Desciendes la Cuesta del Cedacero, giras en dirección a Campillo de Adentro y te sumerges en un entorno natural que poco hace presagiar las maravillas que vas a encontrar a final del camino.

La primera sorpresa no se hace esperar. La carretera está prácticamente recién arreglada. Nada que ver con el camino impracticable de hace unos años. Y empiezas a subir y a conquistar Cabo Tiñoso.

La segunda sorpresa es evidente, los caminos para los senderistas están limpios y perfectamente trazados.

Sigues avanzando y el paisaje surge en todo su esplendor. Los amantes del mar y sus más acérrimos enemigos no pueden dejar de sorprenderse por las vistas que se contemplan desde lo alto del Cabo Tiñoso. Toda la costa de La Azohía, Mazarrón y Cartagena, con sus faros y el puerto de Escombreras se vislumbran desde este espacio privilegiado.

Pero lo mejor está por llegar. El camino termina y frente a él está la batería de costa de Castillitos. Tercera sorpresa, hay un aparcamiento habilitado que, por cierto, está lleno a rebosar. Las plazas para los vehículos están separadas por troncos en el suelo para que nada desentone con el paisaje.

Tras dejar el coche, llama la atención la limpieza del lugar. Ni un papel en el suelo, lo que pone de manifiesto el civismo de los visitantes y la labor de limpieza que la Demarcación de Costas está llevando a cabo en la zona.

Frente al paseo se alza majestuosa la estructura de la batería de costa de Castillitos. «¡Es un castillo de princesas!», exclama una niña mientras contempla las almenas que coronan la torres de los diferentes edificios de esta estructura militar del año 1931.

Sus estancias están limpias y saneadas y se pueden recorrer para imaginar cómo vivían los soldados que se atrincheraban allí para defender la costa de la Región contra posibles ataques enemigos. Recorriendo sus torres se llega hasta los puestos de guardia, uno de los lugares más demandados por los turistas para fotografiarse y, por último, a los cañones Vickers de 1926 que están perfectamente restaurados y que impactan por sus grandes dimensiones.

La zona está limpia, se están replantado especies autóctonas y se ha instalado una valla para poder disfrutar de las vistas sin ningún peligro.

En este espacio natural y militar, que hace unos años el ministerio de Medio Ambiente compró al de Defensa para protegerlo, se respira tranquilidad y paz. La naturaleza manda. Sólo se oye el mar y los pájaros. Bueno, las voces de los visitantes también irrumpen desde diferentes puntos de la batería. Son muchos los que llegan hasta allí para iniciar o culminar sus rutas de senderismo, que la dirección general de Costas también ha habilitado.

Y esta es sólo una de las seis baterías de Costa, la mejor, que el ministerio de Medio Ambiente está rehabilitando y protegiendo desde hace unos dos años y en las que ya se han invertido 3,5 millones de euros. Espacios únicos que cada vez atraen a más visitantes que quieren disfrutarlas.