Entrevista | Raúl Quinto Escritor

Raúl Quinto: "Escribir es una forma de autoafirmarse cuando el mundo quiere borrarte"

"Cualquiera que escriba debe preguntarse desde dónde lo hace, lo que consideramos ‘normal’ es producto de nuestra perspectiva", afirma

El escritor cartagenero Raúl Quinto.

El escritor cartagenero Raúl Quinto. / L. O.

A Raúl Quinto (Cartagena, 1978) le hizo un boquete en las tripas la historia de Fernando Oreste Nannetti. Encerrado durante años en el manicomio de Volterra, Nannetti (1927 -1994), artista de ‘art brut’, esquizofrénico, decidió escribir en un muro una serie de historias y jeroglíficos que le llegaban por ondas telepáticas. O eso decía. Con la hebilla de su uniforme, el italiano dio forma a una obra sublime que sirve a Quinto para inspirar La canción de Nof4 (Jekill & Jill), una novela sobre misterios y alguna que otra respuesta rotunda.

Dice que La canción de Nof4 supone el cierre de una obsesión por Fernando Oreste Nannetti. ¿Cómo llega a él?

Fue en 2012. En una visita a la galería Halle de Saint-Pierre, que está en París y que está especializada en ‘art brut’, descubrí una exposición en la que había un muro que contenía una especie de inscripciones. Era la obra de Nannetti. Me impactó instantáneamente. Al momento vi que ahí había algo, que tenía que seguir investigando y escribir sobre eso. Noté ahí una especie de caja de resonancia que contenía muchos ecos que me interesaban. Ahí estaba el asunto de los límites de la creación, la locura...muchas cosas que a mí me interesan estaban recogidas en un personaje, Nannetti, y en una obra.

Cerró la investigación visitando el manicomio de Volterra, donde él estuvo recluido. ¿Qué encontró allí?

Después de bastante tiempo investigando, me di cuenta de que había elementos que yo consideraba importantes y que seguía sin tener claros. El tono, por ejemplo, con el que hablar de este personaje y de este muro. Pensé que lo más adecuado era viajar allí, plantarme delante del muro y respirar un poco ese ambiente. Tratar de revivir lo que era su mapa mental. Y sí, me sirvió. Me dio el tono, que era lo que buscaba. Allí había ruinas, un manicomio abandonado...Se respiraba un ambiente denso de desolación que ya contaba una historia por sí mismo. Además, estuve sentado delante del muro durante horas y pude observar cómo se está deshaciendo. 

"No se puede entender el acto de escribir sin saber lo que había antes, de dónde venimos"

Una paradoja presente en el libro es que Nannetti escribió su historia sin pensar en ningún tipo de trascendencia y su obra le ha sobrevivido. ¿Siente que su libro es un eslabón más en esta historia?

Sí. Está muy presente ahí la idea del palimpsesto, la idea de que cualquier escritura viene de la escritura que la precede, de que el propio acto de escribir no se puede entender sin saber de dónde venimos. Este libro no deja de ser otra muesca en ese palimpsesto infinito. El muro de Nannetti es el eje que yo he usado, simplemente, teniendo siempre muy presente que ese palimpsesto no es eterno y está condenado a la desaparición, lo que nos debería poner alerta sobre ciertos peligros o extraños consensos sobre la creación artística.

La locura también sobrevuela La canción de Nof4. Es muy interesante cómo no aísla ese concepto, sino que lo contextualiza y viene a decir que cada época determina qué es estar loco y qué es estar cuerdo.

Claro. La locura es una construcción cultural y política. Eso no lo descubro yo, Foucault, por ejemplo, escribió mucho mejor al respecto. En ciertos momentos de la historia se ha considerado a los locos muy cercanos a los artistas. Luego eran seres endemoniados, con un origen que nadie conocía, en otra época estaban locas las personas que, simplemente, eran molestas o no encajaban en la sociedad, viudas, solteras...Eso ha ido evolucionando. Ahora estamos en otra fase, desde la medicina se está enfocando la investigación desde cómo sufre la persona que padece esa enfermedad. Como sociedad, tenemos que aspirar a que esas personas dejen de sufrir. En resumen, somos el resultado de destilaciones históricas, de pensamientos y sistemas de poder que se traducen en concepciones de lo que es el arte o de lo que es lo normativo. 

