Entrevista | Le Mur Grupo de música

Le Mur: "En ‘Caelum invictus’ no hay baladas porque no quería llorar, quería sanar"

"Nos llegamos a plantear parar el proyecto, pero me alegro de haber superado esa etapa. Ahora viene lo disfrutón"

Le Mur.

Le Mur. / L.O.

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Ha llovido demasiado desde El brote (y eso teniendo en cuenta que esta es tierra de secano...). Pero es que aquel primer álbum, de 2017, pegó fuerte en según qué círculos -quizá no en los más grandes, pero sí en los adecuados-, y muchos ansiaban una secuela que parecía no llegar... Los años pasaron, llegó la pandemia y Le Mur, una de las bandas más interesantes -y exportables- del rock regional, parecía sumida en un amargo letargo. Por suerte, el despertar ha sido rotundo, contudente. Tras tres esperanzadores adelantos, el viernes vio la luz por fin Caelum invictus (2023), un disco sobresaliente y que significa muchas cosas para la banda. Hemos hablado con Elsa Muñoz, su portentosa vocalista, para entenderlas todas (aunque el disco habla por sí solo...). Tanto ella como sus «compañeras» -se refiere a los miembros del grupo en femenino- se muestran exultantes con el resultado y con lo que está por venir.

Y cinco años después... Caelum invictus. ¿Qué ha pasado en todo este tiempo? ¿Cómo han sobrevivido a la pandemia?

Con secuelas y por los pelos. Hubo muchos cambios (de formación, de actitud...), cosas que en general creemos que se reflejan en el disco. Pero no solo musicalmente fue una gesta titánica; personalmente algunas de nosotras nos ahogamos en incertidumbre y hasta se llegó a plantear parar el proyecto (con reservas hechas, fianzas pagadas a todo el mundo, canciones casi terminadas y un dolor muy grande). Pero me alegro muchísimo de haber superado esa etapa. Además, ahora viene lo disfrutón; sobre todo por esos cambios que te comentaba. Tengo la tranquilidad del respaldo que me brindan mis compañeras; esa conexión, ese compartir sin reservas. Este último año de preparación preestreno ha sido el mejor que he vivido nunca en la música. ¡Y acabamos de empezar la gira! Estoy muy feliz de cómo se han tornado las cosas.

Me alegro, porque tengo la sensación de que el proceso, a nivel creativo, no ha sido fácil...

Fue ‘fácil’ desde que entró Juan Carlos, cambiamos lo que teníamos y terminamos el disco en apenas siete meses. La fluidez de las sensaciones varía mucho en función de tu capacidad de composición: basta con que una de las partes tenga pocas ganas o pocos recursos teóricos y estilísticos para que la intención de una canción se vaya al carajo. Y digamos que estábamos muy encerradas en dos compases comunes y queríamos experimentar nuevas formas, nuevos tiempos. Al final la solución fue el cambio (al menos así lo vemos ahora, con el paso del tiempo y perspectiva): Cuando J. C. [batería] entró en Le Mur, enseguida empezó a retar a Pedro [guitarra] a complicar los compases, y, con ello, a motivarnos a las demás. Así que, simplemente, empezó a pasar, como todas las cosas chulas de la vida (que empiezan sin que te des cuenta, pero que no pasan si paras de intentarlo).

¿Había algún planteamiento de base a la hora de afrontar este segundo disco (en términos estrictamente musicales)?

Sí: eliminar las baladas. Y respetar la energía del grupo y trabajar con toda la honestidad posible. El primer disco siempre es complicado [en alusión a El brote]: puede parecer que es tu intención sonar así o hacer eso durante toda la trayectoria del grupo, y..., bueno, la realidad es que hemos intentado hacer muchas cosas de manera totalmente opuestas a como las hicimos en ese primer elepé. Que está bien, no me malinterpretes, pero el futuro está lleno de sonidos nuevos y quién sabe con lo que apareceremos de aquí a..., no sé, año y medio.

¿Por qué no hay baladas en Caelum invictus?

Porque no me ha dado la real gana. Teniendo en cuenta el rango de control que tenemos sobre las cosas que nos pasan -que es cero-, al menos coger las riendas de lo que quieres y no quieres hacer. No quería llorar en este disco, quería sanar.

¿De qué habla este disco, Elsa?

De adicción, de frustración, de gestión de los sentimientos, de auto reconocimiento, de verdad, de secuelas... Todo esto desde una visión mitológica, donde he intentado enlazar conceptos de nuestras vivencias y sensaciones con historias antiguas, mitos de heroínas, constelaciones, dioses, titanes. Aun así, esto solo para los nombres de las canciones, artwork y contexto. En realidad las letras son claras y diáfanas, pero he buscado conexiones con estos cuentos que usaba el ser humano para darse una explicación sobre el cómo, el cuándo y el porqué estamos aquí. Al final, Caelum invictus nos recuerda que no estaremos aquí cuando todo acabe, que lo único que quedará será el cielo sobre nuestros cráneos, así que cura, vive, exprésate, mírate, empatiza, conoce, arriesga... ¡Joder! ¡Que le den por culo a todo!

No es un disco..., digamos, optimista. Pero se os siente satisfechos y felices con el resultado.

Bueno..., creemos que es un disco optimista si lo comparas con su antecesor. Además no tiene baladas, solo un poquito de instrumental profundo para dar espacio al oyente, pero yo me negué en redondo a cantar el interludio, que puede ser lo más parecido a una lenta [Sagitta]. Es que realmente no me siento así ahora... Estoy cosiendo tantas cosas que se habían roto... Y por el camino me he dado cuenta de que estoy enfadada conmigo y con muchas cosas, pero también feliz de permanecer: sé que me he equivocado y que tenía la razón a la vez, que me he hecho daño y me tengo que levantar. Así que mejor un grito que un llanto, ¿no? Por lo que, en realidad, si te fijas, hay un mensaje positivo en el disco: empieza con un «¿por qué me pasa esto a mí?» y acaba diciendo algo como «que venga lo que venga, que aquí estoy para recibirlo». En este sentido, antes que optimista o pesimista, es esperanzador.

