Patrimonio

Cartagena, una ciudad algo más que trimilenaria

Unos trabajos arqueológicos coordinados por la UMU hallan evidencias de posibles asentamientos o presencia humana hace 3.600 años, antes de Qart-Hadast, por restos de grasas, heces y metales pesados

Trabajos arqueológicos en el Pórtico

Trabajos arqueológicos en el Pórtico / Iván Urquízar

Alberto Sánchez

Alberto Sánchez

La ‘trimilenaria’, la candidata a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, tiene una duda. No sabe cuándo comienza su historia. «Uno de los problemas que tiene Cartagena es saber el momento de la fundación de la ciudad. Conocemos la fundación en la época del general cartaginés Asdrúbal en torno al 228 antes de Cristo. Pero, ¿qué es lo que había antes? Ese es el problema», explica Sebastián Ramallo, catedrático de Arqueología de la Universidad de Murcia. Un equipo multidisciplinar compuesto por expertos de universidades e institutos científicos estatales e internacionales tratan de definir un origen de la ciudad. «Sabemos que hay, a través de la evidencias materiales, testimonios de una presencia por lo menos desde finales del siglo V a.C.». Restos de cerámicas de procedencia griega que indican «una frecuentación del sitio desde finales de ese siglo, pero queremos saber qué ocurrió antes».

Este grupo de investigadores ha llevado a cabo distintos sondeos en el centro de la actual ciudad que han arrojado restos de heces y grasas humanas datadas hace 3.600 años. Unos hallazgos que coinciden, señala Ramallo, «con los primeros indicios de la contaminación por metales pesados que hay en el subsuelo de la ciudad», algo que se puede asociar a la primera actividad minera en la zona. El experto se pregunta si hubo asentamientos como tal antes de todo lo que conocemos, de antes de la época fenicio-púnica: «¿Pudo haber un movimiento de población en lo que era la ciudad antes de su fundación?».

El arqueólogo apunta a que, en principio, sí se pueden hablar de evidencias de «una instalación de los seres humanos anterior al nacimiento de Qart-Hadast, pero realmente de forma muy difuminada. Son indicios muy dispersos que no nos permiten conocer la entidad ni la articulación de esos espacios». Lo curioso es que, a través de estas evidencias en los sondeos de perforación, hay testimonios ya de una actividad metalúrgica en torno al 1600 a.C. con claridad, pero que podría llegar hasta el año 1900.

La barrera de los 3.500 años

El arqueólogo se muestra sorprendido ante los resultados que apuntan a un pico de concentración de metales como el plomo, zinc y cobre, junto con grasas y restos fecales, en las muestras de sedimentos desde hace 3.500 años. A partir de esa época, la presencia de estos compuestos se consolidan con la época fenicia, púnica o romana, pero ya indican que había movimientos antes.

El espacio urbano en el centro de Cartagena puede acoger restos de construcción anteriores a las estructuras romanas o púnicas, como posibles aterrazamientos de las laderas de los cerros que sirvieran para edificar casas: «No lo sabemos realmente, pero lo que ha sido una sorpresa es encontrar estas evidencias», concluye el profesor de la UMU.

El profesor Sebastián Ramallo en su despacho de la UMU

El profesor Sebastián Ramallo en su despacho de la UMU / Juan Carlos Caval

Nuevos hallazgos en los basureros romanos

Restos de avestruces en la Cartagena de la época hispánica. Los basureros del Teatro Romano de la ciudad portuaria han arrojado el sorprendente hallazgo de huesos de este animal introducido probablemente por los romanos. Sólo se conocían restos similares en el Coliseo de Roma, apunta el arqueólogo de la UMU Sebastián Ramallo. Junto a los expertos en toxicología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad, los estudios sobre la historia de Cartagena también han podido determinar la contaminación por metales pesados que había sufrido la cabaña ganadera en época romana, sobre todo cabras que se alimentaban de ramoneo en el entorno de la ciudad. Más allá, se ha determinado, en función de los restos encontrados en dichos basureros del teatro, la dieta que se consumía, por ejemplo, en época bizantina en Cartagena, sobre todo bovino y cerdo.

Excavaciones en el ‘backstage’ del Teatro Romano

Las excavaciones en el Pórtico romano de Cartagena, tras el teatro, continúan a buen ritmo para desentrañar un poco más de la historia de la ciudad. Los trabajos arqueológicos abordan un tercio de la parcela de lo que fue un conjunto con un espacio diáfano en sus galerías laterales y un jardín monumental en el centro. Aunque las excavaciones se centran en la parte occidental, la intención es recuperar todo el Pórtico, que abarca desde el teatro hasta la calle Cuatro Santos. Los expertos están trabajando ahora mismo en el lado más cercano a la Cuesta de la Baronesa, donde se descubrieron con habitáculos con fragmentos de conjuntos pictóricos que decoraban su interior. Los laterales del edificio, con una anchura de diez metros y divididos por la mitad con una línea de columnas, se podrán recuperar: «Tenemos bien definido el perímetro del edificio. Sabemos que llega hasta la calle Cuatro Santos, el cierre del Pórtico coincide con esa vía. Hay una parte del conjunto que está bajo los edificios actuales pero que se ha excavado y conservado en los sótanos, con la idea de que en algún momento determinado se pueda recuperar también toda la zona y hacer una circulación por debajo de las viviendas. Todo está preparado para que se pueda recuperar e incorporar al complejo y hacerlo visitable», explica Sebastián Ramallo, arqueólogo de la Universidad de Murcia, director científico del proyecto y codirector de las excavaciones. La galería exterior conserva el alzado del pódium con sillares de arenisca, basas de columnas en su emplazamiento original, cornisas y capiteles. Durante la excavación, en la zona pegada al cuerpo de la escena, excavada en la roca, y en la zona de la cripta, han aparecido centenares de piezas de armamento, que los expertos todavía no saben si corresponde a un momento accidental de la historia del Teatro o son materiales que se recopilaron para refundir, pues el pórtico se reutilizó con funciones de carácter artesana. Ramallo apunta a que la zona pudo servir posteriormente como taller de fundición o metalúrgico. Otro objetivo marcado para los próximos años y a la espera de conseguir más financiación es conocer las especies vegetales que poblaban el jardín interior del porticado. Los trabajos realizados hasta ahora permiten conocer las primeras estructuras de canalización del agua en esta zona verde interior. El proyecto actual, financiado con 780.000 euros procedentes de fondos Next Generation, se ha desarrollado ya a la mitad tras comenzar el pasado mes. Las composiciones pictóricas tienen «una importancia mayor de la que se preveía inicialmente», pues además de representar a Cayo y Lucio, nietos del emperador Augusto, también aparecen divinidades relacionadas con la familia imperial, apunta Ramallo. Las dos habitaciones hallados durante las excavaciones datarían del siglo I, en época del emperador romano Nerón. Ramallo espera que el conjunto mantenga una mínima estructura, ya que pudo haberla dañado los pozos ciegos construidos por las posteriores poblaciones, e incluso las cimentaciones de los pisos edificados en el siglo XX. «Cualquier intervención arqueológica en el Teatro Romano genera una cantidad de información a nivel histórico enorme». La dirección de los trabajos también implican a Elena Ruiz, directora del Teatro Romano, y Antonio Murcia, conservador del museo.