Atracos a punta de pistola y de cuchillo en comercios. Delincuentes que estrellan un coche contra el cristal de un estanco para robar en su interior. Empleados de gasolinera que se ven intimidados al ver cómo un individuo les apunta con un arma para llevarse la recaudación de la caja. Señoras que pasean al perro y son tiradas al suelo por un sujeto que les arranca el bolso. La oleada de delitos violentos que está teniendo como escenario la Región de Murcia preocupa a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. 

Distintos agentes que trabajan en la comunidad explican que la necesidad económica y el ‘mono’ de la droga estarían detrás de los atracos más improvisados en negocios, en los que el ladrón suele ser desorganizado, mientras que bandas organizadas serían responsables de los golpes más profesionales, como los que se producen en las estaciones de servicio. Estas bandas, muchas de ellas itinerantes, suelen emplear vehículos robados, de los cuales se deshacen tras el asalto.  

La Policía Nacional de Cartagena arrestaba esta semana a dos personas, un hombre y una mujer vecinos de Almonte, que presuntamente estarían detrás de algunos de los asaltos a comercios vividos en la ciudad en las últimas semanas. Aunque no de todos.

Un criminólogo, un policía, un abogado y un psicólogo analizan para LA OPINIÓN qué hay tras el incremento de asaltos violentos en la Región en lo que va de año. 

«El hecho de que exista el robo en las tiendas es casi tan antiguo como lo es el comienzo de la compra y la venta, algo que durante estas fechas se ve incrementado, por un lado por la situación económica que estamos pasando y por otro porque los meses de noviembre, diciembre y enero suelen ser estadísticamente cuando los amigos de lo ajeno aumentan su trabajo», indica el policía local de Cartagena y criminólogo Víctor J. Navarro.

El agente Víctor J. Navarro. L.O.

«Desde el antiguo Egipto, cuando el robo era castigado con la pena de muerte, pasando por costumbres orientales que aplicaban el corte de manos o falanges como castigo, en la actualidad puede llegar a aplicarse pena de prisión en situaciones en las que el autor ejerza violencia o intimidación o fuerza en las cosas, en el caso del Código Penal español», recuerda el también profesor de Criminología en la Uned.

Subraya que «los ladrones basan su actuación según una teoría abordada por el autor John Eck, profesor de justicia criminal de la Universidad de Cincinnati (Estados Unidos), quien vincula la aparición de un delito con tres elementos claves: La oportunidad, la necesidad y la ausencia de vigilante».

"El robo es expresión de un malestar en tu interior, es un modo de reclamar vivir de otro modo en comunidad", opina el psicólogo Francisco Coll

A juicio del policía, «la cultura preventiva debe de estar por encima de todo, para poner todos los impedimentos posibles a los amigos de lo ajeno, y que se lo piensen dos veces antes de cometer un acto ilícito». En este sentido, comenta que «una cadena de supermercados en Estados Unidos contrató a un equipo de criminólogos para que tomaran medidas que redujesen el número de robos y atracos».

Entre esas medidas, aplicables también a comercios murcianos, destacan la de «eliminar la publicidad y cristales tintados de las ventanas, para que desde el exterior se pueda observar lo que ocurre en la tienda; modificar la ubicación de la caja, para que pueda ser observada desde la calle; ofrecer descuentos a colectivos como taxistas y cuerpos de seguridad, para que frecuenten el establecimiento, y entrenar a los empleados para que sepan actuar en caso de atraco», detalla.

Eduardo Serrano Mayoral, criminólogo. L.O.

Por su parte, el criminólogo murciano Eduardo Serrano Mayoral considera que «la población delincuente va percibiendo una sensación de impunidad, y se prueba a cometer delitos empleando medios más intimidatorios o coercitivos, como la violencia, armas…». En su opinión, «no es más que una ponderación» , dado que «la balanza coste-beneficio tiende a inclinarse hacia ellos». 

«Un ejemplo de ello es el incremento de los delitos de atentado contra miembros de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad», destaca el criminólogo murciano, a lo que añade que «hace años era impensable que estos hechos sucedieran con la periodicidad que lo hacen en los últimos tiempos, muy probablemente porque el posible castigo disuadía al actor».

