Evento

Una necesaria revolución en el sector agroalimentario

La profesionalización y la creación y mejora de sus estructuras organizativa y financiera son algunos de los principales retos que las empresas agrícolas deben afrontar para seguir siendo rentable en esta nueva era marcada por la sostenibilidad

Participantes en la mesa de expertos ‘La importancia de la cultura empresarial en el sector agroalimentario’.

Participantes en la mesa de expertos ‘La importancia de la cultura empresarial en el sector agroalimentario’. / Eva Moya

Javier Vera

Javier Vera

El sector agroalimentario ha dado a lo largo de muchas décadas muestras de ser uno de esos pilares sobre los que se soporta buena parte de la salud económica y laboral, tanto a nivel nacional como regional. Precisamente en la Región de Murcia es el encargado de aportar más del 20 % de su PIB, sosteniendo así buena parte de su empleo y economía. El contexto actual, marcado principalmente por el desabastecimiento de materias primas y la subida de costes de ‘actores’ principales como los fertilizantes o el propio agua, no hacen sino poner en valor la importancia de saber emprender este ámbito. Para analizar la relevancia de la cultura empresarial en el sector agroalimentario, el diario La Opinión organizó el pasado jueves en sus instalaciones, en colaboración con CaixaBank, una mesa de expertos con el principal objetivo de exponer su estado en la actualidad y los inminentes desafíos a los que ha de hacer frente.

Una necesaria revolución en el sector agroalimentario (I)

Presentada por la periodista Estefanía García, la mesa de expertos contó con la participación de José Carlos Martínez, director de Segmento AgroBank de CaixaBank en Murcia, Inocencia Martínez, profesora del Departamento de Economía de la Empresa de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), José García, gerente de SAT San Cayetano, Jesús Pérez, gerente de Sermuco, y Fernando Galán, director de la Oficina de Promoción, Control y Procedimientos de la Secretaría General de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente de la CARM.

Partiendo de la base de que el sector agroalimentario está al máximo nivel en cuanto al ámbito productivo, habiéndose orientado históricamente sus empresas a la gestión eficiente de dicha producción y de la calidad de sus servicios, cabe destacar las carencias existentes, sobre todo entre autónomos y pymes, relacionas con la dirección y la gestión de los negocios. Aunque abarcan un índice importante en el sector primario, se aprecia una clara falta de profesionalización en aspectos concretos. «El sector necesita trabajar los retos desde un punto de vista profesional, uno de ellos la transformación digital. Una parte del sector debe centrarse en profesionalizar, no la actividad, sino la estructura con la que participan en este crecimiento, cómo dirigirse a estos nuevos retos», explica José Carlos Martínez.

Esta falta de profesionalización se ejemplifica en algunos casos en la escasa diferenciación entre lo que es gasto e inversión, y en la incorrecta financiación de estas últimas o en la realización de propuestas sin haber desarrollado un estudio DAFO previo.

El crecimiento y desarrollo de pymes y autónomos se ha visto beneficiado por la creación de AgroBank, la propuesta de valor de CaixaBank para el sector agroalimentario. Este servicio se distribuye en cuatro ejes: amplia oferta de productos al entender que las necesidades son diferentes dependiendo del cliente, destacando, por ejemplo la agrotarjeta, que posibilita diferir los gastos de campaña, haciendo coincidir el pago de los mismos con las liquidaciones de su producto; la especialización en oficinas y personal hablando el mismo idioma que el cliente, siendo CaixaBank la entidad con mayor implantación en los entornos rurales, ayudando con ello a eliminar la exclusión financiera; las acciones de impulso al sector, como la participación en ferias y acciones en medios de comunicación apoyando esa necesaria transmisión del conocimiento; y, por último, la innovación y la transformación del propio sector, facilitándola para mejorar la productividad.

Se entiende la necesidad de la creación de una estructura organizativa dentro de las empresas para que los puestos estén diseñados para que los trabajadores sean 100 % productivos, siendo capaces de generar un valor añadido para la empresa. Además, se deben establecer mecanismos de coordinación y comunicación entre los puestos para que todas las gestiones y necesidades sean compartidas y gestionadas adecuadamente. «Debemos destacar la necesidad de mejorar la estructura financiera de las empresas, con expertos en contabilidad y finanzas, para conocer sus costes. Llama la atención que casi nadie se plantea hacer una planificación contable, un presupuesto», añade Inocencia Martínez.

