Entrevista | Paco López Mengual Escritor y mercero

"Un libro de relatos debe ser como un disco, con canciones variadas, pero con una misma voz"

El molinense regresa al stand de novedades de las librerías con ‘Yo maté al Caudillo y otros relatos’ (2024), un libro –el vigésimo que publica bajo su firma– que recupera doce relatos antiguos, en su mayoría inéditos, y en los que se encuentran una mujer barbuda embarazada, pollos que nacen en una nevera, escritores que sueñan con matar a Franco y hombres a los que les brota una cornamenta en la frente

El escritor molinense Paco López Mengual.

El escritor molinense Paco López Mengual. / Juan José Ballester

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Paco López Mengual (Molina de Segura, 1962) nos sigue regalando pequeñas historias. Disfruta de lo lindo con una novela, pero se encuentra especialmente cómodo con el relato; le da la posibilidad de construir todas esas historias que un día le contaron o que, casi como si fueran un cliente más, llaman a la puerta de su mercería. Porque a este narrador nato –aunque comenzara tarde a escribir– le gusta casi más escuchar que sentarse delante del teclado. Bueno..., y sin el ‘casi’. Y, ojo, porque ponerse ante la hoja en blanco le fascina, y eso se nota. Sobre todo en los textos de su último libro, el vigésimo: Yo maté al Caudillo y otros relatos (Tirano Banderas, 2024). En él recopila textos antiguos –aunque inéditos, en su mayoría–; aventuras tan divertidas como delirantes –pero con una innegable pátina de credibilidad– que tienen algunos puntos en común. Él mismo nos da las claves.

¿Cómo está, Paco? ¿Cómo van las cosas por la mercería?

En la mercería, como siempre: luchando desde detrás del mostrador. A las dificultades del pequeño comercio tenemos que añadirle las del sector de la costura. Somos un gremio en peligro de extinción...

¿Cómo se lleva esa doble vida de mercero y escritor de la que tanto alardea? ¿Qué le da más quebraderos de cabeza, los hilos o las historias?

[Suspira] Ya me gustaría a mí tener un doble como lo tenía el Caudillo [en alusión a una de las historia de este libro]. A veces resulta agotador llevarlo todo a la vez hacia adelante. Pero cuando algo te apasiona, te organizas y sacas tiempo hasta de debajo de las piedras. Hay tardes que las comienzo vendiendo tira bordada y las termino en un club de lectura hablando de cómo desestructurar una historia.

Imaginaba que me diría que los hilos; más allá de por las «dificultades del pequeño comercio», porque se le nota demasiado que disfruta escribiendo. O, casi más que escribiendo, contando, que al final es lo que usted hace.

Bueno, confieso que también disfruto detrás de un mostrador. Me gusta el trato con la gente y allí escucho muchas historias. De hecho, aunque no lo creas, me gusta más escuchar y leer que contar y escribir. Aunque últimamente narro muchas historias. Sabes que me apasiona la tradición oral de transmitir narraciones a viva voz. Lo hago por el centro de Murcia, por el casco antiguo de Molina de Segura, por el Cementerio de mi pueblo y, también, en la Sierra de la Pila, contando historias de bandoleros. 

Y, aun así, en lo que respecta a lo escrito, ha llegado, como el que no quiere la cosa, a los veinte libros. Ya se sabe que lo importante es la calidad y no la cantidad, pero..., nada mal, ¿no?

Como ya hemos hablado otras veces, comencé a escribir a una edad tardía, pasados los cuarenta años. Yo mismo me sorprendí cuando terminé mi primera novela. «¿Esto lo he hecho yo?» [Ríe]. No era consciente de que tenía capacidad para ello. Y constatar que mis historias y mi forma de narrar conectaba con los lectores me dio alas literarias para emprender nuevos proyectos. Pero sí, Yo maté al Caudillo y otros relatos es mi libro número veinte, y no me lo creo ni yo...

Es una recopilación de textos antiguos, ¿o hay algo nuevo?

El libro está compuesto por doce relatos, una selección de los muchos que he ido escribiendo a lo largo de los últimos quince años. 

¿Por qué ha querido rescatar estos textos?

Cuatro de los doce relatos que se recogen en Yo maté al Caudillo ya habían sido publicados, pero las ediciones en las que aparecieron ya estaban descatalogadas y resultaba imposible encontrarlos. Los he recopilado junto a otros ocho que permanecían inéditos.

