Un delito de asesinato y dos de amenazas. Por el primero, máximo 18 años internado; por cada uno de los segundos, un año más. En total, dos décadas encerrado en un psiquiátrico. Es el acuerdo al que han llegado la partes en el caso del joven que mató a cuchilladas a su padre en un portal en Murcia. El crimen ocurrió en verano de 2020 y la semana que viene llega a juicio. Está previsto que la vista comience el martes en la Ciudad de la Justicia de Murcia.

Sobre las ocho menos cinco de la mañana, la esposa del finado llamaba a Emergencias para alertar de que su marido, hermano del entonces consejero de Salud de la Región, yacía muerto en el portal del inmueble, una vivienda ubicada en la calle Infanta Cristina de la capital murciana. Al lugar se movilizaba una ambulancia, cuyos sanitarios solo podían certificar el óbito. Asimismo, se desplazaron agentes de la Policía Nacional, Cuerpo competente para asumir la investigación. Al sospechoso se le detuvo en Hellín.

Él se 'autodiagnosticó' un trastorno de estrés postraumático debido al desapego con la figura paterna y al acoso escolar

De hecho, el chico telefoneó al 112 para decir que creía que había matado a su progenitor, pero que no estaba seguro, explicaron entonces fuentes policiales. La llamada se produjo desde la zona del pantano del Talave, en la provincia de Albacete, donde el sospechoso había conducido en su propio coche tras el crimen

Apunta la Fiscalía que "en esencia, el acusado padece un severo cuadro de enfermedad mental, con un diagnóstico complejo que se sitúa entre la esquizofrenia paranoide, el trastorno esquizoafectivo, el trastorno de personalidad y, en progresión de todo lo anterior, un síndrome de Transformación Persistente de la Personalidad tras enfermedad psiquiátrica. Tal cuadro debutó con los primeros síntomas a los 11 años, continuó después en la adolescencia y en la edad adulta y está caracterizado, además de por los síntomas generales de la enfermedad, por la aparición de crisis nocturnas, entre la despersonalización, la angustia y lo psicótico, por la nula conciencia de enfermedad y por una clínica delirante con ideas de referencia y perjuicio, con rasgos esquizoides y narcisistas por la no aceptación de las limitaciones de la enfermedad".

"Como consecuencia de ello rechazaba de modo frontal y absoluto las terapias farmacológicas y de apoyo psicológico de toda índole que le sugerían los médicos que le han tratado y, cuando realizaba alguna de ellas porque le parecía novedosa, atractiva o esperanzadora, terminaba abandonándola porque no le daba los resultados que esperaba. El acusado estaba persuadido de que sus padres y hermana, médicos los tres, influían y predisponían a los profesionales que le trataban, y se interponían en la terapia que, en su opinión, le venía bien, para que no pudiera ser feliz", indica el Ministerio Público.

Llegó a pensar que sus padres y hermana, se interponían en la terapia

"Así, con los años, se desarrolló un intensísimo delirio de perjuicio, principalmente hacia su padre, al que, como se ha dicho, hacía responsable de no mejorar de su enfermedad. Tal delirio se hacía extensivo a los profesionales que le trataban a quienes acusaba de “traicionarle”, por hablar con su padre “a sus espaldas” y, en menor medida, hacia su madre y hermana", manifiesta la Fiscalía. 

Añade que el joven "por su propia cuenta, se había autodiagnosticado de un trastorno de estrés postraumático debido al desapego con la figura paterna y a determinados episodios de bullying que había padecido en la infancia".

"Tales padecimientos alteraban de forma muy grave su percepción de la realidad y su capacidad para valorar las consecuencias de sus actos, por lo que, en lo tocante a estos hechos concretos, se estima que sus capacidades de raciocinio y voluntad están anuladas", se lee en la calificación fiscal.

Y es que el chico sufre un trastorno mental con sintomatología psicótica desde su infancia, por lo que no es responsable de sus actos.