Una necesaria revolución en el sector agroalimentario (II)

En plena era de la sostenibilidad, el sector agrario destaca por una resiliencia que le ha permitido enfrentarse a cambios, algunos de ellos radicales, y superarlos todos con solvencia. Esta capacidad de superación la demuestra ahora tanto en el ámbito económico; afectados por su atomización, uno de los mayores déficit del sector agrario en la Región; el social, teniendo tristemente que recordar a la sociedad una y otra vez que son los encargados de producir nada más y nada menos que alimentos; y el factor medioambiental, siendo el sector en el que mayor reglamentación en estos términos se han regulado. «El sector debe incorporar la ética empresarial a todos los niveles y hacer uso del big data al alcance de todos, pues la información que de aquí se desprende es valiosísima de cara a la toma de decisiones», afirma José García.

El crecimiento del sector agroalimentario es un reflejo de su rentabilidad, pero hemos llegado a un punto de revolución marcado por la sostenibilidad en el que, tal y como explica Jesús Pérez, «Todo aquel que ahora mismo piense que su actividad actual se va a parecer en algo a lo que tenga que hacer en cinco años, no va para nada por el buen camino». Seguimos instalados en la individualidad y en un modelo clásico de producción que da muestras de agotamiento, antojándose imprescindible la gestión del conocimiento. 

Existe mucha riqueza en la cultura empresarial, pero los análisis realizados por la Oficina de Promoción, Control y Procedimientos de la Secretaría General de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente de la CARM detecta la dificultad en su flujo. «Se está trabajando para introducir medidas que favorezcan el asesoramiento integral para que el empresario cuente con ese conocimiento de manera ágil y eficiente, utilizando además herramientas digitales que ayuden a favorecer ese flujo de información. La búsqueda de la innovación nace de la demanda del propio sector», explica Fernando Galán al hilo de la importancia de la cooperación entre todos los actores implicados.

El valor de los activos intangibles para el crecimiento del sector agrario

Uno de los principales retos a los que el sector agroalimentario ha de enfrentarse para poder seguir siendo competitivo y una referencia tanto económica y laboral en la Región de Murcia es la correcta gestión de los activos intangibles, aquellos que a simple vista pueden pasar desapercibidos, pero cuya importancia es capital para el correcto desarrollo del propio sector.

Por un lado, el conocimiento, y es que las empresas agrícolas poseen muchos datos que deben ser gestionados adecuadamente para en base a ellos poder tomar decisiones correctas e incluso hacer proyecciones a futuro.

La reputación es otro de esos activos intangibles estratégicos. En la Región de Murcia atravesamos desgraciadamente una crisis reputacional que afecta directamente al sector agroalimentario cuyo desencadenante principal es el desastre medioambiental del Mar Menor. «La reputación es un activo estratégico. Si la pierdes, los clientes acaban perdiendo la confianza en ti», afirma Inocencia Martínez, quien también expone lo poco valorado que está el trabajo del sector agrícola: «La sociedad, en general, no es consciente de que comemos cinco veces al día gracias a la agricultura».

La cultura también se encuentra entre los llamados activos intangibles. Una empresa debe ser capaz de transmitir sus valores y principios a cada uno de sus empleados. De nada sirve enarbolar la bandera de la fiabilidad, por ejemplo, si no podemos garantizar como empresarios que nuestros empleados vayan a respetar esta cualidad durante sus funciones.

Otro de los valores intangibles que convendría promocionar y que lamentablemente se ve injustamente olvidado, precisamente por el gran esfuerzo que conlleva, es el de la gestión del agua. En este sentido, la Región de Murcia ha sido capaz de desbancar a Israel como territorio modelo en la gestión de sus recursos hídricos, algo que socialmente se desconoce y en muchos casos incluso queda relegado a la broma. «No hemos sabido trasladar ese buen hacer interno de puertas hacia fuera», explica José García.

Por último, la innovación, tanto en la gestión como en el desarrollo de los procesos productivos internos. Ser capaz de introducir la digitalización en el día a día de la empresa y llevar a cabo nuevas técnicas para producir mejor, con más calidad y menos costes se presenta como uno de los desafíos más apremiantes.