Investigación

El carácter cambiante de los pingüinos, centinelas del cambio climático, según la UMU

El estudio del cambio de personalidad de estos animales de la Antártida "puede proporcionar pistas sobre la adaptación del ser humano al calentamiento global", según Miguel Motas, investigador de la Universidad de Murcia

Colonia de pingüinos en la Isla Decepción de la Antártida. | L.O.

Colonia de pingüinos en la Isla Decepción de la Antártida. | L.O. / Juan Daniel González

La conducta de los pingüinos de la Antártida está cambiando y el cambio climático es el culpable de ello. Un hecho preocupante, teniendo en cuenta que estos animales son los primeros en sufrir las consecuencias climáticas, de modo que actúan como centinelas del ecosistema de este continente, considerado «el santuario de la ciencia y de la humanidad», y «fundamental para la regulación del clima del planeta».

Los pingüinos son «biomonitores de la contaminación ambiental» y, por ello, «un indicador clave de los cambios que están aconteciendo en la Antártida debido al calentamiento global». Así pues, estudiar su personalidad «proporciona pistas sobre la supervivencia de determinadas especies, incluyendo el ser humano, y sobre su adaptación ante los efectos drásticos que están aconteciendo a causa del cambio climático».

Así lo asegura el profesor de Toxicología e investigador de la Universidad de Murcia (UMU) Miguel Motas Guzmán, quien ha formado parte de esta investigación, llamada proyecto Perpantar, ‘Consecuencias ecológicas y evolutivas de la personalidad en pingüinos antárticos en un mundo cambiante’, que forma parte de la Campaña de Investigación Antártica Española 2024 y que está financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI).

El investigador de la UMU Miguel Motas, durante el análisis de uno de los ejemplares. | L.O.

El investigador de la UMU Miguel Motas, durante el análisis de uno de los ejemplares. | L.O. / Juan Daniel González

La Península Antártica es una de las regiones del planeta «donde las temperaturas han aumentado más y más rápidamente». El incremento de la temperatura «ha afectado a la dinámica oceánica produciendo una disminución de la extensión del hielo marino que podría estar afectando a la cadena alimentaria, provocando una caída en la abundancia de krill que afecta a los principales depredadores, como los pingüinos, provocando una reducción de las especies que se alimentan preferentemente de este crustáceo», explica Motas.

Los resultados de la investigación arrojan «la presencia de garrapatas en los pingüinos, lo que afecta al comportamiento de alimentación de los adultos reproductores: estos se desplazan más lejos que los individuos de zonas sin o con muy bajas densidades de garrapatas y experimentos anteriores indican que la supervivencia de los pollos también disminuye en zonas con mayor concentración de estos vectores».

Contaminantes ambientales

También han podido constatar diferencias de comportamiento entre las especies estudiadas, siendo los pingüinos Papua más tímidos y asustadizos que los Barbijo o de Adelia, junto a disparidades entre individuos de una misma especie, como comportamientos más atrevidos en las hembras que en los machos.

En el caso de Motas, su investigación se ha centrado durante los últimos 20 años en el análisis de los niveles contaminantes que tienen los pingüinos.

En este sentido, en los análisis el investigador ha hallado compuestos como derivados del plástico, perfluorados, Bisfenol A, ftalatos, contaminantes emergentes. «Nadie esperaba encontrar eso en la Antártida. Y la gran sorpresa es que los niveles de esos contaminantes son equiparables a los que se encuentran en aves acuáticas o aves marinas del mar Mediterráneo, que es una cuenca semicerrada con una presión antropogénica enorme, muy contaminada», explica Motas. Es por ello que este hallazgo en «una zona tan alejada como la Antártida, que se considera la zona más prístina y pura del planeta, fue tan llamativo», asegura.

Los investigadores han hallado también en la Antártida niveles de mercurio semejantes a los del hemisferio. Un metal pesado que también está presente en las plumas de los pingüinos, así como niveles de cadmio y selenio «considerados tóxicos en aves».

Disminuye el plomo, pero aumenta el manganeso

Según explica el investigador de la UMU, Miguel Motas, «la Antártida es una región volcánica, por lo que, en parte, los metales pesados provienen de este origen». Sin embargo, advierte, su aparición también guarda relación con «el aumento exponencial del turismo antártico». En vista de la situación, el equipo de investigación de Motas ha solicitado un nuevo proyecto, cuyo objetivo es el de seguir una serie histórica para medir la evolución de los contaminantes en esta parte del planeta. En este sentido, los expertos han notado un gran aumento de los compuestos derivados del plástico, como los mentados bisfenoles y perfluorados. Sin embargo, destaca el docente de la UMU, «también hay buenas noticias»: se ha producido una disminución de los policlorobifenilos (PCBs), «compuestos muy peligrosos, ya prohibidos». Asimismo, se ha visto una reducción de los niveles de plomo, «aunque ha aumentado la presencia de manganeso, pues «es el sustituto como antidetonante de las gasolinas de plomo en Sudamérica», explica Motas.