Mercedes Cerverón abrió en 1973 por primera vez las puertas de la librería Espartaco. Quienes la conocieron dicen que era inquieta, inteligente y combativa. Ella fue quien colgó de la puerta el cartel que imprimió su especial carácter a Espartaco: "Pasa cuando quieras aunque no compres. Hay sillas para sentarse". Entonces la librería se encontraba en el número dieciocho de la la calle Serreta.

Tres años después, en 1976, Mariano González se hizo cargo de la librería. Su figura todavía está grabada en la memoria de quienes durante veinte años pasaron largos ratos buceando entre el mar de libros que ofrecía Espartaco. En 1996 el entrañable Mariano desapareció y la librería pasó a las manos de unos jóvenes llenos de ilusiones que querían mantener el mismo espíritu que sus antecesores.

Ángel Marcos, Juan Miguel Andreu y Juana fueron quienes tomaron entonces las riendas. Al final fue Juana Vera quien quedó sola al frente del negocio, aunque una cafetería apoyaba su proyecto. A Juana Vera le tocó vivir los peores años. Los de la crisis, que la obligaron a echar la persiana.