos de la juventud de Valladolid y Madrid. “Quería saber cuáles son las políticas de juventud que se aplican y cómo funcionan”. Y comparando se daba cuenta que “somos el cuarto Consejo de la Juventud de España con peor financiación. Y eso, que tenemos más asociaciones que ellos”.

Casi una treintena de organizaciones integran el Consejo de la Juventud de Lorca. A pesar de ello, solo disponen de 10.000 euros para sus actividades. “Acabamos de hacer un taller de skate y a duras penas hemos podido pagar el agua y la fruta que nos han pedido. Nos ha costado 40 euros, una auténtica fortuna para nosotros. Vivimos en una agonía continua económicamente hablando”, por lo que aprovechaba la ocasión para pedir que les amplíen la cuantía económica que reciben del Ayuntamiento. El verano casi toca a su fin y su única aspiración, señalaba, “es poder seguir disfrutando de la playa en familia durante muchos años. Y, por supuesto, en plan ‘dominguero’. Qué más se puede pedir”, concluía.