¿Y qué tienen en común? ¿Qué les une?

Aunque todos son muy diferentes, tanto en temática como en extensión e, incluso, en estilo, tienen como denominador común el realismo mágico, el humor, la incorrección política y la irreverencia. Creo que un libro de relatos debe ser como un disco, con canciones variadas, pero interpretadas por la misma voz. Lo que distingue a un escritor de otro es la mirada sobre el mundo que tiene alrededor. 

¿Es difícil moverse en esa frontera entre la ficción y al realidad? Porque me da la sensación de que hay un esfuerzo muy consciente de hacer estos relatos lo más verosímiles posibles.

Por muy disparatada que sea la historia que vas a contar, tienes que creértela, narrarla como verdadera; si el autor no se la cree, difícilmente podrá hacérsela creer a lector que tiene al otro lado de la página. Aunque sea fantasía, debes crear un ambiente donde todo sea verosímil. No debe resultar disparatado que la mujer barbuda de un circo de frikis quede embarazada; que a un señor le broten unos cuernos en la frente; que, en el interior de un frigorífico, de una docena de huevos nazcan doce pollitos… 

Por cierto, ¿los ha retocado o lo ha dejado tal y como estaban? Que eso siempre es un tema...

He retocado algunas palabras, algunas frases…, pero pocas. Todos los relatos mantienen la idea y la estructura con la que fueron escritos en su día.

Alguno de estos textos lo hemos leído ya en La Opinión... Me refiero, principalmente, al que da título a esta colección.

Sí, Yo maté al Caudillo [el relato] apareció un verano en La Opinión, aunque con algunas pequeñas variaciones. 

¿Por qué ha elegido este relato como el ‘principal’?

En los libros de relatos siempre se suele tomar el título de uno de ellos como título para todo el libro. Elegí ese por varias razones, pero una de ellas es que resulta muy llamativo. En las mesas de las librerías se extienden decenas de miles de obras y muchos de ellos pasan inadvertidos. Un título o una portada llamativa puede hacer que el lector se fije en ese libro, que le llame la atención y lo tome para saber de qué va. El de Yo maté al Caudillo tal vez no sea el título que mejor refleje los relatos que contiene el libro, pero resulta el más provocador.  

Bueno, y ¿qué me cuenta de ese relato en concreto? También es uno de los más llamativos, no solo por su título, sino también por su contenido... 

Siempre me ha llamado la atención todo lo que rodeaba a este personaje. Como, por ejemplo, los intentos de atentado que se planearon sobre él. Como aquel en el que un grupo de anarquistas alquilaron una avioneta en Francia para bombardear y ametrallar desde el aire su barco cuando asistía a una regata en San Sebastián. O las leyendas que aseguraban que Franco utilizaba dobles por miedo a ser asesinado. Se sabe de un argentino llamado Isidro, un calco del dictador, que desapareció tras una visita a España, mientras su familia recibía una millonaria suma de dinero a cambio. O la corte literaria de José Antonio Primo de Rivera (Torrente Ballester, Sánchez Mazas, Dionisio Ridruejo, etc.), tan desilusionada con perfil militar y meapilas que adoptó el Régimen. Con todos estos ingredientes escribí este relato que guarda la estructura de una entrevista periodística, donde el escritor falangista Salvador Cuesta desvela un increíble secreto. 

«Me gusta más escuchar y leer que contar y escribir», asegura

Salvador Cuesta es una de las grandes personalidades de este libro, pero hay muchas otras. ¿Podemos decir que es un libro de personajes?

Sin duda se trata de un libro de personajes estrafalarios que trasladan al lector a otros mundos, a otras épocas. Además de los que ya hemos comentado, aparecen el gigante más alto de África, la abuela de la humanidad, un bebé ya difunto que vaticina el futuro y un guardia civil explorador de la Guinea española, junto a un cazador de sirenas y el mismísimo doctor Mengele. 

Y la inspiración, ¿de dónde viene? ¿De nuevo del día a día, de las historias que llaman a la puerta de su mercería?

Algunos de los chispazos que están en el origen de estos relatos provienen de historias escuchadas en el mostrador de la mercería, sí; otros, de narraciones escuchadas en la infancia o experiencias de la propia vida. Recuerda lo que dijo Roberto Bolaño: «Los libros no se escriben solo a base de imaginación, sino también hurgando en la memoria y combinando recuerdos».