­La luz de Ángela Payá Asensio se apagó el pasado domingo, tras toda una vida de dedicación y entrega a su esposo, Antonio Pérez Crespo, y sus cuatro hijos: Antonio, José María, Francisco y Ángela.

Angeli, como la llamaban sus amigos y familiares, falleció en La Ribera rodeada de sus seres queridos y con la sincera admiración de todas aquellas personas que tuvieron el privilegio de conocerla y compartir su vida junto a ella.

A pesar de su discreción y el segundo plano que quiso ocupar en la brillante carrera de su marido, Ángela fue una mujer de carácter que tuvo una intuición extraordinaria para los negocios, a la par que fue la mejor consejera, una mujer prudente y de una lucidez arrolladora.

La visión y la entrega de Ángela le hacían brillar con luz propia hasta en los momentos más duros. «Ha sido una persona que ha infundido ganas, ánimo y capacidad de lucha a su familia», indicaba ayer el ex presidente de la Confederación Regional de Organizaciones Empresariales de Murcia (Croem), Tomás Zamora, amigo de la familia y socio de Ángela y Antonio en la empresa de ascensores Pecres S.L.

Cuando la enfermedad de Parkinson irrumpió en su vida, hace más de 20 años, toda la entrega, la fuerza y el amor incondicional que Ángela había transmitido a su familia le fue devuelto con creces. «Nunca estuvo sola. Su marido, sus hijos, nueras y yernos se volcaron con ella hasta el final», añadía Tomás Zamora, que destacó que Ángela fue para él como una hermana mayor.

En la época en que Pérez Crespo fue elegido diputado por Murcia en la Legislatura Constituyente (1977-1979) y senador (1979-1982), Ángela acompañó a su marido a Madrid y le prestó un valiosísimo apoyo en su carrera. «Antonio nunca ha ido a ningún lado sin su mujer. Ha estado enamorado de ella toda la vida. A cambio, ella dedicó su existencia a su marido y actuó como una consejera infalible. De hecho, él siempre se apoyó mucho en las opiniones de Angeli», comentaba emocionado Tomás Zamora.

También era una mujer coqueta y elegante, que siempre quiso estar junto a su marido en los actos y eventos organizados por los diferentes agentes sociales de la Región. Fue su fortaleza lo que le permitió sobreponerse a su enfermedad y el amor de los suyos lo que la mantuvo siempre fuerte frente a la adversidad.

Ángela ejerció como abuela orgullosa de sus ocho nietos, que le alegraron especialmente sus últimos años y en los que también supo inculcar el sentido de unidad que reina en la familia. Con la marcha de Ángela se apaga la luz de una mujer que entregó su vida a su marido, sus hijos y sus nietos; una luz propia que hoy guiará sus caminos desde arriba.