A veces se habla con ligereza de ‘puntos de inflexión’, de abrir y cerrar ‘etapas’, pero en todo lo que está moviendo Caelum invictus -incluso antes de ver la luz- se vislumbra un nuevo comienzo, y un nuevo horizonte. ¿También lo notan así en el seno de la banda?

¡Lo sentimos! No sé..., algo ha cambiado. No sabremos qué vendrá o si funcionará, a dónde llegará o si gustará, pero está fuera y hay gente escuchándolo, ¿sabes? Es increíble. Y tenemos bolos, un ambiente inmejorable en el local y un mejor sonido construido a base de pura práctica, así que no tenemos miedo a lo que venga.

Cuando vi que fichaban por The Brave Records enseguida pensé en que era el sello idóneo para Le Mur, y cuando escuché Prometeo [el primer single de Caelum invictus] me reafirmé en ello. ¿Supone este movimiento un impulso para el proyecto?

Sí. The Brave Records es un sello pequeño-gigante. Además, son honestas, proactivas y tienen las cosas bastante claras en cuanto a praxis. ¡Y son buenísimas personas! ¡Muy amables! Pero lo que más me gusta es que son músicos, entonces no te hablan nunca desde un punto de vista que no contemples, ¿entiendes? Siempre desde la empatía. Así que un saludito a Kantz y a Semi desde aquí.

Se nota que han dado un paso hacia delante en todo, ya no solo por The Brave Records, sino también por cómo han planteado el lanzamiento, por el videoclip de Epimeteo..., incluso por el artwork del disco. Y también, claro por el tándem de productores que han buscado: Víctor Cabezuelo y Manuel Cabezalí. ¿Qué tal ha sido trabajar con ellos? ¿Cuál ha sido su papel en Caelum invictus?

Cuando estás tanto tiempo dándole vueltas a las mismas canciones puedes perder de vista la objetividad, perder la perspectiva y cometer errores. Ya sabes: rellenar partes porque sí, meter armonías erróneamente para solucionar algo que te está petando la cabeza..., equivocarte, en general. Su trabajo en este caso ha sido, más bien, de preproducción, que consiste en reordenar estructuras y vigilar armonías, en afinar la teoría para que todas nuestras sensaciones estén bien ejecutadas a la hora de convertirse en canción. Por otro lado, el encargado de producir el sonido ha sido Santi García, de Ultramarinos Costabrava. Amplis, efectos, intenciones con la voz, coros..., todo eso lo hemos trabajado con él y así seguiremos haciéndolo en el futuro, esto es una certeza (igual que contar con su hermano Víctor para el mastering). Más que nada porque cada vez el resultado es mejor. Nos entendemos increíble y contar con su talento para enfatizar todo el trabajo que llevamos a estudio no tiene precio. Y, ya que estamos, el videclip de Epimeteo lo hicimos con Rocket26films, que son de Cartagena y que además de amigas son increíbles profesionales (para más muestra un botón), y para el artwork contamos con Holyfire Design Studios, del País Vasco, que trabajan con una limpieza y una elegancia que nos encantó.

Más gente que ha participado en el disco: Jaime Ladrón de Guevara (Catorce), Blue (Bones of Minerva) y Luis Ortega (Pyra), en este caso, poniendo sus voces en tres temas. ¿Qué supone contar con ellos? ¿Qué os han aportado?

Pues, para empezar, el gusto de tocar con ellas, porque me considero muy fan de sus tres proyectos y de ellas concretamente como individuos, tanto por su forma de hacer las cosas como por su talento exuberante. Pero también, en lo personal, me han ayudado a reconciliarme con la música. Este tema de las colaboraciones lo llevé yo en todo momento y fue increíble ver cómo su esencia cambiaba las canciones sensiblemente, cómo con sus voces se unían piezas que estaban sueltas. Volver a estar en contacto con la escena era algo que me aterraba... Lo pasé muy mal con la experiencia de El brote en muchísimos aspectos, así que era muy necesario para mí contar con el apoyo de estas artistas para que me ayudaran a haceros entender lo que intentamos decir. Creo que lo hemos conseguido de sobra.

Por cierto, ya han ofrecido algunos conciertos... ¿Qué tal están respondiendo las nuevas canciones en directo, que tal está respondiendo la banda y qué tal está respondiendo la gente ¿Con qué energía afrontan esta gira?

Vamos como rayos y con la vida por delante, así que imagínate. Es difícil autogestionar todo (el qué, el cómo, el dónde y el con quién); piensa que somos una banda pequeña que intenta hacerse España entera (y ojalá que algo fuera). Pero sí, ya hemos hecho alguna fechita y genial; incluso en algún caso se ha quedado gente en la puerta por cuestión de aforos... ¡Es un placer sentir ese calor! Y ver al público en..., yo qué sé, Málaga -a ‘tropocientos’ kilómetros de casa- cantar los adelantos que han ido saliendo. Es una puta maravilla. 

Pregunta para los fans y coleccionistas: ¿hay previsión de que Caelum invictus salga en vinilo (con esto del boom del ‘plástico’)?

Sí, en unos seis meses. Pero mientras tanto podéis adquirir el CD, que es un primor con traje de domingo. Es tan guapo que su madre no lo quiere ni enseñar... Está hecho con un cuidado y un gusto que a veces no me creo que sea nuestro [Risas].