8M

La lucha feminista no cesa

Mari Carmen Romero, la boxeadora de Puerto Lumbreras conocida como ‘Maribicho’, encontró en las artes marciales una forma de conseguir el control mental

El entrenamiento de Marí Carmen incluye el trabajo en el huerto.

El entrenamiento de Marí Carmen incluye el trabajo en el huerto. / Rubén Juan Serna

Rubén Juan Serna

«Tú no me digas nada, que está todo hecho un desastre». Esa es la frase que Mari Carmen Romero repite una y otra vez a quien visita su casa. Se justifica pero en realidad no es necesario, quien la conoce un poco sabe que tanto ella como su familia pasan mucho más tiempo fuera de su casa que dentro, centrados en el deporte principalmente. Su día a día es entrenamiento y más entrenamiento, algo que pone al límite tanto su cuerpo como su mente.

Madre de dos hijos, Aarón y Abraham, Mari Carmen compagina su actividad profesional con las domésticas y remarca: «En mi casa remamos todos desde siempre. Somos un equipo, si se saca la basura, se friegan los platos, o se hace cualquier tarea, los cuatro compartimos el esfuerzo». El sacrificio no sólo es cosa de ella, pues sus hijos, por ejemplo, pasan las tardes en el polideportivo de Puerto Lumbreras, que lleva el nombre de su madre, haciendo los deberes entre sacos, cuerdas, guantes y el adictivo sonido de los puñetazos contra las manoplas.

El entrenador de Mari Carmen es Francisco Ponce, su marido, una persona fundamental en su vida y que se cruzó con la boxeadora siendo ella adolescente. «Era un bicho, no paraba, siempre metida en líos, pero muy buena... hasta era una justiciera, si veía que abusaban de alguien, allí que iba Mari Carmen a pegarle a los abusadores», cuenta su madre. Conocida como ‘Maribicho’ en su pueblo, Mari Carmen encontró durante la pubertad la forma de canalizar esa agresividad y violencia y lo hizo a través del deporte. Las artes marciales le ayudaron a tener el control mental necesario, así como la capacidad de dirigir todos sus esfuerzos hacia un objetivo. «El castigo para mí más duro era que me apartaran en el entrenamiento, y me dejaran sentada, viendo como mis compañeros entrenaban», cuenta.

La verdadera pelea de esta familia de Puerto Lumbreras no está en el ring sino fuera, en donde las dificultades son habituales rivales. Pese a haber simultaneado distintos trabajos con su preparación deportiva, en los últimos años Romero está centrada únicamente en su entrenamiento. Aún recuerda con tristeza cómo supo que perdía su último empleo, enterándose en un aeropuerto y horas antes de pelear en Londres por el cinturón que habría supuesto su cuarto título europeo. Las cuestiones emocionales y los problemas económicos condicionan el rendimiento deportivo y en Mari Carmen eso ha sido una constante.

El boxeo profesional femenino en España está muy lejos del glamour que hemos visto recientemente en la victoria de Ilia Topuria en artes marciales mixtas o en la épica de las películas de Rocky. La realidad pura y dura es que las boxeadoras deben sufragar en su mayor parte las peleas que realizan, pagando de su propio bolsillo a jueces, árbitros y bolsa del combate (cantidad económica que recibe el ganador), en un deporte que exige venir de una victoria para poder optar a un título. De ese modo perder te obliga a organizar una pelea para conseguir una victoria y seguir en el ranking.

A sus 38 años, Mari Carmen afronta el final de su carrera deportiva aunque se niega a colgar los guantes de momento. Su sueño, el campeonato del mundo, sigue estando al alcance de su mano y mientras entrena duro espera la llamada que suponga subirse al ring para el combate deportivo más importante de su vida.

Al dejar su casa tomamos conciencia de haber vivido, aunque sea un poco, junto a una deportista de élite, campeona de Europa, pero sabiendo también que la verdadera estrella es una mujer que se desvive por su gente, por su pueblo y por su sueño. Que consiga o no el cinturón mundial es algo que no sabemos hoy por hoy, pero sí conocemos la dificultad de lograrlo. Los sueños de cada persona, de cada mujer, a lo largo del mundo y de la historia, no suelen alcanzarse. 

Las historias que acaban bien cuando la vida está plagada de dificultades y de problemas son muy pocas. La verdadera victoria de Mari Carmen es, más allá de los títulos ya alcanzados (y que decoran como un altar el salón de su casa), su lucha diaria, su permanente sonrisa y el equipo en el que ha convertido a su familia. 

Un palmarés sobresaliente

Campeona de España de Kick Boxing, campeona del mundo de Muay Thai (lucha tailandesa), campeona de España de boxeo, y triple campeona de Europa de boxeo profesional. El palmarés de Mari Carmen está al alcance de muy pocos deportistas en la Región de Murcia. Pese a ello conseguir patrocinadores para continuar compitiendo es una tarea difícil y el apoyo de las administraciones tampoco llega para organizar los combates que necesita. Mari Carmen aprovecha este reportaje para hacer un llamamiento a empresas de la Región de Murcia que quieran colaborar en el patrocinio de una mujer deportista y campeona.