Opinión | La feliz gobernación

Camino Segovia

AVE directo con Castilla la Vieja, menos de tres horas para cubrir el trayecto. Pero no podía faltar la anomalía. El tren permanece detenido 45 minutos en Chamartín, rebasando en la estación madrileña la hora prevista para llegar a Segovia: sesenta minutos de retraso

Una de las piezas que forman parte de la muestra de Haro en Segovia.

Una de las piezas que forman parte de la muestra de Haro en Segovia. / Joaquín Clares

Tiene gracia. La primera vez que una línea ferroviaria directa con origen en Murcia rebasa destinos más arriba de Madrid, por ejemplo Valladolid, obedece a la iniciativa del exalcalde de esta ciudad, el actual ministro de Transportes, Óscar Puente. Como por aquí no somos partidarios de teorías conspiratorias, hay que deducir que se trata de una casualidad. El pasado viernes decidí estrenar ese flamante AVE, con parada final para mí en Segovia. 

Todo, o casi todo, bien. Larga cola en la estación del Carmen para salir a las 6,30 de la mañana. Los vagones, llenos, casi repletos. Si no hay más frecuencias, no será por falta de demanda. Salida puntual. Diez minutos después, parada en Orihuela, y a los treinta, en Elche. Son paradas escoba, y ya directos a Chamartín, con llegada a las 9,20. Bien. El tren queda prácticamente vacío, lo que indica que los destinos de Murcia a las tres provincias de Castilla la Vieja (me encanta esta denominación de mi aprendizaje escolar) previstas en el itinerario (Segovia, Valladolid y Burgos) son escasos. Pero pronto se llenan de nuevo los vagones. Las gallinas que entran por las que salen. 

Aunque no podía faltar la anomalía. El tren permanece detenido 45 minutos, rebasando en la estación madrileña la hora prevista para llegar a Segovia, es decir, sale diez minutos después de que hubiéramos debido descender en esa provincia. Hay explicaciones, vagón por vagón, cosa excepcional en Renfe, de un empleado de la compañía. ¿Motivos del parón? «Problemas de tracción del vehículo». Vale. Llegada a Segovia con una hora de retraso. La estación, a seis kilómetros de la ciudad. 

Todo tiene su cara y su cruz. Para viajeros como yo que en este caso no teníamos prevista una cita profesional a final de trayecto, el retraso es irrelevante. Y tiene su ventaja:me devolverán el precio íntegro del billete. El viaje, gratis. Pero la pregunta es: si estas incidencias se producen con frecuencia, ¿cómo harán rentables estas líneas? El ministro Puente, que se queja de la competencia a Renfe por los precios de las operadoras ‘low cost’ privadas, en la práctica promueve la gratuidad de la empresa estatal si no es capaz de cumplir los horarios. 

El lector me perdonará el relato de esta aventurilla personal, pero somos muchos los murcianos que hemos viajado poco o nada en tren desde la pandemia, y tomar el AVE en la estación del Carmen tiene el regustillo de las primeras experiencias. Disponer de estas comunicaciones, que para otros enclaves son habituales desde hace mucho, invita a reflexionar sobre el tiempo perdido y las luchas infinitas por el trazado, el soterramiento, la razón de las polémicas y las capacidades políticas y de gestión de quienes ordenan estas infraestructuras. 

Sin olvidar que Cartagena queda descolgada de este lujo, y ya veremos cuánto tiempo. Las líneas de largo recorrido siempre fueron Cartagena-Madrid o Cartagena-Barcelona y, de momento, la ciudad marítima está fuera de los paneles informativos de las estaciones. Tienen toda la razón en su queja.

Llama la atención que a la vez que se inaugura la línea ferroviaria Madrid-Castilla la Vieja, el aeropuerto de Corvera ponga en marcha un puente aéreo de fin de semana con Madrid a treinta euros. Unas veces tan poco y otras tanto

Por lo demás, también llama la atención que a la vez que se inaugura la línea Madrid-Castilla la Vieja, el aeropuerto de Corvera ponga en marcha un puente aéreo de fin de semana con Madrid a treinta euros. Unas veces tan poco y otras tanto. Aunque por lo sabido, si bien los aviones no llenan aún todo el pasaje, hay demanda para unos y otros. Para los cartageneros, el vuelo es una opción, como pude comprobar entre quienes nos reunimos en Segovia.

Pues bien, obtenido el perdón anteriormente solicitado, insistiré en el pecado. Les hablaré de Segovia. Una ciudad como de casita de muñecas, bellísima, recogida y acogedora, con su castillito de cuento de hadas, su poderosa gastronomía incompatible con el vegetarianismo e invadida por un turismo respetuoso, manejable, todavía ajeno al termiteo, que sólo influye en el precio de los restaurantes y con una población equivalente a la de Molina de Segura

La ruta de Machado, el museo de las marionetas, el otro Zuluaga, la librería Torreón, más unas noches interminables y dulcemente peligrosas... Y, claro, no se me olvidaba: el Acueducto (¿qué hicieron por nosotros los romanos? se preguntaban los Monty Python), felizmente omnipresente. Cuando uno observa el Acueducto se pregunta irónicamente: ¿quién en su sano juicio se atrevería a hacer una instalación artística en cualquier lugar de esta ciudad existiendo ya este fogonazo insuperable?

