Un investigador de la Guardia Civil que declaraba este martes en el juicio que se sigue contra Antonio P.C., acusado de acabar con la vida de sus padres a cuchilladas en su casa de Sangonera hace tres años, admitió que no se hallaron en la casa del matrimonio asesinado pruebas de que los mató su hijo. Las posibles pruebas, apuntó otra de las investigadoras que testificaron, las habría borrado la deflagración que se produjo. 

Según comentó el agente, Pedro y M.ª Trinidad “recibieron las heridas mortales en el dormitorio, en la cama”. “Por lo que yo recuerdo de las posiciones de los cadáveres, el hombre fue agredido tumbado en la cama y estaba medio envuelto en las sábanas y en ropa interior; ella sí que podía haber estado en algún momento de pie”, testificó el agente.

A su juicio, si uno o más asaltantes hubiesen accedido a la vivienda con intención de robar, “yo no veo a esas personas con una capacidad de enfrentarse a los autores físicamente”. “Son dos personas mayores, vulnerables”, manifestó, para detallar que no era difícil reducirlos, especialmente si lo hacía una persona conocida.

Rememoró que en la casa había “botellas de butano en varias ubicaciones” y reconoció que los daños “posiblemente sí” eliminaron evidencias, como huellas, dado que “ahí hubo una deflagración, calor, un desprendimiento”.

No obstante, evidencia física de que Antonio cometió esos hechos “como tal no la hubo”, dijo, a preguntas del abogado defensor del procesado.

Para detener a Antonio y a su entonces esposo, Santiago, en Caudete, “hay una persona que informa de que se encontraban en la vivienda esa, posiblemente una persona relacionada con la pareja”.

“Los indicios, todo lo que empezamos a obtener, nos conducían a Antonio”, insistió el investigador. A Antonio, que siempre ha insistido en su inocencia, se le juzga por el doble crimen, con el agravante de parentesco, y por un delito de daños, con el agravante de reincidencia. La Fiscalía pide para él tres décadas entre rejas.

"Muchísima sangre" en el cuarto

A la cuestión de si se había visto en la zona a “un señor vestido de negro, con capucha, que andaba mal”, como afirmaron algunos vecinos, el investigador subrayó que en todas las investigaciones de un crimen “barajamos todas las hipótesis, pero hay algunas que son falsas”.

A continuación, declaró otra investigadora que también acudió a la vivienda, y halló “cristales en el suelo, porque también se habían roto ventanas” tras la explosión. “Estaba todo muy lleno de humo, había humo por toda la casa; mis compañeros que realizaron la inspección ocular no fueron capaces de encontrar ADN ni huellas por el humo”.

“Había varias gotas de lo que parecía ser sangre” camino al dormitorio, donde “estaba el cuerpo de la mujer encima de la cama, en la parte trasera, y una gran cantidad de sangre; Pedro estaba en el suelo, y había muchísima sangre en esa habitación. Todo parece indicar que fue encima de la cama donde se produjo”. 

“Mis compañeros encontraron dinero en la cama”, rememoró. El dinero estaba “en sitios que, si una persona entra a robar, es donde entra a mirar”. Además, “la puerta de la vivienda no estaba forzada”, indicó la agente. "Creo que no fue alguien que entró simplemente a robar", subrayó.