Música

El espíritu errante de Morgan hace parada en Cartagena

Cantando en inglés (aunque incluyeron algunas canciones en español), parten de sonoridades notoriamente clásicas de los 60 y 70 con pinceladas soul, y apuestan por una riqueza instrumental que oscila entre lo grandioso y lo ampuloso

‘Una cuestión de actitud’ es el slogan escogido por el Cartagena Jazz para su 42 edición. Lo justificaban diciendo que en el jazz como en la vida todo es cuestión de actitud. Con la inclusión de Morgan en el cartel, además de reafirmar su eclecticismo, pareció que, con la banda madrileña (aunque parecen salidos de Laurel Canyon), propusieran viajar en un Delorean al festival Monterrey Pop.

Morgan ofrecieron un recital de robustos tonos rockeros y frágiles fibras sentimentales. Como los grupos que les inspiran, tienen espíritu errante, de carretera, y en estos momentos se encuentran despidiendo su gira The River Tour. Cantando en inglés (aunque incluyeron algunas canciones en español), parten de sonoridades notoriamente clásicas de los 60 y 70 con pinceladas soul. Apuestan por una riqueza instrumental que oscila entre lo grandioso y lo ampuloso, y la omnipresencia de teclados proporcionan al conjunto cierta épica sementera.

Nina de Juan, durante el concierto de Morgan en Cartagena este sábado.

Nina de Juan, durante el concierto de Morgan en Cartagena este sábado. / Loyola Pérez de Villegas

Con una calidez que acaricia los instrumentos, Morgan narraban sus historias a media voz echando a andar con Planet Earth y Attemptings, entre medios tiempos y algunos momentos acústicos, con inequívoco sabor a americana. En On and on (wake me up) mostraron la cara más pop, pero sin perder un ápice de garra, y con la electrizante Paranoid fall sacaron su lado más rockero y afilado. Durante el intenso show, donde hay canciones de 6 y 7 minutos, muy al estilo de unos Grateful Dead, como si fueran una ‘jam band’ (ahí se les puede vincular con el jazz), repasaron los clásicos de sus tres discos de estudio, con una parte potente y otra más emotiva: intentan siempre equilibrar, divertir, y transmitir que tocar en directo es una de las cosas que más felices les hace. Nina no cesó de mostrarse agradecida por la fortuna de poder seguir tocando.

Repasaron los clásicos de sus tres discos de estudio, con una parte potente y otra más emotiva, para equilibrar

De corazón joven, la cantante y pianista Nina de Juan es todo amabilidad, simpatía y ganas de agradar; posiblemente es la principal clave del éxito de Morgan: posee una espléndida voz, que emplea con sensibilidad y sentimiento, echándole garra cuando la ocasión lo requiere. Con Home, una especie de plegaria que podría sugerir a Leonard Cohen, nos llamaron a sentirnos libres dando paso a un pequeño bloque en español que incluyó Un recuerdo y su rey, dulce como una nana, y la esperada Sargento de Hierro derrochando sensibilidad.

El show seguía su curso cuando llegaron Flying Peacefully -con su toque soul, sus brillantes teclados y un final sorprendente- y Thank you, que pusieron rumbo a la recta final. El bis comenzó con Volver: Nina sola al piano y su voz apoderándose de la sala. 

Luego salió la banda para acometer una impresionante Alone -con su pequeño homenaje a Pink Floyd; siete minutos que son pura brisa sanadora-, River -a la que le inyectan un extra de misticismo gospel donde brilla la stratocaster, así como los arreglos al piano, imprescindibles en casi todos los temas-, Another Road (getting’ ready), que con su ritmo funky suena como un cruce entre Jamiroquai y Stevie Wonder, y se apoderó del local con su invitación al baile, destacando el solo de bajo y el teclado con efecto wah-wah. La despedida fue con Marry You, que empezaron con la voz de Nina, en el centro del escenario, bañada de intimidad, y la guitarra acústica de Paco López, y finalizaron a lo grande con toda la banda.

Como pompas de jabón

Bonita velada, que pudo ser más, en la que plantearon un show efectivo, pero conservador. Sonó bien, aunque durante el tramo inicial la batería lo apagaba todo, y se echó en falta algo más de chispa.  

Un pequeño bloque en español incluyó ‘Un recuerdo y su rey’, como una nana, y ‘Sargento de Hierro’

Nada de pose, todo natural y sencillo, más aún cuando Nina abandonaba su puesto ante el teclado en el lateral del escenario para ponerse en el centro venciendo su aparente timidez, sin la consabida actitud rockera; puntito amateur, quizás naif, en sus parloteos. 

Pero no cabe ninguna duda de que las ‘cancioncitas’, como decía Nina, son grandes canciones, y todo un repertorio de filigrana rítmicas. La intensidad de la actuación captó la atención del público; mérito doble si anotamos en su haber que van a la suya y no han rebajado la pureza de su música, como de pompas de jabón flotando en el aire.

Batlle en El Batel

«Pol Batlle es una nueva bocanada enérgica que te puede tumbar de una sola canción, un cantante con altísimas dotes por la interpretación que convierten cada tema en un viaje de aquellos que cuesta olvidar». Así se referían, desde la organización del certamen, al artista que dejó su impronta este domingo en el Cartagena Jazz Festival. Lo hizo en la terraza de El Batel, donde desgranó las creaciones de Salt Mortal, un trabajo, de 2022, que fue galardonado en dos ocasiones en los premios Grammy latinos. Con la atmósfera que generó en la ciudad portuaria, demostró por qué. En la imagen, un momento del recital de ayer.