Serrano Mayoral apunta que «quizá otro factor a considerar sería la imagen idealizada que se transmite sobre la delincuencia a través de la cultura: música, series, cine... Tradicionalmente han creado un concepto de gánster que, lejos de parecer reprobable, se presenta como una especie de Robin Hood que se las apaña como puede; en ocasiones, elevado a un nivel moral y romántico que recuerda a aquella Cosa Nostra, temida y respetada, proyectando una imagen externa de organización formal y con unos valores aparentemente aceptables muy arraigados», manifiesta el experto.

"La cultura ha romantizado la imagen del gánster, que se presenta como una especie de Robin Hood"

En este sentido, el criminólogo dice que «sería interesante derribar algunos mitos, sobre todo entre la juventud, que se impregna del entorno que le rodea. Es el mantra de siempre: Invertir en educación y seguridad para no tener que invertir (tanto) en prisiones».

El coronavirus influye

Por otro lado, el abogado José Manuel Hernández Benavente comenta que «desde el inicio de la pandemia, los abogados hemos notado un aumento de los robos con fuerza en nuestra Región. Yo entiendo que la situación de crisis económica con despidos, ERES, ERTES, el cierre de comercios... son elementos a tener en cuenta como detonantes de dicho aumento». 

José Manuel Hernández Benavente, en su despacho de Murcia. L.O.

«En concreto, en el despacho hemos visto aumentar los casos de robo en casa habitada y establecimiento abierto al público», detalla el letrado, que deja claro que «aquí no podemos hablar de hurtos famélicos o por estado de necesidad, que también han aumentado en este periodo, pues en los hurtos famélicos no se usa por el ladrón ni fuerza en las cosas ni violencia o intimidación en las personas». 

Hernández Benavente concreta que «en el 90% de los casos, cuando hablamos de comercio o casa habitada, el reo se vale de violencia para reducir o amedrentar a la víctima, de un arma o instrumento peligroso, o de la rotura de una puerta o ventana, para perpetrar el delito».

Francisco Coll, psicólogo. L.O.

Si alguien es víctima de un asalto violento, y la Policía coge al sospechoso, la víctima, mediante su abogado, tratará de que «que se le apliquen agravantes, como la reincidencia (tendrá que pedir la remisión de la hoja de antecedentes penales) o como el abuso de confianza o disfraz en la comisión del delito». «Y también pedir, en concepto de responsabilidad civil, que se cubran los daños producidos tanto personales (lesiones) como materiales. En caso de que se paguen los daños, el letrado de la defensa podrá aplicar una reducción de la pena como atenuante de resarcimiento del daño», precisa.

"La delincuencia es un camino de búsqueda"

Francisco Coll Espinosa, psicólogo clínico del Centro de Salud Mental de Molina de Segura y miembro del Colegio Oficial de Psicología de la Región, pone el acento en que la oleada de robos que está viviendo la comunidad murciana «es una expresión, no solo de la pobreza, que también, sino de una vivencia generalizada de desesperanza».

«Vivimos en una sociedad muy crispada, que hace que la gente más vulnerable sienta unas necesidades, de las que no hay que culpar solamente a la persona que está en conflicto», opina este especialista. 

«El robo también es expresión de un malestar, de una dificultad para sentirte bien en tu interior, en cómo se encuentra alguien reconocido en el espacio comunitario; es un modo de reclamar vivir de otro modo y la expresión del malestar propio, y esto hay que leerlo, interpretarlo», remarca el psicólogo. «Estamos todos muy cansados de la política del voto y de la confrontación en ausencia de una política de los valores sociales», considera Coll, que cree que en la sociedad actual, «personalista, individualizada», lo que ha pasado es que «la confrontación ha ocupado el lugar de la reflexión». El psicólogo considera que «esto sí que puede llevar a personas vulnerables a la necesidad de resolver sus sensaciones excluyentes», a lo que agrega que «la agresividad y la delincuencia son un camino de búsqueda».

Coll subraya que «delito y sufrimiento van de la mano», ya que «en todo acto delictivo nos encontramos con un padecimiento subjetivo: algo en mí no anda bien, necesito poder incorporar algo de otros». En su opinión, «es conveniente alejarse de ver en el acto delictivo un acto meramente satisfactorio», puesto que «cada acto delictivo genera mayor frustración, de ahí la compulsión a la repetición».