Pedro Medina (i) y Ángel Haro (d) en el Palacio Quintanar.

Pedro Medina (i) y Ángel Haro (d) en el Palacio Quintanar. / Joaquín Clares

Pero a esto es a lo que uno viene, aunque no tanto a una ‘instalación’ como a una ‘intervención’ de Ángel Haro, hermano de la vida, en una de las salas del Palacio Quintanar, un edificio renacentista que no está remodelado para exposiciones sino que éstas han de acomodarse a sus espacios intactos. Y allí coincidimos algunos fanáticos del artista. Cito de memoria a los pintores Javier de Juan, Willy Ramos y Ricardo Escavy, al crítico de ABC Miguel Cereceda, al poeta José María Parreño, a los actores Ginés García Millán y Jorge de Juan, a la escultora Mar Solís, al filósofo Pablo Jarauta, a la jefa de eventos del ayuntamiento de Madrid, Delia Pichirilli, a la directora de Ficción de A3Media, Montse García Álvarez, a la diseñadora Teresa Jular, a las comisarias artísticas Lolo Galindo y Julieta de Haro, al cantaor Julián Pérez Páez, al fotógrafo Joaquín Clares, al nuevo decano del Colegio de Periodistas, Miguel Massotti, a los empresarios Andrés Fernández y Emilio Morales... Un lleno absoluto, una convivencia gratificante y un buen ratico de acuerdo al resultado de la muestra. 

Merece la pena estrenar nuevo AVE con una visita a la simpar Segovia (a menos de tres horitas de distancia, siempre que Renfe no prolongue la espera en las paradas) para flipar una vez más con el ingenio de los eternos romanos y para quedarse entusiásticamente perplejo ante el talento de Ángel Haro

Haro, que hará diez años ya mostró su genio para este tipo de actuaciones en la Tabacalera de Madrid con La Tregua, ha creado ahora The Filme: Andante perplejo, con la que vuelve a trabajar en la inmersión del lugar que le es concedido, de tal manera que las piezas exhibidas no podrían reproducirse del mismo modo en otros marcos. Trabajo más complicado cuando las estancias por las que transcurre el recorrido mantienen la decoración identitaria del espacio en paredes y techumbres con pinturas, orlas y objetos decorativos, y así las piezas expuestas han de convivir con el entorno atrayendo la atención por su propia expresividad. 

Haro despliega toda su diversidad creativa en pinturas, esculturas y artefactos escenegráficos, concluyendo con una película de unos veinte minutos en que se resumen las sugerencias contenidas en el resto de la obra, que en el fondo es también la síntesis de las obsesiones y tributos que viene desplegando a lo largo de su trayectoria. En su obra, la abstracción se puede describir, y de ahí surge un relato abierto, con todas las piezas en comunicación, una sutil figuración conceptual. Hay piezas fabulosas como la gran mesa rectangular sobre la que se desborda una tela pintada de gran dimensión en cuyos extremos aparecen telefónos que repiten ciertas frases de Umberto Eco («El signo es cualquier cosa que pueda usarse para mentir» o «La ficción nos da un modelo de verdad irrefutable») en lo que resulta un diálogo imposible y que claramente está inspirado en aquella entrevista en Moscú al principio de la guerra de Ucrania entre Putin y Macron, alejados entre sí por una mesa de dimensiones extraodinarias.

Putin y Macron, alejados entre sí por una mesa de dimensiones extraodinarias.

Putin y Macron, alejados entre sí por una mesa de dimensiones extraodinarias. / REUTERS

El encuentro del artista con el prestigioso e hiperactivo comisario Pedro Medina vuelve a poner de manifiesto una sintonía que previsiblemente ofrecerá nuevos exponentes de excelencia en el futuro, así como resultan fundamentales otras colaboraciones de primera categoría, como las de Raúl Frutos, de Crudo Pimento, en la música, la producción videográfica de Carlos Belmonte o las voces de Toni Medina y Arancha de Juan

Merece la pena una visita a la simpar Segovia (menos de tres horitas en el nuevo AVE, siempre que Renfe no prolongue la espera en las paradas) para flipar una vez más con el ingenio de los eternos romanos y para quedarse entusiásticamente perplejo ante el talento de Haro. Andante y buen viaje.  

Una de las piezas principales de la intervención del artista Ángel Haro en el Palacio Quintanar de Segovia.

Una de las piezas principales de la intervención del artista Ángel Haro en el Palacio Quintanar de Segovia. / Joaquín Clares

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