Entrevista | Wakame Toni Bastida y Lolo Walls

"Si no estamos viviendo una revolución, deberíamos; estamos un pelín dormidos..."

La banda murciana anteriormente conocida como Funicular ha pulsado el botón de 'reset': nuevo estilo, nueva música y nuevo comienzo

'Revolución industrial' (2023), su primer disco bajo este nuevo normbre, salió en plataformas digitales hace unos días

Wakame.

Wakame. / ANTONIO MOLINA

Tras casi tres años desde que se empezó la grabación, por fin ha visto la luz Revolución industrial (Entrebotones 2023), el esperadísimo álbum de estudio de la banda murciana Wakame (Toni Bastida, Lolo Walls, Álvaro Sánchez y Lex Serrano), que ha producido Carlos Hernández (Viva Suecia, Carolina Durante, Los Planetas etc.), y donde también Rafa Val-Viva Suecia ha metido mano en el single Carrie White, que precedió la salida del álbum con varios adelantos que nos permitieron abrir el apetito, como Metaverso, su single debut.

Lejos de volver a repetir la fórmula de Funicular, su anterior banda, y también como resultado de dos años de pandemia, Wakame traen un sonido renovado sin perder la marca original, influido por el rock alternativo de bandas como Placebo, The Killers o Interpol entre otras, y que ahora es una suma de capas que, lejos de interponerse entre ellas, se han trabajado y refinado para que al juntarlas y quitarlas no haya estridencias. Estamos ante un disco directo, casi crudo, que bien habría podido registrarse de una sola toma para reflejar toda la fuerza de la banda sobre un escenario. Wakame, que parten de cero, han logrado capturar con maestría las preocupaciones, penas y alegrías de toda la vida en cada canción, con una atmósfera actual y temática moderna. El 30 de junio lo presentarán en la sala madrileña El Perro de la Parte de Atrás del Coche.

Habéis tardado un tiempo en decidiros a sacar el disco. ¿Hace cuánto lo teníais grabado?

Toni Bastida: Se grabó en pandemia. En noviembre de 2020. 

Lolo Walls: No vimos el momento adecuado hasta que pasó la onda del dichoso bicho, y es cuando vimos más la luz también nosotros a nivel interno de la banda, porque queríamos reinventarnos. 

T. B.: Ese tiempo nos vino muy bien, porque si lo hubiéramos sacado en ese momento habría sido con otro proyecto anterior.

¿Funicular?

T. B.: Seguramente. Creíamos que teníamos un buen trabajo entre las manos, pero no era el momento de sacarlo por las circunstancias. La música se llevó un hachazo enorme. En ese momento nos vino muy bien, estuvimos pensando mucho las cosas, y surgió Wakame.

¿Cómo disteis con el nombre? ¿Fuisteis a cenar a un japonés o algo de eso?

T. B.: No sabes, Ángel, las vueltas que dimos. Una lista de 120 nombres.

Estaba claro que queríais acabar con el nombre de Funicular.

T. B.: No por nada, ni porque reneguemos ni nada eso, sino que creo que dimos una especie de salto cualitativo: cambiaron muchas cosas a la hora de componer. Al final, eso es un grupo, vas creciendo…

¿Ha cambiado la formación?

T. B.: Nuestro exbatería se lo tuvo que dejar por movidas personales (el disco sí lo grabó), y tenemos muy buena relación personal con él, pero es que no le daba la vida, y estamos ahora con un nuevo chaval que lo hace muy bien y tiene la misma ilusión que nosotros.

Tenéis un directo muy potente.

T. B.: Muchas gracias. Era el momento de sacar ahora bajo otro nombre. Pensábamos que nos iba a hacer mucho bien salir con un aire fresco y con una música que para nosotros no es la de Funicular; es como una producción más currada, tiene muchos detalles, un matiz más crudo, más guitarra, más distorsión. 

L. W.: Tuvimos mucho tiempo también a la hora de componerlo, no fue con la prisa. Estuvimos dos meses encerrados en casa aproximadamente, y en esos dos meses fue cuando terminamos de darle las pinceladas productivas al disco, Esos dos meses se notan, todos los días pasando audios con el resto de la banda, todos aportando.

También os enseñó a trabajar de manera telemática. Se gana tiempo tal vez.

