Exposición

El nuevo ‘florecer’ de Manuel Pérez

El murciano regresa a la Galería LaLuz con una muestra en la que se olvida de sus exuberantes panorámicas selváticas para centrarse en el detalle

El florista Fernando Ríos ha sido su inspirador

Manuel Pérez, en LaLuz.

Manuel Pérez, en LaLuz. / Juan Carlos Caval

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Para Manuel Pérez (Murcia, 1976), el «hecho pictórico» es como caminar. «Yo salgo a pasear por los bosques, y a lo mejor, después de mucho andar, me encuentro con una ladera, o con una pradera, y me acerco a ver las flores», relata. Y lo cierto es que, quien conozca su obra, coincidirá con este redactor en que esa metáfora (que en realidad no lo es tanto, porque al final de lo que habla es de sus paisajes interiores) es perfecta para conocer su obra y, muy especialmente, la evolución que ha tenido como artista en los últimos años.

El murciano se ha ganado un hueco en el panorama plástico regional con un estilo muy marcado tanto en lo puramente pictórico como a nivel temático e, incluso, de formato. Las grandes panorámicas naturales de colores explosivos, casi surrealistas, que ha exhibido casi desde que iniciara su trayectoria, allá por la segunda mitad de los años noventa, le han convertido en uno de los artistas más llamativos de la Región; y, con ello, de los más fácilmente identificables (lo que hoy en día es toda una virtud). Porque no se puede no pensar inmediatamente en Manuel Pérez cuando uno se cruza con alguno de esos exuberantes paisajes selváticos.

Sin embargo, en una charla con La Opinión, el pintor se muestra particularmente «satisfecho» al haber conseguido hacer «algo nuevo; o, por lo menos, al haber logrado «darle forma», a su manera, a esta nueva fase de su largo caminar. Porque sí, Manuel Pérez ha dejado atrás el bosque y se ha acercado a las flores. «Ya lo hacía en mi anterior exposición, en la del Museo Cristo de la Sangre [El jardín secreto, que pudo visitarse entre los meses noviembre y diciembre], pero en esta ocasión he centrado todavía más el foco», explica. «De hecho, el primer plano es el gran protagonista de Florecer», añade con presteza.

El artista se refiere a la muestra que inauguró el pasado martes en la Galería LaLuz, en el número 2 de la céntrica calle Alejandro Seiquer; «te encuentras con ella aunque no quieras», señala entre risas el murciano, que fue precisamente el encargado de la colección con la que abrió puertas este espacio hace poco más de un año. Ahora regresa con una serie «diferente» y hecha «a medida» que ya desde el primer momento captó la atención de los viandantes: «Estábamos montando y ya había gente que desde el escaparate me decía que las obras eran muy bonitas, así que estoy muy animado e ilusionado», confiesa Pérez junto a su socio Fernando Ríos, figura clave en este proyecto que es Florecer; hasta el punto de que Carlos Salas, el galerista, asegura que es, en cierto modo, «coautor» de la muestra.

Una mujer observa algunas de las piezas y sus floreros.

Una mujer observa algunas de las piezas y sus floreros. / Juan Carlos Caval

Pero Ríos no es pintor, es florista. Concretamente, es el gerente de la Floristería Fernando Hijo, en Murcia, y vicepresidente de la Asociación Española de Floristas, pero fue quien empujó definitivamente a Manuel Pérez a dar el pequeño-gran salto que supone este trabajo. «Esto nace –cuenta el artista– de una conversación que tuve con él justo a mitad del proceso», tras El jardín secreto, en la que miraba desde lejos los campos de flores silvestres. «Digamos que me ayudó a definir la idea con la que he estado trabajando desde entonces y que ha dado lugar a esta muestra», explica el pintor. Sobre todo fue una propuesta que se quedó a medias la que acabó de decantarle por un camino que tenía ganas de explorar: «Me propuso colaborar con él en el stand que iba a presentar en una feria de Valencia. No se pudo porque, por normativa interna, no le permitieron llevar obra pictórica, pero aquello fue importante».

