Judicial

Un septuagenario agrede sexualmente a una mujer con esclerosis múltiple en Murcia

La víctima logró huir, avisó a su novio y éste encerró en la vivienda al sujeto, que ahora ha sido condenado a tres años y nueve meses de cárcel

Manifestación contra todas las violencias machistas. ANDRÉS GUTIÉRREZ

Manifestación contra todas las violencias machistas. ANDRÉS GUTIÉRREZ

Ana Lucas

Ana Lucas

Un septuagenario ha sido condenado a tres años y nueve meses de prisión por agredir sexualmente en Murcia a una mujer de 35 años que sufría esclerosis múltiple, trastorno límite de la personalidad y problemas de visión. Los hechos acontecieron hace un lustro, cuando el individuo tenía 77 años de edad (ahora tiene 82). Según se lee en el relato de hechos probados de la sentencia de la Audiencia Provincial, ratificada ahora por el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), el sujeto vio a su víctima desde la calle: ella estaba en una ventana junto a sus dos gatos. Los animales fueron la excusa para dirigirse a ella: le dijo que eran muy bonitos, al igual que su dueña, y que bajase, que la invitaba a tomar un café. La víctima así lo hizo y ambos se fueron a un salón de juegos cercano.

Dos días después de este suceso, el septuagenario estaba en el mismo establecimiento cuando entró por la puerta la víctima. Cuando ella se fue, él la siguió hasta el portal y la instó a que le permitiese ver su casa. La mujer accedió. Dentro del domicilio, tuvo lugar la agresión sexual.

Arrinconada en la cocina

Tal y como consta en la resolución judicial, «la arrinconó en la cocina, contra la pared existente entre la encimera y el fregadero, zona esa de una superficie muy reducida». La agarró del brazo, le impidió salir y, con la otra mano, comenzó a realizarle tocamientos por debajo del vestido, en las nalgas y en la vagina, «a pesar de los ruegos de la mujer para que dejase de hacer eso». La víctima logró zafarse, salió corriendo y fue a pedir auxilio a la cafetería, donde estaba la misma camarera que, un rato antes, la había visto con el sujeto.

Desde el local, la mujer llamó a su novio, el cual fue corriendo al domicilio, encontró al agresor sexual todavía ahí dentro, lo encerró y alertó a la Policía Local de Murcia. Horas después, la víctima formalizó la denuncia en la Comisaría de San Andrés, del Cuerpo Nacional de Policía, en la capital de la Región.

Especialmente vulnerable

El tribunal considera que la agredida es una víctima especialmente vulnerable debido a las dolencias que padece. Además de condenar al individuo a la pena de cárcel, le impone una orden de alejamiento de la mujer: no podrá acercarse a menos de 500 metros de ella durante una década. Asimismo, tendrá que indemnizarla con 7.000 euros por los daños morales causados.

La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune caracterizada por daño o destrucción de la mielina (la capa que recubre las fibras nerviosas) produciendo problemas de comunicación entre las neuronas. El 100% de los pacientes desarrollarán síntomas visuales (sobre todo, disminución de visión); hasta el 95%, síntomas motores y/o sensitivos (alteraciones del equilibrio, pérdida de sensibilidad o fuerza en las extremidades…), hasta el 85% experimentarán síntomas que afectan a la actividad cerebral (temblores, ataxia,) y hasta el 68% y el 45% desarrollarán problemas con los esfínteres y cognitivos, respectivamente. Hay otros síntomas no relacionados específicamente con una lesión de la mielina, como la fatiga, depresión o alteraciones del sueño. Por esa razón, el 75% de los pacientes con esclerosis múltiple tienen algún tipo de discapacidad reconocida.

El individuo recurrió la sentencia y alegó que, con la ley de hace un lustro en la mano (antes de la reforma del ‘solo sí es sí’), los hechos constituyen un delito de abuso, no de agresión sexual. También pidió que se aplicase la atenuante de dilaciones indebidas, ya que había pasado mucho tiempo desde que se produjo el delito hasta que salió el juicio. 

El TSJ rechaza su recurso, confirma la condena y destaca que el individuo se aprovechó de la debilidad de una mujer a quien, según contó la camarera del local, había que ayudarla hasta a mover la cucharilla del café para diluir el azúcar en el mismo.