Opinión | El blog del funcionario

Portmán sí tiene quien le escriba

La ‘mejor tierra del mundo’ tiene motivos más que suficientes para sentirse orgullosa, pero también tenemos nuestro lado oscuro, y, por desgracia, muchos han optado, como los críos pequeños, por taparse los ojos y decir: «no estoy»

Actual línea de costa en la bahía de Portmán, que separa el mar de la laguna interior.

Actual línea de costa en la bahía de Portmán, que separa el mar de la laguna interior. / Iván Urquízar / LMU

La lucha por curar una herida que dura ya casi cuatro décadas sigue gracias a asociaciones (personas comprometidas) como Portmán Vivo, y es que la bahía de Portmán no es una cicatriz en nuestra memoria, sino una herida que sigue abierta y sangrando.

Una parte de la costa de la Región de Murcia sigue siendo un ejemplo de lo que es capaz de hacer el ser humano por autodestruirse, y es que el trozo de tierra y mar que va desde Cartagena hasta el Mar Menor debería ser declarada Zona de Especial Recuperación, y convertirla en una especie de centro de interpretación al aire libre.

Mientras nosotros somos capaces de asaltar la Gran Vía de Murcia, para recibir dos millones y medio de juguetes de plástico que terminarán contaminando aún más nuestros mares y nuestras vidas (convirtiéndonos en auténticas marionetas y símbolos de la humillación), por fortuna para Portmán hay gente dispuesta a seguir escribiéndole cartas a una bahía que sigue esperando, como Penélope, a que llegue su tren.

La ‘mejor tierra del mundo’ tiene motivos más que suficientes para sentirse orgullosa, pero también tenemos nuestro lado oscuro, y, por desgracia, muchos han optado, como los críos pequeños, por taparse los ojos y decir: «no estoy».

Pero el problema, sí, está ahí, más ‘vivo’ que nunca. Por eso, seguir encontrando mujeres y hombres de todas las edades poniendo su rúbrica para curar las heridas que le hemos infligido a la tierra es siempre una bocanada de oxígeno, una brisa de la que debería hablarse en los institutos de esta Región.

Cuando veo que en las llamadas ‘guardias’, cuando un profesor que no ha ido a trabajar (por el motivo que sea) y la administración no cubre su baja, esa hora es utilizada para contar los minutos, en el mejor de los casos, y no es utilizada para que hablemos de nuestros problemas como murcianos y murcianas, de concienciar y conocer nuestros graves errores, de nuestra profunda insolidaridad y la manía que tenemos aquí de disfrazarnos de sardineros, de moros y cristianos, de huertanos y huertanas, en definitiva, de seguir escondiendo nuestras heridas bajo las alfombras, siento un profundo vacío, y es cuando más echo en falta a nuestras Administraciones públicas.

Estoy seguro de que si nuestros hijos e hijas dedicaran, no un día, sino una jornada lectiva, de las muchas que pierden, en acercarse, o en acercarles nuestras heridas en la costa murciana, no solo nos iría mucho mejor, sino que estaríamos sembrando para que no volvamos a cometer los mismos errores. Es la única forma de no seguir acuchillando nuestro medio ambiente.

Me gustaría que no solo Portmán Vivo siguiera escribiéndole cartas a la bahía, sino que la Universidad, como institución, empezara a salir de la endogamia y el letargo en el que está sumida. Una institución que hasta es incapaz de pronunciarse oficialmente sobre el genocidio de Gaza difícilmente se pronunciará sobre el continuo atentado medioambiental que sufre una parte importante de nuestra Costa Cálida, y si alguien se pronuncia, casi siempre es porque se ha pagado, y muy bien, el informe, que algunas veces es para decir que la herida sigue abierta, y la mayoría para certificar que está cicatrizada, o peor aún, que la culpa la tenemos nosotros por tirar de la cadena.

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