L. W.: Sí, hemos ganado mucho tiempo bajo mi punto de vista. En mi caso personal, yo estaba muy limitado de tiempo con mi trabajo antiguo; ellos lo saben, y esto me vino muy bien. Encerrarme en mi casa solo, exclusivamente pensando en el proyecto de la banda fue muy bien, y lo pusimos todo en práctica por así decirlo, lo compactamos todo cuando empezaron a abrir la veda ese verano. Estuvimos dándole forma, y ya en noviembre nos encerramos con Carlos Hernández.

¿Hicisteis un trabajo de preproducción, y Carlos Hernández dio las pinceladas definitivas?

T. B.: Nosotros lo llevábamos bastante crudo. Es verdad que me esperaba más tijera. Sabes tú que cuando llevamos un tema que está virgen al productor, dice: “Esto fuera, esto no me gusta, esto retíralo…”, y esperaba mucho más destrozo en las canciones, pero ha respetado bastante, ha añadido cosas muy buenas, le ha sacado el potencial que teníamos. Estamos muy contentos. 

L. W.: Y el sonido que queríamos.

“Metaverso” fue el primer avance del álbum. Ha pasado tiempo, habréis perfilado muchas cosas, porque en esta grabación, ¿todo lo hicisteis en los estudios MIA de Antonio Illán?

T. B.: Sí, se grabó allí. Es un estudio que a Carlos le gusta. 

L. W.: Ha trabajado mucho en ese estudio. Se vino con nosotros y estuvo dos semanas.

Decía esto porque en Carrie White aparecía Rafa Val, aportando guitarra, voz y producción.

L. W.: Sí, y Carlos hacía labores de ingeniero de sonido. 

T. B.: Él cogió el tema, y es verdad que, si coges a dos productores, corres el riesgo de que se note una diferencia a nivel de sonido entre un tema y otro. Carlos se encargó de darle los matices que tenían el resto de temas, con la producción de Rafa ya hecha, y hacerlo para que todo encajase y sonase de forma similar y que tuviese un hueco en el disco, que no hubiera una diferencia de sonido muy grande. Hizo un buen trabajo.

De hecho, están tan bien empastadas las canciones que no se nota la diferencia. Tienen bastantes puntos en común Rafa Val y Carlos Hernández.

L. W.: Sí, son un tándem muy bueno. Me di cuenta de que Rafa quería una cosa más limpia, y Carlos le dijo: “No lo hagas tan limpio, porque me gusta que tengan un pelín más de grunge las guitarras”, y tuvo que dárselo. Eso es lo que Toni dice de que siguiera el hilo conductor sónico del resto de las canciones. 

T. B.: Por ejemplo, a nosotros jamás se nos habría ocurrido meter una guitarra acústica, y Carrie White lleva una. La grabó Rafa, y cuando nos lo propuso, dije: “Una guitarra acústica aquí, no sé…”, pero ¿cómo no le vas a hacer caso si es un musicazo? El resultado nos encanta. 

L. W.: Y aprendimos mucho también esos dos días que nos tiramos con Rafa en el estudio.

Siempre os habéis sabido rodear de buenos colaboradores y productores. Como Funicular trabajasteis también con Paco Neuman.

L. W.: Grabamos un tema con Paco en su estudio en Granada, y el resto del disco lo grabamos en MIA; ahí fue Antonio Illán el productor. Y luego con Jose Caballero.

Son referencia, y sabiendo incluso lo solicitados que están, vais hacia ellos. Tendréis que encajar las agendas.

T. B.: Eso es lo más complicado, pero sí.

La paciencia es algo inherente a Wakame.

T. B.: Sí, hay que ser paciente, porque juntarnos cuatro personas para ensayar ya cuesta.

¿Lo habéis subido también a plataformas digitales?

T. B.: Sí, está en todas.

¿Hay edición física?

T. B.: De momento no, porque requiere una inversión, y un grupo, aparte de paciencia, son números. Y vamos a ver la aceptación. Si tiene buena acogida, sí que sacaremos una tirada, pero yo a lo mejor la haría, más que en CD, en vinilo. A un verdadero amante de la música, de un clásico, siempre le gusta tener su vinilo, más que un CD. Siempre está guay, pero cada vez la gente escucha menos CDs, me da la sensación.

Al menos casi no se compran. ¿Os habéis planteado que o se hace con una independiente o no se hace?