Parece que se está empezando a hablar de salud mental.

Sí, y es importantísimo. El suicidio, que es la punta del iceberg de la depresión, supera ahora mismo con creces las muertes por accidente de tráfico en España. El dato es tremendo. Es una pandemia que ya estaba ahí antes del coronavirus y que es verdad que se ha visto aumentada. Hay un malestar social generalizado. Se están dando pasos, pero queda muchísimo. Lo primero es superar los estigmas, porque casi todo el mundo ha tenido episodios jodidos relacionados con la salud mental. Parece muy lejano, pero la realidad es que, igual que te rompes un hueso, puedes entrar en depresión. Lo público debe estar ahí en estos momentos y solucionar los problemas de un pueblo que está enfermo y lo está pasando mal.

"La enfermedad mental parece muy lejana, pero igual que nos rompemos un hueso podemos caer en una depresión"

En las primeras páginas se pregunta, desde el personaje de Nannetti, por qué y desde dónde escribir. ¿Ha llegado a alguna conclusión?

Uso a Nannetti para intentar abordar mis propias dudas. Mi perplejidad ante el hecho de escribir. Por supuesto que hay razones para escribir: vanidad, intentar conectar con los demás, comprender el mundo...Luego hay una adicción, la sensación que produce estar escribiendo, observar cómo surgen ciertas cosas cuando uno escribe...Pero la verdadera razón es un callejón sin salida. En este aspecto, Nannetti es un espejo: no sabemos por qué lo hacemos, pero lo hacemos. Lo único indudable es que escribimos porque tenemos que escribir.

Carlos Zanón dice que se dio cuenta de que lo suyo era la escritura cuando, conforme pasaban los años, dejaba de dibujar o de tocar la guitarra y, sin embargo, nunca dejaba de escribir.

Eso es. Yo me recuerdo siempre escribiendo. Siempre, desde que aprendí. Canciones, poemas, a máquina, a mano, en ordenador...Como sea. Hasta el punto de que yo no me explico sin la escritura.

"Lo único indudable sobre la escritura es el hecho de que escribimos porque tenemos que escribir"

Dice que a la hora de escribir este libro ha sido especialmente importante el lugar desde el que lo ha hecho. Explíquese.

Esa es una pregunta que cualquiera que escriba tiene que plantearse, saber desde dónde miramos, porque hay otras realidades que están muy alejadas de nuestro prisma. Lo que considero normal es producto de mi propia perspectiva, de ser un hombre blanco, heterosexual, occidental, con formación... Se trata de una cuestión de respeto. En este libro tenía miedo de caer en tópicos, paternalismos o efectismos vacuos sobre la locura. Era importante darle una vuelta. Ver a Nannetti desde diferentes perspectivas, histórica, personal, el personaje, sus delirios...Tampoco se podía perder nunca de vista que estamos hablando de una tragedia, no se podía romantizar nada. La escritura fragmentaria, esa manera de mezclar tonos, registros y formatos, que es como escribía él, también me ha servido para encontrar un equilibrio.

¿Se le fue la mano en algún momento con eso de romantizar la locura?

Confío en que no. Al final, lo que pasa es que nos fascina ese abismo, y eso viene del virus del romanticismo. No podemos evitar que nos atraigan esas historias. Partiendo de tener muy claro eso, he intentado minimizar los riesgos, porque siempre está la posibilidad de que se te vaya la mano. Para lograr un equilibrio he intentado mezclar lo sublime que es ese muro con la realidad de la enfermedad mental y la tortura a la que Nannetti fue sometido.

¿Qué cree que le proporcionó escribir un libro en un muro con la hebilla de un cinturón?

Está claro que él sobrevivió a su encierro, y yo apostaría a que esa supervivencia está relacionada con la escritura. Se pasó mucho tiempo encerrado, sin recibir visitas, vivió en la soledad más absoluta, sometido a un maltrato institucional, y ahí estaba, afirmando su propia existencia, diciendo: «Esto es lo que me mantiene en pie». Así pasaba los días. Luego salió del manicomio y, curiosamente, dejó de escribir. Por eso mismo, yo diría que aquel acto está relacionado con una tabla de salvación, de resistencia. Es una cosa impresionante: escribir es una manera de autoafirmarse cuando todo el mundo quiere borrarte.