Opinión | Noticias del Antropoceno

Votar no es todo, pero ya es mucho

Este año, un gran número de países está convocado a elecciones. La democracia no es solo elecciones, pero las elecciones forman parte esencial del sistema político nacido a partir de las dos revoluciones liberales del siglo XVIII: la estadounidense y la francesa. De ellas surgió la democracia moderna, con las masas de ciudadanos asumiendo el papel de árbitro para determinar quién ejerce el poder. 

En los países plenamente democráticos, como España, nos hemos acostumbrado a la alternancia de poder entre diferentes partidos, pero no se puede negar que el hecho de asumir o perder todo el poder y el presupuesto de un Estado moderno es un acontecimiento dramático se mire por donde se mire.

De hecho, asumiendo lo que nos enseña la historia de la naturaleza humana, resulta sorprendente cuando menos que una persona o un grupo que detenta todo el poder en un territorio lo ceda sin más a otra persona o grupo de personas, que frecuentemente son enemigos políticos declarados y también personales. Solo hay que mirar a la cadena de golpes de Estado militares que, como si una epidemia se tratara, han derribado casi todos los Gobiernos civiles uno tras otro en la franja africana conocida como Sahel.

Por eso es aún más edificante contemplar cómo las elecciones en India, Sudáfrica y México se han celebrado de forma pacífica y libre, con resultados, en los dos primeros casos, sorprendentes. 

India es la mayor democracia del mundo, y parecía destinada a caer en las garras del autoritarismo, con un presidente que se creía al pie de la letra su papel providencial para conducir al inmenso país a un futuro espléndido. Para lo cual no había tenido ningún escrúpulo en azuzar los sentimientos nacionalistas de los hindúes y su odio contra los musulmanes. 

Tanto en India como en Sudáfrica, los resultados no han sido del gusto de los partidos gobernantes, y ambos liderazgos políticos tendrán que pactar con otras formaciones. Por el contrario, en México se han cumplido los pronósticos y el partido Morena mantiene un amplio poder con apoyo renovado. 

Eso pasa con las democracias: unas veces se pierde y otras se gana. Aunque parezca mentira, es un sistema mucho más funcional y estable que el de estar sometido a la voluntad omnímoda de un autócrata, más ocupado en aplastar a la disidencia que en gobernar para todos los ciudadanos.

Suscríbete para seguir leyendo