Opinión | Noticias del Antropoceno
Unidos por el TikTok
Agradezco al destino, las virtudes que me hayan podido adornar a lo largo de mi vida. Seguro que ninguna de ellas coincide con la habilidad manual y actitud mental suficiente para dotar de eficacia a las labores de bricolaje y reparación caseras.
Afortunadamente cuento para solucionar esta deficiencia vital con mi amigo Antonio Gil, recomendado a su vez por Antonio, mi vecino, que no solamente es un prodigio profesional dedicado a reformas grandes o pequeñas, sino una excelente persona digna de conocer y tratar. Con él pasé todo un día, dese el alba hasta la puesta del sol, en el que dio buena cuenta de diversos arreglos y mejoras en la casa que compré y estoy pagando a duras penas en la urbanización Isla del Fraile situada del municipio de Águilas.
Con ese motivo, Antonio, al que considero un amigo, y yo, pasamos muchas horas juntos hablando de todo los asuntos humanos y divinos.
Pues bien, aparte del fervor por la familia y el gusto por las casas y cosas bien hechas, me sorprendió que coincidiéramos en algo tan poco probable a priori como la red social de elección para ambos, que resultó ser TikTok. De hecho, es la única red que soporto e incluso disfruto, al igual que le sucede a Antonio. Ambos confesamos sin tapujos que a veces nos dan las tantas enganchados a los contenidos que el algoritmo de la red en cuestión nos presenta. La conclusión no puede ser otra que la agilidad que tiene TikTok en determinar lo que nos gusta o lo que no nos gusta, pues no otra explicación tiene que que en la sección «Para ti» la plataforma nos vaya orientando a cada uno hacia lo que más le interesa, que no es lo mismo, como era previsible. Y es que se acabaron los tiempos en que las redes sociales eran un espacio para interactuar con las publicaciones de tus amigos o referentes, para pasar a ser un espectáculo con audiencias bastante pasivas (como mucho unos likes o algún comentario) para entretenerse, informarse y adquirir conocimientos útiles sobre tus ámbitos de interés.
Así las cosas, no es de extrañar que los congresistas americanos estén debatiendo estos días sobre la posibilidad de prohibir TikTok en Estados Unidos o seguir permitiendo su expansión con la condición de que su propietario, ByteDance, acepte venderlo a inversores de aquel país, cosa cuando menos sorprendente porque la red social en cuestión cuenta ya con una participación mayoritaria (casi el 60%) de ciudadanos o empresas estadounidenses entre sus accionistas. Y no es de extrañar porque la experiencia compartida con Antonio, mi amigo reformista, me confirma que nadie entiende mejor los gustos de la gente que los programadoras del TikTok.
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