Opinión | Noticias del Antropoceno

El copiloto de Microsoft y el futuro de la IA

Ahora que se habla tanto de resiliencia, Microsoft es un ejemplo perfecto de dicha virtud corporativa. Bill Gates, su fundador a medias con su colega de instituto Steve Wozniak, estuvieron en los mismos orígenes de la revolución de la informática personal, asumiendo desde una posición de estudiantes implicados la complicada tarea de programar un software ad hoc para la gestión lectiva e, inmediatamente posterior, la más dificultosa de obtener un lenguaje operativo de computadora desde el que pudieran correr las diversas aplicaciones que se iban incorporando al acervo.

Agallas no les faltaron a los dos socios fundadores, especialmente a Bill Gates. Cuando IBM les retó a presentar un sistema operativo funcional en un plazo récord con la intención de implantarlo en cada una de sus máquinas, los de Seattle no dudaron en buscar algo ya programado para comprarlo y ofrecerlo a IBM. La jugada les salió redonda y allí comenzó a ediicarse la fortuna de la que el único custodio hasta nuestros días es el propio Bill Gates.

Tampoco tuvo mayor problema en apropiarse del entorno visual que había creado el laboratorio de Rank Xeros en Palo Alto. En una visita organizada para desarrolladores externos a Xerox, en la que partició también un imberbe Steve Jobs, los ingenieros de Xerox mostraro con mucha candidez y toneladas de ingenuidad, lo que sería el futuro del interface entre usuario y computador personal. Allí les mostraron las ventanas interactivas, que se abrían y cerraban mediante clicks de un puntero que se manejaban con un aparatito parecido a un ‘mouse’. Nada de líneas de códigos en pantalla. Todo eran iconos y gestos intutitivos para interactuar con ellos.

A partir de aquella visita, Apple y Microsoft continuaron con su relación simbiótica de puertas para afuera, pero de puertas para dentro se pusieron a desarrollar su propia versión del interface que habían visto en Palo Alto, que desembocaron respectivamente en los Macintosh y el sistema operativo Windows. Y, a partir de ahí, una lucha sin cuartel entre las dos compañías que lideraron la industria informática, y aún lo hacen, hasta nuestros días. Hace poco, Microsoft ha ampliado a toda su oferta de aplicaciones el concepto de copilot, que dota de inteligencia artificial a su tradicional interface. Es un salto cualitativo y cuantitativo cuyos frutos se recogerán en breve. Esta vez se han comprado la tecnología invirtiendo en OpenAI. Ya no tienen que robarla.

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