Así pues, Manuel Pérez siguió trabajando en este Florecer pero a través del diálogo con Ríos, que sostiene que son muchas las similitudes entre pintores y floristas. «Yo, por ejemplo, he tenido que estudiar la teoría del color. También las proporciones, claro (que no solo hay que tenerlas en cuenta a la hora de hacer un cuadro; también cuando hacemos un ramo de flores), y, por supuesto, las texturas, porque no es lo mismo trabajar con unas que con otras. En fin, que tenemos mucho en común», asegura el otro ‘artista’ de esta historia. «Al final, ambos estamos componiendo y creando», añade Pérez, para quien la única diferencia es que él trabaja en dos dimensiones y Ríos, en tres.

De hecho, cada una de las nueve piezas principales de la exposición –de grandes dimensiones y en acrílico sobre papel sin enmarcar, en un guiño también a la «sensibilidad» de los pétalos– está acompañada de un pequeño florero que Ríos ha preparado para la ocasión. Incluso hay uno que ha sido específicamente reinterpretado por Pérez: «Me gustaba la idea de que al menos una de las piezas estuviera directamente supeditada a su trabajo», señala el murciano, que también ocupa la «trastienda» de LaLuz. «Ahí tengo un pequeño muestrario de antecedentes: piezas sueltas que he ido haciendo a lo largo de los años y que creo que juntas ayudan a entender un poco el proceso», aclara el creador, que, en cualquier caso, dirige la atención sobre «la parte visible» de la galería, donde descansarán «durante un par de meses» las nueve obras principales de este ‘florecer’.

Para la elección de las flores, Manuel Pérez se ha dejado aconsejar por el experto. «Constantemente le preguntaba por cuáles eran las que más le gustaban a él y le pedía referencias; ya te digo que ha sido todo producto de un diálogo continuado», insiste el pintor, mientras que Ríos concreta: «Hemos intentado buscar flores de primavera, de las que la gente va a poder ver a partir de ahora en las tiendas, en los jardines, en los viveros... Es una oda a la primavera». «¡Y un homenaje a la vida!», apunta Pérez, que reconoce las múltiples lecturas que tiene el título de la muestra: Florecer. «Por supuesto, más allá de lo evidente, habla de la belleza, que es en cierto modo lo que creo que justifica nuestra existencia; es aquello que nos hace seguir adelante, que nos impulsa», dice.

También es una declaración de intenciones. «Sí, podría ser una suerte de bandera. Porque me preocupa mucho el legado que dejamos en nuestro transcurrir por la vida. Igual que las personas tenemos nuestro lado más oscuro y otro más luminoso, la huella de nuestro paso por este planeta ofrece cosas realmente hermosas y otras que no lo son tanto», reflexiona cuestionado por la galopante crisis medioambiental que vivimos en la actualidad. Sin embargo, insiste en su preferencia por «la parte positiva de todo esto»; siempre ha sido así en su producción. Y el color juega un papel clave en esa reinterpretación optimista que hace del mundo natural que nos rodea; un color que no es en absoluto realista: «El color es la emoción que nos envuelve. El filtro que utilizo para procesar todas esas imágenes no es otro que el corazón, e intento captar todo lo que me sugiere, depurarlo y plasmarlo en el soporte».

Y el resultado, al menos para Ríos, es «espectacular». «Me iba mandando fotos durante el proceso y la verdad es que ya veía que estaba haciendo algo realmente bonito, pero es que cuando vi las obras por primera vez en la galería me quedé realmente sorprendido. Es que es una pasada... Y me parece increíble que, teniendo un estilo tan marcado, pueda tener tal cantidad de variaciones y facetas», apunta sobre este ‘nuevo’ Manuel Pérez. Él (el artista), no obstante, lo vive con naturalidad: «Yo voy a seguir paseando por la naturaleza, y seguro que tarde o temprano encuentro otra salida. No me preocupa. Uno es caminante (o pintor), y el paisaje es infinito. Al final, lo que hago no es más que recorrer mi mundo interior».