Erre que erre (rock 'n' roll)

Feos

Si bien es certero concretar el deber de ser cautos antes de juzgar a nadie por su cara o su mirada, ya te digo yo que en el caso de los manipuladores que se rieron de la sanidad de un país sumiso en una crisis vital no se admite prejuicio alguno al afirmar que dan auténtico pavor

José Luis Ábalos y Koldo García

José Luis Ábalos y Koldo García / Manuel Bruque / EFE

Jutxa Ródenas

Jutxa Ródenas

Así como el rostro refleja un estado de ánimo, convencida estoy que también lo hace con la sinvergonzonería. Ya lo dijo Lola Flores: «el brillo de los ojos no se opera»... En los anuncios de marcas de lujo las modelos no sonríen; dicen los expertos en marketing que cada sonrisa baja un 3% el precio del producto que publicitan y, por tanto, el beneficio de la venta. Realmente no pretenden formar parte de nuestro día a día, sino de un momento extraordinario. El contrapunto a mi historia es que esas modelos que nos venden fastuosidad tienen la cualidad de poseer una belleza extrema. Tal es su atractivo que hasta pasarían por buena gente en una concurrencia de actitudes.

Leo que son 355 millones de euros los pertenecientes a fraudes cometidos durante los meses de pandemia: algunos judicializados, otros sorprendentemente archivados, el resto, en proceso. Y permítanme decirles que ningún asesor, amigo, hermano, chanchulleros directos de Ábalos, Ayusos, Calviños o Illas tienen una cara amable. Lo del hijo de la Abascal ya va en gustos, por muy feo que nazca uno, siempre tiene arreglo. Y si la convalecencia a esa cirugía estética la pasa en un yate bautizado ‘Feria’ y comprado, además, con una comisión de 971.210 euros (que se agenció tras comercializar mezquinamente con la venta de guantes, mascarillas y test), añadido al moreno que se pega en la proa de un barco, es como que te da guapura. De la breve y transitoria, la irreal y efímera, pero te la da.

Es cuánto menos impactante el hecho de que otorguemos más importancia a las sensaciones que tenemos contemplando un rostro que a la experiencia. Si bien es certero concretar el deber de ser cautos antes de juzgar a nadie por su cara o su mirada, ya te digo yo que en el caso de estos manipuladores, que se rieron de la sanidad de un país sumiso en una crisis vital, no se admite prejuicio alguno al afirmar que dan auténtico pavor.

Aunque suene a pasado lejano, quienes estuvimos en primera línea de fuego, durante nueve meses y 22 días, en un país aterrado, no olvidamos que en muchos turnos laborales no tuvimos acceso a determinados insumos importantísimos porque unos cuantos rateros los convirtieron en artículos de absoluto lujo.

Pacientes con cáncer, patologías cardíacas o respiratorias, entre muchas otras, experimentaron la dificultad y el miedo de no poder acceder a ese material con el que mercadeaban sin pudor piratas de la talla de Koldos y Tomases. Desalmados que, valiéndose de las influencias, se rieron de todos estos enfermos y de los sanitarios, a los que dejaron desprovistos de herramientas con las que ayudar.

En un mundo utópico, alguien bueno debería ser, por justicia, también bello y verdadero. Muchos son los que pensarán que bastante tienen los menos agraciados con serlo, como para que además yo hoy quiera colocarles el San Benito de la maldad, para nada es así. Pero permítanme esta licencia a modo de insulto, como velo que cubre lo que realmente me gustaría expresar. Este ataque gratuito a la fisiognomía inexistente, puesto que existe moral, lo hago porque otros calificativos, los que realmente merecen, no los contemplaría el Código Penal.

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