La Feliz Gobernación

Enredar a Pedro Saura

Pedro Saura, presidente de Correos.

Pedro Saura, presidente de Correos. / L.O.

Ángel Montiel

Ángel Montiel

En los primeros instantes del estallido del caso, los periodistas preguntan a José Luis Ábalos si Koldo era su mano derecha, y tras algún titubeo, el exministro declara: «Mi mano derecha era el secretario de Estado». Es decir, el murciano Pedro Saura. Pero ocurre que a veces la mano derecha no sabe qué hace la izquierda. 

El ministerio de Ábalos era la zona cero de la trama, pero Saura, número dos del staff, no está ni se le espera. El juez instructor solo lo cita una vez por una conversación de terceros en la que ve indicios de que podría tener el propósito de contratar en Correos a un hermano de Koldo, Joseba, una vez que éstos detectan anticipadamente, dice el auto, que el murciano iba a ser nombrado presidente de esa compañía pública. Pero lo cierto es que esa conversación se produce en la misma fecha en que se hizo público el nombramiento, que no hay constancia de contacto alguno con Saura y que el tal Joseba no ha ingresado en Correos. El murciano no puede ser responsable del propósito que otros expresen acerca de su supuesta voluntad.

Por otro lado, el PP pide la comparecencia de Saura para que explique los motivos por los que la compañía que ahora dirige emitió un sello postal en homenaje al Zamora Club de Fútbol, cuyo presidente, Víctor de Adama, está siendo investigado por el presunto cobro de comisiones en el caso Koldo. Difícilmente podría justificar una decisión que se produjo mucho antes de que accediera a su actual cargo, para el que fue requerido el pasado 28 de diciembre. En pura lógica, el PP debería convocar a su antecesor en el cargo.

Ni consta más allá de conversaciones ajenas que Saura tuviera intención de colocar en Correos a un hermano de Koldo ni podría dar testimonio de la emisión del sello relativo al equipo de fútbol de Zamora, una decisión que se produjo antes de que fuera designado para presidir la empresa postal estatal. 

El intento de implicar a Saura son ganas de enredar, más inexplicable cuando tanta tela hay que cortar en otras instancias con mayor evidencia. Lo relevante en lo que toca al murciano es que, habiendo estado en la cúpula del ministerio sobre el que pivota la trama, no sea perceptible acción directa o indirecta alguna en relación a los hechos imputables.  

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