La Opinión de Murcia

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ESCARABAJAL, DIONISIO

Noticias del Antropoceno

Dionisio Escarabajal

Geoingeniería planetaria

Hace muchos años leí un libro sobre innovación y extraje de él un par de ideas que me han acompañado siempre en mi camino de emprendedor: que lo único que no cambia es el cambio, y que hay que innovar pero poco. Dos ideas fundamentales que perviven durante tanto tiempo en tu mente son una rica cosecha de mejoramiento personal y profesional. Lo del cambio no hay que explicárselo a nadie que haya trabajado las cuatro últimas décadas en el ecosistema de la comunicación comercial. Como si de una película futurista se tratara hemos pasado de los tipos de imprenta hasta la fotocomposición instantánea que no precisa de parar las rotativas para modificar lo que se está imprimiendo.

En cuanto a la innovación, he leído hace poco un estudio que analizaba rigurosamente las patentes mundiales de mayor éxito comercial. Y resultaba que no eran las más disruptivas sino las que aportan una ventaja significativa sobre la tecnología preexistente pero sin revolucionar totalmente el proceso o la herramienta. Ni Google inventó los motores de búsqueda, ni Apple inventó los teléfonos inteligentes, ni Microsoft creó nada significativo desde cero, ni Zuckerberg inventó las redes sociales. Y hablamos de las compañías punteras en tecnología e innovación.

El sistema operativo que puso las bases de la fortuna de Microsoft, fue comprado a un desarrollador externo por una cantidad irrisoria, para a continuación llegar a un acuerdo con IBM para licenciarlo por una módica cantidad por unidad vendida. Esa módica cantidad permitió a su vez a Microsoft a crear Windows, copiando casi punto por punto el sistema operativo de Apple, que a su vez era una interpretación de lo que Jobs y Wozniak habían visto en una visita guiada al laboratorio de innovación de Rank Xerox, en Palo Alto. Después del éxito de Windows, Bill Gates se pudo permitir comprar o copiar los programas que hasta hoy en día constituyen la columna vertebral de su negocio: la suite Office.

De toda esta historia se deduce que juzgar la viabilidad de un proyecto emprendedor de innovación tecnológica es harto complicado, especialmente para los que la determinan desde la perspectiva de las administraciones públicas. A veces una copia creativa es mejor que un invento aparentemente epatante y respecto a una innovación real, será más viable cuanto más progresiva y menos disruptiva.

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