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No fue un payaso triste: Matthew Perry y aquello tan terrible

El actor, inolvidable como Chandler Bing en la icónica serie Friends, tuvo serios problemas de salud mental y logró hacer con los demás lo que nadie hizo con él: "Mi caso sugiere que todavía existe un enorme estigma y que todavía nos tenemos que esconder"

Matthew Perry dio vida a Chandler Bing en 'Friends'.

Matthew Perry dio vida a Chandler Bing en 'Friends'. / Warner Bros.

Paula M. Gonzálvez

Paula M. Gonzálvez

El término 'luchadora' empleado como adjetivo para mujeres que padecen o han padecido cáncer de mama se intenta erradicar. De la misma forma podría dejar de utilizarse la expresión 'payaso triste' para esos ilustres actores que hicieron reír a millones de personas mientras llevaban una carga inmensa encima, la de su desgastada salud mental. Fue el caso de Robin Williams y ha sido también el de Matthew Perry. El actor que dio vida a Chandler Bing en la icónica serie Friends -él redactaba muchos de sus chistes- ha fallecido este sábado a los 54 años. No solo ha dejado conmocionado a Hollywood y a sus compañeros de la sitcom, también a todo el mundo que lo siguió en pantalla. Otro icono de la comedia que repartió felicidad y se quedó para sí mismo con poca.

Hace solo un año que Perry publicó sus memorias, Amigos, amantes y aquello tan terrible (editorial Contraluz), en las que relataba, entre otras muchas cosas, su sufrimiento por el alcoholismo. Perry no solo cuenta su experiencia como adicto, sino que da toda una lección sobre cómo abordar la salud mental y sobre cómo se aborda realmente. Porque, al parecer, los adictos son enfermos mentales de segunda -'personas con vicios'-, según se desprende de sus palabras.

"Intentaré explicarlo para que se entienda: cuando te bebes una botella entera de vodka, al día siguiente te encuentras tremendamente mal. Tomarse unas cuantas copas al levantarse puede hacer que te sientas mejor, pero como era el protagonista de una gran producción, no podía ponerme a beber por la mañana. Estás destrozado y temblando y notas como si cada órgano de tu cuerpo estuviera tratando de escapar de él. Y esa sensación te dura casi todo el día, las veinticuatro horas.

La única manera de arreglar el malestar que sientes es beber la misma cantidad exacta, o un poquito más, la siguiente noche. "Pues no bebas", diría 'el normalito' -que es como los adictos nos referimos a todos los que tenéis la suerte de no ser alcohólicos-; pero es que los alcohólicos sentimos como si nos volviéramos literalmente locos si no bebemos, por no hablar de que el alcohólico se encontrará mucho peor, y se le verá con mucho peor aspecto, si no se bebe esa botella".

El actor se pasó semanas "cagándose en la cama" porque tenía el colon destrozado -le había estallado por el excesivo consumo de opioides-, pero seguía trabajando. Aunque, después de cada rodaje, al final del día, tenía que volver a esa "maldita habitación de hotel" en la que llamaba al servicio de habitaciones para que le sirvieran alcohol.

"Me demandaron por el bloqueo mental"

¿Por qué nadie decía nada si era evidente lo mal que estaba? También lo reveló: no se atrevían. Estaban ante una de las personas más famosas del mundo y "los de la película querían terminar de grabarla y embolsarse sesenta millones de dólares" con su nombre en el cartel. En lo que a Friends se refiere, confesó, era todavía peor, "porque nadie quería meterse en los asuntos de aquella máquina de hacer dinero". Discreción ante todo...

Un día, un médico lo atendió en una de esas odiosas habitaciones y dio la voz de alarma cuando vio que se había bebido "una botella de vodka de tamaño gigante". Una luz iluminó la cabeza del actor, que decidió interrumpir el rodaje en el que trabajaba, ingresar en rehabilitación y luego retomarlo para terminar la película. Todos se mostraron amables con él, le dieron su apoyo, "pero se notaba que estaban cabreados", indicó.

Una imagen del reencuentro de 'Friends' con Matthew Perry, arriba a la izquierda.

