Exposición

El universo celestial de Ángel Haro

El Palacio Quintanar de Segovia acoge desde hace unas semanas y hasta el 7 de julio una macroexposición titulada ‘Le Film. Andante perplejo’, comisariada por el investigador y crítico de arte Pedro Medina. Diseñada expresamente para este espacio, en ella el valenciano –aunque vecino de la Región desde hace años– hace gala de su polivalencia, con pintura, escultura, vídeo y hasta instalaciones sonoras

Ángel Haro.

Ángel Haro. / Juan Carlos Caval

Dolores Galindo

Una vez más, ahora desde el majestuoso Palacio Quintanar de Segovia, el artista y escenógrafo Ángel Haro (Valencia, 1958) nos sorprende con la exposición Le Film. Andante perplejo, a través de un discurso rabiosamente actual, cargado tanto de emoción y compromiso como de precisión en su ejecución técnica. Pintura, escultura, vídeos e instalaciones sonoras conforman esta muestra, comisariada por el reputado investigador y crítico de arte Pedro Medina. La muestra ha sido diseñada in situ y en conversación con las estancias del palacio, una construcción renacentista ahora acondicionada como centro de creación contemporánea.

Impecable trayectoria

Haro da un paso más en torno a las diversas técnicas que ya ha demostrado sobradamente que domina, respondiendo a proyectos desafiantes tales como el de revestir con serigrafía térmica la fachada de un edificio de once pisos en Máquina de sombras (2008); el intervenir artísticamente una mina a 80 metros de profundidad en Eco de Cíclopes (2011) o la creación de una videoescena compuesta por más de 2.000 dibujos en movimiento para acompañar las cantatas de Carmina Burana de Carl Off (2019), por citar alguno de sus trabajos más impactantes. Su fructífera trayectoria se ha visto completada con una larga lista de exposiciones de pintura o escultura, a las que suma escenografías para cine y teatro, intervenciones en espacios singulares y creaciones de videoarte, así como con diversas colaboraciones con otros artistas nacionales e internacionales.

Con su tremenda versatilidad, recorre una lista interminable de materiales: lienzo, madera, hierro, textiles o cartón, todo en sus manos es susceptible de representar una emoción artística. Ejemplo de ellos serán los Folitraques, una colección de juguetes reciclados iniciada en 2013 con materiales encontrados en sus incursiones por el desierto del Sáhara, el África Austral y la India; los papeles creados al aire libre con pigmentos del territorio en sus sucesivas estancias de retiro en Mozambique, o la dramatización y puesta en movimiento de alguna de las pinturas negras de Goya. Una de sus más recientes exposiciones en la sala de columnas del Palacio Almudí, la muestra Reset (2021), supuso el reencuentro del artista con sus orígenes como pintor creando numerosas obras sobre tela o sobre papel que darían fe de su madurez y gran pericia al dotarlas de imponentes formatos. Haro, como otros pintores-escenógrafos, lleva la monumentalidad a sus creaciones pictóricas, como ya hicieran Robert Wilson, David Hockney o Willian Kentridge.

Le Film. Andante perplejo

Fecha: Hasta 7 de junio de 2024

Lugar: Palacio Quintanar de Segovia

En el Palacio Quintanar, Haro saca a relucir su lado más político. El sociólogo polaco Zygmunt Bauman exploró ampliamente, en la década de los noventa del pasado siglo pasado, la noción de ‘modernidad líquida’ para describir un mundo contemporáneo con una fluidez tal que provocaría el futuro desarraigo del individuo, despojándolo de cualquier marco de referencia predecible. Bauman se anticipará con este concepto a la sensación de inseguridad y perplejidad que caracteriza a la sociedad actual, examinando cómo la fluidez y la falta de estructuras sólidas generan un estado de constante cambio e inseguridad.

En la era de la incertidumbre

El título de la exposición, Le Film. Andante perplejo ya nos avanza su temática. La multiconexión global ha creado un mundo cada vez más interdependiente, donde los eventos en un lugar pueden tener repercusiones en todo el mundo, lo que ha llevado a una sensación de incertidumbre y falta de control sobre el futuro. Este aspecto, unido a la rapidez de los avances tecnológicos, las crisis socioeconómicas, el cambio cultural, la manipulación informativa o la polarización ideológica, desafían nuestras concepciones tradicionales y nos obligan a adaptarnos constantemente a nuevas realidades.

Todo ello sin contar con el vertiginoso desarrollo de la inteligencia artificial, aplicable a todos los campos, así que no es de extrañar que el desarraigo, la inestabilidad y la heterogeneidad sean las condiciones de nuestro tiempo. Frente a este panorama, el artista actúa como un observador activo de su época, capturando la esencia de su entorno y ofreciendo un testimonio conceptual de su realidad. En esta exposición, Haro refleja las complejidades y los temas relevantes de la sociedad en la que vive, utilizando múltiples recursos creativos para interpretar los cambios que acontecen a su alrededor.

Presidiendo el espacio central nos encontramos la instalación sonora The great meeting (‘El gran encuentro’), una mesa ovalada de dimensiones extraordinarias inspirada en la sorprendente foto –aparecida en los medios de comunicación– de la reunión de dos dignatarios (Putin y Macron) donde cada uno ocupaba un extremo opuesto. Un mensaje icónico codificado –como definiría Barthes– para simbolizar la gran distancia sociocultural de ambos países y las divisiones ideológicas, políticas o incluso geopolíticas de sus dirigentes y, por extensión, de sus poblaciones Sobre la mesa de esta instalación descansan dos teléfonos antiguos que Haro ha intervenido, convirtiéndolos en altavoces que reproducen fragmentos de citas de autores y artistas de diversas épocas y estilos y que articulan una curiosa conversación: en el teléfono A, una voz profunda y resonante recita las palabras de Hannah Arendt: «A quien le falta el vuelo, la tierra le presta sus abismos». Mientras tanto, el teléfono B responde con la melancólica frase de Samuel Beckett: «Ser artista es fracasar donde ningún otro se atreve a fracasar». Walter Benjamin susurra desde el teléfono A: «La esperanza solo nos ha sido dada por aquellos que no la tienen», mientras que desde el teléfono B se escucha la voz de Marcel Duchamp proclamando: «El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas».

