Judicial

Antonio, casi tres años en prisión por un crimen que no cometió: "No maté a mis padres, se me eligió como culpable"

El jurado estableció que el pequeño de los Pérez Coll no es el autor del doble asesinato de Sangonera: "Al salir de la cárcel, me vi tirado como un perro, pasé una semana durmiendo al raso, en los parques, ¡incluso me fumigaron!"

Antonio Pérez Coll (d), junto a su abogado, Juan José Castaño, en Belluga este viernes.

Antonio Pérez Coll (d), junto a su abogado, Juan José Castaño, en Belluga este viernes. / Juan Carlos Caval

Ana Lucas

Ana Lucas

«Nada más salir de prisión, me quedé sentado en la puerta unas tres horas, esperando que fueran a recogerme, y no fui capaz de pensar nada: un cúmulo de sentimientos entremezclados que no había forma de expresarlo». Así se expresa Antonio Pérez Coll, el hombre que fue acusado de matar a cuchilladas a sus padres en Sangonera en octubre de hace tres años. El que el jurado popular lo declaró inocente y la posterior sentencia absolutoria de la Audiencia Provincial aludió a «déficits en la investigación». 

«Vacío y soledad». Es lo que experimentó este hombre, al que la acusación le costó su matrimonio. «La propia Justicia me ha arruinado la vida», considera, y rememora que, antes de ser señalado por el doble crimen, «yo estaba bien posicionado, con mi familia política, y me veo tirado como un perro, sin poder levantar cabeza, sin una puerta que se abra y pensando qué será de mí mañana».

Antonio estuvo «una semana durmiendo en los parques», donde «¡hasta me fumigaron!», recuerda. «Cojo el primer sueño y, sobre las cinco de la mañana, veo que había un hombre haciendo su trabajo, con la manguera fumigando», comenta.

Hubo quien le tendió la mano. «He conocido en la calle una persona que me ha brindado su casa, aunque se la he rechazado, me sacó una manta y me ha dado de cenar tres noches», indica, para añadir que «todavía queda gente buena». El hombre subraya que «nada más cometerse el homicidio, en el momento en que se descubre, apuntan hacia por mí», algo que se debió a que «preguntaron a mis dos hermanos». Desde su punto de vista, «se eligió a un culpable, a mí, y después se me intenta involucrar». Al respecto, su abogado, Juan José Castaño, interviene para precisar que «es cierto que había unos indicios y el Ministerio Público entendió que eran suficientes para sostener una acusación».

Su abogado, Juan José Castaño, ve "muy difícil" que el hombre sea indemnizado tras estar casi tres años en la cárcel

El letrado cree que «es muy difícil» que su cliente sea indemnizado tras estar casi tres años en la cárcel. «Es residual las veces que se indemniza», admite.

Lo que le pasó a este hombre, coinciden el propio Antonio y su abogado, es que estuvo «estigmatizado por su propia familia por su condición sexual». Su difunto padre, Pedro, era un hombre muy conservador, al igual que sus dos hermanos mayores, uno de los cuales «trabaja para el Ejército», mientras que el otro es miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. «Mi madre un poco más prudente», comenta.

«He sido rechazado por ellos desde siempre», afirma Antonio, que deja claro que «no me gusta estar mirando hacia atrás ni removiendo», aunque no descarta que a su adicción a las drogas influyese el ambiente que tenía que soportar en su casa. Y es que «estaba en el coche, cogía mi medio pollo y, por no llegar a casa de mis padres, era volver y cogerme otro», reconoce. 

«Sentado en la mesa comiendo sentí vergüenza ajena por parte de ellos, por todos», destaca. Criticado por ser gay, «te creas una coraza tan sumamente grande que impides que lo bueno se acerque a ti; y, lo bueno que tienes para dar, no puedes sacarlo», hace hincapié. Este hombre tuvo su sexualidad «suprimida y anulada durante muchos, muchos años», hasta que «salí del armario con 24 años». Le duele lo de sus hermanos: «Yo sabía que no me querían; pero lo que vi en el juzgado...», lamenta.

"Quiero ir al cementerio"

A la pregunta de si se le pasa por la cabeza volver a Sangonera, el pueblo donde lo ha pasado tan mal, Antonio Pérez Coll explica que «quiero ir al cementerio», aunque el problema es que bajo ningún concepto desea cruzarse con sus hermanos: «Con ellos, cero», sentencia. No les desea nada mal ni habla mal de ellos, aunque no olvida que fueron ellos quienes le señalaron a él y dijeron a los investigadores que había matado a sus padres. Hasta teme «que me acerque yo a ellos, me líen un pollo, me denuncien y vuelvan a meterme en prisión». 

Antonio vive ahora «en la casa de la huerta de un amigo» y manifiesta que «el futuro lo veo un poco negro». «Mi fuerte es el transporte», comenta, aunque «para trabajar necesito renovar carnés que caducan a los cinco años». También ha trabajado en soldadura. «A la empresa que me contrate le darían ayudas», puntualiza. Con serenidad, afirma que «después de haber perdido toda esperanza y por mucho que el mundo se haya puesto en mi contra, la verdad solo tiene un camino y empiezo a ver cómo se hace Justicia».

Por su parte, su letrado recuerda que, antes de hacerse él cargo del caso, Antonio tuvo «cinco abogados, que querían que llegase a una conformidad», a lo que él decía: «¿A qué conformidad voy a llegar, si no he hecho nada?»

Juan José Castaño, cuando lo visitó en la cárcel, logró « apaciguarlo y darle una esperanza». «Alguien confió en él y dijo: ‘yo creo en tu verdad y vamos a demostrarla’».

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