Una imagen del reencuentro de 'Friends' con Matthew Perry, arriba a la izquierda. / EFE

"Por supuesto, la película fue un fracaso. Me pagaron tres millones y medio de dólares por grabarla y me demandaron por el bloqueo mental, a pesar de que se debió a un problema de salud", escribió. Vamos, que los mismos que le habían mostrado su apoyo, con la careta de la empatía y del compromiso con la vulnerabilidad del prójimo, solo intentaban ser políticamente correctos y trasladar la imagen de personas bondadosas. Porque, cuando el trabajo ya estaba hecho -el actor se dobló a sí mismo, hizo promoción, dio todas las entrevistas del mundo-, le cargaron con una demanda por... estar enfermo.

Por suerte, descubrió entonces la sobriedad como "la parte más importante" de su vida: "Fue así porque me di cuenta de que si antepones algo al hecho de mantenerte sobrio, al final perderás igualmente ese 'algo' cuando vuelvas a beber". ¿Y qué hizo Perry, el hombre al que tanta gente le dio la espalda, cuando sintió "despertar"? Intentar que lo que le pasó sirviera a otros para ver también la luz al final del túnel.

"Sentí que mi presencia en el mundo estaba por encima de aquello tan terrible. Que podía ayudar a los demás, amarlos, porque gracias a lo bajo que había llegado a caer ahora tenía una historia que contar, una historia que de verdad podría ayudar a la gente. Y ayudar a los demás se había convertido en la respuesta que buscaba". De hecho, sus memorias, que no le resultaron fáciles de escribir, son "para todos aquellos ahí fuera que estéis sufriendo. Sabéis quiénes sois".

Matthew Perry parecía saber qué ocurriría cuando falleciera, y no quería que fuese así: "Cuando muera, sé que la gente hablará de Friends, Friends, Friends. Y me alegro de eso, estoy encantado de haber hecho un trabajo sólido como actor, así como de haber dado a la gente tantas oportunidades de reír. Pero cuando muera, en lo que respecta a mis 'logros', sería bueno que Friends estuviera muy por detrás de las cosas que hice para tratar de ayudar a otras personas". La enfermedad condicionó tanto su vida que prefería pasar a la posterioridad por su labor humana con otros, en lugar de por haber sido y seguir siendo uno de los actores más famosos de la historia de la televisión.

"Todavía nos tenemos que esconder"

Cuando confesó que había invertido cerca de nueve millones de dólares en su rehabilitación, también fue tajante con lo que había experimentado como enfermo. Lo hizo en una entrevista con The New York Times: "Mi caso sugiere que todavía existe un enorme estigma en torno a las adicciones, y que todavía nos tenemos que esconder".

Por suerte, también encontró alguna mano amiga, según desveló en la misma entrevista, la del reparto de Friends. Fue Jennifer Aniston quien entró en su camerino para decirle de una forma "muy cariñosa" que eran conscientes de lo que estaba haciendo y "querían ayudarlo a parar". "Podemos olerlo", le explicó. Otro día su compañera llegó a la misma habitación con el resto de protagonistas. Lisa Kudrow verbalizó "siempre estaré ahí para él".

Al final, pudo encontrarle un sentido a ese calvario del que sentirse orgulloso, y esa parte, al menos, sí la pudo disfrutar: "Lo mejor es que si un alcohólico o drogadicto se me acerca y me dice '¿me ayudarás?', siempre diré 'sí, sé cómo hacerlo'. Lo haré por él o ella, aunque no siempre pueda hacerlo por mí mismo".

Aunque se le dé cada vez más visibilidad a la salud mental, los pacientes confiesan sentirse solos por la incomprensión. Manifiestan que solo saben ponerse en sus zapatos quienes han pasado por lo mismo. Sin embargo, que la enfermedad no aparezca en una radiografía no significa que no duela. No son payasos tristes, son personas con un gran problema de salud a los que su entorno, y por extensión el resto del mundo, sigue invisibilizando.

"Cuando estás metido en la enfermedad, no puedes parar. El objetivo es mostrar que la adicción puede afectar a cualquiera, e intentar que la gente se encuentre menos sola. Quería que el público en general vea lo difícil que es dejarlo y que deje de juzgar a los adictos, porque es duro, muy duro". Matthew Perry en la ABC de Estados Unidos.