Hasta 16 autores protagonizan este diálogo de sordos, los teléfonos parecen cobrar vida propia, como si estuvieran participando en una danza cósmica de ideas y pensamientos, aunque ninguno obtiene una continuidad, una respuesta. Las palabras se entrelazan y se contradicen, creando un tejido complejo de significados y reflexiones.

A pesar de la atmósfera distópica que parece envolver la sala, Haro nos ofrece un destello de esperanza con el tercer elemento de la instalación. Un lienzo monocromático, evocativo de Malévich, emerge como un contrapunto, posiblemente proporcionando inadvertidamente una respuesta a su exploración sobre la incomunicación. La tela, atravesada por trazos negros curvilíneos, propone la forma y el color en su máxima simplicidad, construyendo una base para el diálogo desprovista de artificio. La forma rebosante del lienzo, de 45 metros cuadrados, establece una relación a modo de homenaje con la tumba de Nuréyev en París, cubierta con una escultura con forma de alfombra oriental utilizada en los féretros de las personas nómadas.

En diálogo con esta instalación, la proyección Sound traveling (2024) recorre lentamente las paredes de la estancia contigua, sala donde su elevado grado de protección prohíbe intervenir en cualquier parte de su decoración original. Para obviar este precepto, Haro instala un soporte giratorio que va proyectando imágenes por las 4 paredes, a la vez que dos bandas paralelas representan las vibraciones sonoras emitidas por los teléfonos colindantes.

Entrelazando Fragmentos

Tampoco aquí han faltado sus papeles, creados para la ocasión: Igneo, Llamada o el espectacular Celestial no solo representan la paleta de colores que más tarde vemos en el vídeo, sino que rompe con el formato tradicional del cuadro, superando sus límites convencionales dotándolos de una flotación etérea, creando así una nueva versión del collage y el ensamblaje cubista. Destacar igualmente la escultura móvil Giróvago, un juego de formas cónicas en latón que giran enfrentados de manera no concéntrica hasta formar una hélice elíptica imaginaria. Una curiosidad mecánica, sin duda reminiscente de los estudios de ingeniería del artista. En términos artísticos, esta escultura podría explorar la relación entre forma y movimiento, así como la belleza estética de las formas geométricas y sus transformaciones.

Aunque la exposición pueda parecer fragmentaria a primera vista, una conexión invisible teje un diálogo coherente entre las distintas piezas, estableciendo un correlato significativo no solo con las estancias del Palacio, sino también entre sí. La línea trazada entre la gran mesa, los conos enfrentados y la pintura de la última sala revela un hilo conductor simbólico que las relaciona. Esta conexión trasciende lo puramente visual y se adentra en un reino conceptual, donde la geometría, el movimiento y el tiempo convergen en una narrativa artística que invita a reflexionar sobre la constante transformación del espacio y la realidad. Así, cada pieza se convierte en un nodo dentro de una red de significados, formando un diálogo coherente que enriquece la experiencia del espectador y otorga profundidad y unidad a la exposición en su conjunto.

Esta unidad se verá coronada con la pieza que da nombre a la muestra, Le Film. Esta nueva videocreación del artista ha contado con el diseño de producción del cineasta Carlos Belmonte y la banda sonora del músico Raúl Frutos, miembro del grupo Crudo Pimento. Aquí, Ángel Haro evoca un diálogo con el mundo contemporáneo, resonando con la exploración mágica de la realidad propuesta por Jorge Luis Borges en sus laberínticas narrativas. Así como Borges desafió las nociones tradicionales de tiempo y espacio, Haro desafía las convenciones narrativas lineales, ofreciendo al espectador una experiencia hipnótica donde la percepción del tiempo se distorsiona y las fronteras entre lo real y lo imaginario se desdibujan. En Le Film, Haro teje una tela narrativa donde los hilos del pasado, presente y futuro se entrelazan en una danza fugaz y enigmática. En movimiento continuo pasan por nuestros ojos objetos, personas, ciudades o naturaleza, en una cadencia de bloques que se asemejan a la estructura de Dante en su obra cumbre, La divina comedia, tanto la música como los colores nos van señalando los distintos estratos espirituales. Mientras tanto, las piezas que conforman la exposición aparecen y desaparecen formando parte activa de las imágenes. El espectador es transportado a un universo efímero donde la realidad se deconstruye y reconstruye constantemente, invitándolo a cuestionar sus propias percepciones y a sumergirse en un viaje introspectivo hacia lo desconocido, hacia la incertidumbre de un futuro incierto. Esta producción proyecta las inquietudes y reflexiones del artista, creando un espacio de exploración para las referencias contenidas en la sensibilidad del espectador.

Le Film, con su misterio y su fascinante ambigüedad, cierra el ciclo temático de la exposición, dejando al público con una sensación de asombro ante la infinita perplejidad del momento que nos ha tocado vivir y la capacidad del arte para plantear sus misterios más profundos. En definitiva, la obra más reciente de Ángel Haro nos sumerge en un viaje reflexivo que cuestiona nuestra percepción de la realidad y nos invita a explorar las posibilidades del arte como medio de expresión y comprensión del universo que habitamos.