Opinión | Desde mi picoesquina

Las llaves de la Nakba

Es muy chocante que la crisis con Argentina haya conducido a la retirada de nuestra embajadora en Buenos Aires mientras que el genocidio de Gaza no sea motivo suficiente para hacer lo propio con nuestra embajadora en Tel Aviv

Una mujer palestina de 102 años fotografiada en Hebrón (Cisjordania) con la llave de su antigua casa, 2013.

Una mujer palestina de 102 años fotografiada en Hebrón (Cisjordania) con la llave de su antigua casa, 2013. / Wikimedia Commons

Ante el dramático y criminal genocidio que se está perpetrando en Gaza, conviene recordar algunos hechos históricos.

La Palestina integrante del Imperio Otomano albergaba a finales del siglo XIX una población musulmana mayoritaria, siendo los judíos, emigrados desde varios países europeos, solo el 5%. Al terminar la I Guerra Mundial, el Imperio Otomano, aliado de Alemania, perdió la guerra y, consecuentemente, sus posesiones, quedando el territorio de Palestina bajo mandato británico. Previamente, en 1917, Lord Balfour, ministro de Exteriores británico, había prometido al sionismo internacional la creación de un ‘hogar nacional judío’ en ese territorio.

Terminada la II Guerra Mundial, el 29 de noviembre de 1947, y con el voto favorable de EE UU y la URSS, las Naciones Unidas (ONU), con su resolución 181-II, aprobaron un Plan de Partición que creaba un nuevo país llamado Israel en zonas habitadas por los árabes, a quienes se reservaban Cisjordania, Gaza y otros territorios. A pesar de suponer apenas un tercio del total de la población palestina, los judíos recibían el 56% del territorio, mientras que el resto de habitantes —de mayoría musulmana— tenía que conformarse con el 43%.

Esa partición de Palestina y la posterior proclamación del Estado de Israel es conocida como la ‘Nakba’ (desastre, catástrofe, en árabe), cuyo 76 aniversario hemos recordado estos días. Las protestas causaron la destrucción y despoblación de localidades, repobladas luego por judíos, la muerte de unas 13.000 personas, y el exilio de cerca de 800.000 palestinos

Sus descendientes actuales son casi 6 millones, establecidos en campos de refugiados de Cisjordania, Gaza, Líbano, Jordania, Egipto…

Tras las guerras de 1948, la de los Seis días en 1967 y la del Yom Kipur de 1973, el año 1987 marcó el comienzo de las Intifadas, protestas palestinas motivadas por la continuación de la ocupación sistemática del territorio por parte de Israel y el asentamiento de colonos, el establecimiento de severos puestos de control (checkpoints), la construcción de un muro de separación de Israel de Cisjordania, la explotación de mano de obra palestina… y muertes: según algunas fuentes, incluso de ONG israelíes, desde diciembre de 1987 hasta septiembre del 2023 habían muerto 13.400 personas, de las cuales 11.658 eran palestinas y 1.742 israelíes.

Israel oculta sistemáticamente estos precedentes, escudándose en un falso antisemitismo y en la actividad terrorista de Hamás en la Franja de Gaza, obviando, interesadamente, que esa organización fue una ‘creación’ de los servicios secretos judíos para debilitar el Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina en manos de Al Fatah.

Pero lo que tampoco dice el Gobierno sionista que hoy masacra a la población palestina es que el nacimiento del Estado de Israel tiene un precedente bañado en sangre: el 22 de julio de 1946, el grupo sionista Irgún (dirigido por Menájem Beguín) atentó contra el Hotel King David de Jerusalén, sede de la Comandancia militar del Mandato británico de Palestina y de la División de Investigación criminal, causando 92 muertos, 18 de los cuales eran judíos. Y dos años después, en la noche del 9 de abril de 1948, 132 paramilitares pertenecientes también al Irgún asaltaron la aldea árabe de Deir Yassin, a 5 kilómetros de Jerusalén, asesinando entre 107 y 120 aldeanos.

Hoy, a 76 años de aquella Nakba, parece claro que Israel pretende eliminar y desplazar al desierto a la población palestina de Gaza, doblegar a la de Cisjordania y seguir violando, con la permisividad cómplice de Occidente, las resoluciones de organismos internacionales. Israel está enfrascado en una política racista y criminal, pues, desde octubre, ha asesinado a más de 35.000 personas palestinas, entre ellas, 16.000 niños y niñas, destruido barrios enteros, hospitales, centros escolares y las universidades de la zona… El régimen israelí es claramente nazisionista.

La sociedad civil de todo el mundo, sobre todo la juventud, ha reaccionado. Las protestas estudiantiles en nuestro país han conseguido que la CRUE (Conferencia de Rectores de las universidades españolas) haya decidido romper relaciones con centros de investigación israelíes que no trabajen por la paz, aunque para el estudiantado esto sigue siendo insuficiente. Exigen, entre otras cosas, la ruptura total. Como exigen al Gobierno que no siga aplicando una doble vara de medir respecto de la crisis ucraniana y palestina y que, además de reconocer al Estado palestino, rompa relaciones diplomáticas con el Estado de Israel.

Estudiantes de la UMU piden al Rectorado suspensión acuerdos con Israel.

Estudiantes de la UMU piden al Rectorado suspensión acuerdos con Israel. / Diego Jiménez

En mi opinión, es muy chocante que la crisis con Argentina haya conducido a la retirada de nuestra embajadora en Buenos Aires mientras que el genocidio de Gaza no sea motivo suficiente para hacer lo propio con nuestra embajadora en Tel Aviv. Como lamentable y criticable es que se mantenga el comercio de armas con ese gobierno sionista. Me pregunto también qué posición va a adoptar nuestro Gobierno tras la petición del fiscal del Tribunal Penal Internacional de detener a Netanyahu (aunque también a los dirigentes de Hamás), por crímenes de guerra.

Mientras todo esto ocurre, el castigado pueblo palestino mantiene la esperanza de que la situación pueda revertirse: como hicieran algunos judíos expulsados de España en marzo de 1492 por los Reyes Católicos, muchos ancianos y ancianas de Palestina guardan las llaves de sus casas tras aquella Nakba de 1948.

Suscríbete para seguir leyendo