El sacerdote nigeriano Kenneth Chukwuka Iloabuchi, que ejerce su labor pastoral como párroco en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de La Hoya (Lorca) y también en la de Santa Gertrudis de Tercia y Marchena, es el protagonista del documental El Camino, dirigido por José Manuel Colón, que trata sobre la migración en distintos países del mundo y que se podrá ver próximamente a través de Netflix. El rodaje comenzó hace más de dos años y verá la luz en las próximas semanas.

La historia de Kenneth Chukwuka, párroco en Lorca, saldrá en Netflix

La historia de Kenneth Chukwuka, párroco en Lorca, saldrá en Netflix

De hecho ya se ha distribuido el primero de los tráilers a través de las redes sociales. La duración del documental es de 90 minutos y se ha rodado en nueve países: España, Nigeria, Túnez, Marruecos, Mozambique, Ghana, Bruselas, Italia y Uganda.

Dentro de España hay escenas captadas en Cádiz, Almería y Sevilla. También aparecen escenas del sacerdote en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de La Hoya, oficiando la eucaristía. En cada uno de los países citados, el director, José Manuel Colón, recoge en directo testimonios sobre el problema de las migraciones tan extendido por el mundo en estos momentos. Estaba previsto que el documental se presentase en Madrid hace varios meses, pero la situación por la que atravesamos, provocada por el coronavirus, ha motivado su retraso. No obstante, la presentación también se llevará a cabo en Lorca.

Protagonista

José Manuel Colón eligió al sacerdote Kenneth Chukwuka como protagonista del documental, por la peculiar historia que hay detrás de él viviendo en sus carnes el drama de las migraciones.

De perseguido, preso y náufrago y después de haber soportado múltiples calamidades, ha llegado a ser sacerdote en la Diócesis de Cartagena donde ejerce sus funciones. A los 17 años de edad, como otros muchos jóvenes, salió de su país en busca de un mundo mejor. Su sueño era llegar a Reino Unido, donde tenía un amigo, para estudiar la carrera de abogado, pero de camino a España, la muerte lo miró a los ojos viviendo de cerca y a bordo de una patera, un trágico momento que le cambió la vida para siempre.

Durante tres años vivió el drama de la inmigración africana, lo que le sirvió para encender la llama de su vocación. Sabía que en su país no podía cumplir su sueño y se lanzó a la aventura que por poco le cuesta la vida. En el año 1998 tomó la decisión de emigrar, llegando a vivir en el desierto en condiciones infrahumanas siendo pacto de las mafias que trafican con seres humanos.

Los traficantes de personas le habían asegurado que llegaría a España sin problemas y que desde allí podría viajar hasta Inglaterra, todo lo contrario de lo que tuvo que vivir. Fue detenido por la Guardia Civil y entregado a las autoridades marroquíes que lo apresaron durante un mes. Después lo abandonaron a su suerte con 60 personas más por el desierto donde tuvieron que beber su propia orina para sobrevivir.

Se encontró en el desierto de Argelia sin dinero ni comida. Un pastor les indicó cómo llegarían hasta la zona donde estaban los inmigrantes. Después logró conseguir dinero y durante tres semanas caminó nuevamente por el desierto donde sobrevivió, gracias a la ayuda de mujeres musulmanas que dejaban botellas de agua y trozos de pan por el camino.

Ya en Marruecos consiguió subir a bordo de una patera que hacía el viaje hasta España. Junto a él y los que le acompañaban iba otra patera que al volcar causó la muerte de más de 100 personas.

La tragedia la vivió de cerca el padre Kenneth, quien elevando los ojos al cielo prometió que si lograban salir vivos dedicaría el resto de su vida a Dios y a los demás.

Ya en España, aconsejado por su madre, empezó a ir a misa. Después de trabajar en los campos del Valle del Guadalentín, un día acudió a una iglesia en Murcia. Allí, el sacerdote Jesús Abenza le invitó a pasar y recibió el apoyo que necesitaba. Es el menor de siete hermanos y conoce como nadie el problema de las migraciones, cuestión llevada ahora al cine a través de El Camino, un documental que pronto verá la luz.