T. B.: Claro, por supuesto. Es que sacarlo por nuestra cuenta ya lo habíamos hecho, y los resultados están ahí. Estuvimos hablando con Entrebotones, les mandamos nuestro disco, les gustó, nos cuadró lo que nos dijeron, la relación fue muy buena, querían sacarlo y lo sacamos con ellos.

¿Creéis que Wakame encajaría en una multinacional, o preferís de momento caminar por este lado digamos más íntimo? ¿Lo habéis hablado con Rafa Val?

L. W.: No, porque cuando produjo con nosotros acababan de fichar por Universal.

Le pilló en la transición desde Subterfuge.

L. W.: Claro, estaba muy reciente. No quisimos ahondar mucho. El tema de la multi… Antes sí se podían meter en “no, esto no lo hagas así”, pero hoy en día se han dado cuenta de que el producto funciona sin ellos.

Quizás intentan intervenir, y si hay un rechazo, como les interese que el artista siga con ellos… Pienso en Arde Bogotá cuando digo algo así.

T. B.: Es el ejemplo más cercano que tenemos aquí en la región. Nosotros hemos coincidido con ellos en muchos sitios cuando estaban empezando, y de repente mira dónde están. Quién no querría estar tocando en los festivales donde están tocando ellos, por supuesto que sí, pero siempre y cuando estés haciendo la música que tú quieres hacer y que nadie te diga “no te salgas de esto”, porque al final, como músico, también te gusta experimentar, siempre y cuando no pierdas tu esencia, pero si se respeta eso y además tienes el plus de que la gente venga a tus conciertos, se sepa tus canciones, eso es clave. Cuando te digo esto, no estoy pensando ni en dinero, ni en el beneficio económico que te pueda dar un concierto ante miles de personas.

L. W.: Mentiría si te decimos que no queremos que nuestra música suene hasta en los caballitos o en los coches de choque de la feria. Cualquier músico que te diga: “Yo es que hago música para mí”, eso es mentira.

Cuanto más lejos llegue, mejor. Bioética viene muy a propósito del momento en que grabasteis el disco.

T. B.: No me quiero meter mucho en el rollo de la pandemia, porque creo que se ha hablado demasiado de ello, lo que se tenía que hablar, porque ha sido una cosa histórica, pero se ha trillado tanto y trae tan malos recuerdos, que no me gusta hablar de ello. No me gusta ni mencionar que este disco se ha grabado en pandemia. 

L. W.: También hay que hacer un apunte: Toni y Álvaro son enfermeros de UCI y de quirófano de urgencias, y a ellos les pilló en aquella vorágine. No evoca muy buenos recuerdos a nadie, y a ellos especialmente menos.

Necesitabas exorcizar, sacar todo eso.

T. B.: Todo ha influido, y al final se ve reflejado. Yo, cuando la compongo, no me doy cuenta, porque es verdad que no me pongo a pensar nada en concreto, y conforme empiezo a escribir me va viniendo. Al final acabo hilando y tiene un sentido. Bioética por supuesto que ha bebido de esa situación, de esa experiencia.

¿Y cómo englobáis ese título de Revolución industrial, en principio un poco alejado de lo que estamos hablando?

T. B.: No está tan lejos. Viene a raíz no de la industria de la música, pero sí de lo que hay alrededor de la música, que son muchísimas cosas, el querer estar siempre innovando, la inmediatez, hacer música rápida para que guste, qué puedo hacer ahora para captar más audiencia. Hay muchos rangos de edad que están totalmente descolgados de lo que nosotros hacemos. Cómo puedo engancharlos; por ejemplo la franja de los 18 a los 25…

Pasan de las guitarras.

T. B.: Vamos, es una cosa… Todo el rato dándole vueltas: cómo puedo enganchar a esta gente haciendo lo que yo hago, dándole el punto medio. Te puedes tirar por una rama que a lo mejor te encanta, guitarras más duras… Pero, claro, dices: “Si me meto aquí, pierdo a este sector”. Sin dejar de hacer lo que a ti te gusta, es estar en continua renovación. También viene un poco de ahí lo de revolución industrial.

Suena a cambio brusco.

L. W.: A nivel social, si no estamos viviendo una revolución, deberíamos vivirla. Estamos un pelín dormidos.

Está propiciándola quizás el avance tecnológico.

T. B.: La inteligencia artificial…

L. W.: A mí me da urticaria y miedo la inteligencia artificial.

T. B.: El metaverso… Está todo al final muy relacionado con el título. Nos vino muy bien.

Habéis publicado seis singles antes de la salida del álbum. Lo habéis dosificado. Son ocho canciones en total.

T. B.: Sí. Al final es un poco el tema de gestión, no sabes muy bien cómo hacerlo, y valoramos que, al ser un grupo que no somos conocidos –la gente no había oído hablar de nosotros–, nos podía ayudar salvar las canciones y alargar un poco la vida individualmente de cada una, más que sacarlas de golpe y correr el riesgo de que se queden perdidas u olvidadas en un disco. Al final la gente ya no se pone un disco completo… Es revolución industrial, Ángel. 

L. W.: Viene de la mano porque vivimos en una época en la que la inmediatez es lo que se busca, y una persona no se va a tragar de una banda que no conoce de nada 7 canciones. Dosificado, a lo mejor le entra mejor.

¿Cómo se lleva Revolución industrial con todo lo que hayáis publicado antes bajo otros nombres?

L. W.: Lo anterior está ahí, la gente puede escucharlo, nosotros no renegamos de lo que hemos hecho. En ese momento nos sentíamos así e hicimos lo que hicimos, pero a día de hoy yo no podría hacer la música que hacía en aquel entonces porque he evolucionado como persona y como músico. Tendría que meterme en la piel de mi yo de hace 5 años. 

T. B.: Los inicios son así. Ahora te pones a pensar en el disco que acabamos de sacar, lo escuchas, y me encanta, pero luego piensas: “Aquí haría esto. ¿Por qué no hice aquí esto en su momento?”. Pero ¿qué haces?: ¿“Ya no saco el disco porque ya no me gusta”? No. Al final ha cumplido unos criterios. A nosotros cuando salió nos pareció maravilloso, y nos parece maravilloso, aunque veamos cosas que ahora haríamos de otra manera, pero ha pasado el tiempo que ha pasado, y se trata de eso. Pensamos que lo que estamos haciendo ahora nos representa más, nos gusta más, y va más orientado a lo que queríamos hacer, igual que, dentro de 3 años, lo que saquemos nos va a gustar más que lo que hemos sacado ahora, pero eso es así siempre. Todos los grupos dicen: “Este disco es el mejor que hemos hecho nunca”.

En todo caso, vuestro nuevo disco encaja en el momento actual. ¿Tenéis un plan B (no solo el de la canción) para seguir adelante?

T. B.: Sí, tenemos nuestra estrategia, nuestras cosillas pensadas, cómo llevar el proyecto a cabo, qué pasos dar, que es una cosa que también tienes que pensar cuando tienes un grupo y quieres darte a conocer. Wakame es nuestro plan B.

El videoclip de Carrie White ya está en la calle. ¿Es también un homenaje a Stephen King?

T. B.: Si fuera un homenaje a Stephen King habría más sangre.

Sería más gore.

T. B.: A mí me habría molado comprar un cubo de pintura roja, pero lo hicimos descafeinado por las circunstancias.

Es reciente, ¿no?

T. B.: El video tiene a lo mejor un mes. El resultado final vimos que plasmaba muy bien lo que queríamos transmitir.

Rafa Val no es la única colaboración que tenéis en el disco.

L. W.: La mayoría de los sintetizadores que suenan en muchas canciones están hechos por Juanfra Cerdá que es el vocalista y guitarrista de Pieles Sebastian, y también colaboró la coral Orpheus Music en Caza de brujas, que también salió el viernes, y el resultado es muy chulo también. Es una canción muy diferente. No la sacamos como single porque quizá no tenía ese gancho comercial, por así decirlo, porque no tiene estribillo.

Una especie de bonus track.

L. W.: Sí, y es una canción, a mi modo de ver, muy dramática. Con la coral de fondo quedó muy épica. 

T. B.: Imagínate grabarlo ahí en el estudio en época de pandemia. Vinieron 20 personas, y no podíamos estar todos metidos en el estudio.

L. W.: Iban por grupos. Los bajos, los altos…, y el resultado fue maravilloso. De hecho un servidor terminó llorando; unos lagrimones me caían…

¿La produjo Carlos Hernández?

T. B.: Sí. Cuando lo tenía ya mezclado y casi arreglado, le dio al play Carlos, se gira y ve a este con los ojos llorando… ¡Se había emocionado! Dijo: “Joder, Lolo, ¡eso es muy bonito!” [Risas]. Es esa la esencia de la música; que lo que estás haciendo te está gustando. Eso no tiene precio.