Salud y Rock 'n' roll

Estamos vivos

La patria en la que creo es esta, la de la gente que es capaz de dar su vida por los demás, o la solidaridad de la sociedad que se une en comunidad para ayudar al prójimo

Un bombero se acerca a rescatar a dos residentes del edificio en llamas en Campanar, Valencia.

Un bombero se acerca a rescatar a dos residentes del edificio en llamas en Campanar, Valencia. / Levante / Germán Caballero

Belen Unzurrunzaga

Belen Unzurrunzaga

Tiene que ocurrir una tragedia para que valoremos la importancia de los servicios públicos, las fuerzas y cuerpos de seguridad el Estado, los servicios de emergencia, protección civil, bomberos, bomberos forestales, guardia civil, UME... Ante las tragedias que hemos vivido en nuestro país, los incendios de Guadalajara o Galicia, el volcán de la Palma, a todos se nos llena la boca de lo valientes y héroes que son. La prueba, una vez más, el terrible incendio ocurrido en Valencia el pasado jueves por la tarde.

Lo triste es que la experiencia y el paso del tiempo nos ha demostrado hasta hoy que todo se diluye, se olvida y volvemos a no entender qué debemos cuidarles, mejorar sus condiciones laborales, dotarles de equipos que les protejan, que tengan las herramientas de trabajo adecuadas. Valorar la labor que desarrollan cada día jugándose la vida, aplicando sus conocimientos y profesionalidad para salvar la nuestra. La patria en la que creo es esta, la de la gente que es capaz de dar su vida por los demás, o la solidaridad de la sociedad que se une en comunidad para ayudar al prójimo.

Se me encoge el corazón al ver las imágenes de los bomberos que han ayudado a salvar la vida de dos personas que quedaron atrapadas en el edificio en llamas. Sus palabras ante los medios tras haber sido rescatados al día siguiente: «Estamos vivos, que es lo que importa». Los bomberos, sentados en las aceras, exhaustos tras horas de trabajo sofocando el fuego, jugándose la vida, buscando supervivientes, ayudando a ancianos, familias enteras con niños, personas con discapacidad y movilidad reducida. 138 viviendas afectadas, dos edificios envueltos en llamas, la vida entera de más de 400 personas. Dan igual los enseres y lo material, pienso en sus vidas, sus recuerdos, el valor sentimental de objetos de los que ya no están, los momentos vividos y construidos en su hogar, los proyectos de vida, todo ha desaparecido en cuestión de horas ante sus ojos.

10 personas han fallecido, 10 familias han perdido a sus familiares de la peor manera imaginable. Una familia con su bebé de dos semanas y su hijo de dos años han fallecido encerrados en un baño. Un matrimonio mayor con su mascota. Es insoportable la magnitud de esta tragedia.

El otro lado de lo sucedido, las personas que han sobrevivido, la solidaridad de la gente desde la propia ciudad de Valencia y sus administraciones, colectivo de taxistas, asociaciones de vecinos, personas anónimas donando ropa, juguetes, mantas y productos de aseo personal. Toda su vida se reduce a la ropa con la que han salido de un verdadero infierno y nada más, piénselo. A raíz de lo ocurrido, me acordaba del volcán de la Palma y como las personas tuvieron 15 minutos para recoger lo básico para salir de sus casas, teniendo la esperanza de poder volver, si la colada no arrasaba su hogar. En la tragedia de Valencia, tuvieron escasos minutos para salvar sus vidas.

Y si hay algo realmente bonito de todo este horror, es el sentido de comunidad y, en especial, cómo todos los supervivientes hablan de Julián, el portero del edificio que fue puerta por puerta empezando por las personas mayores para ayudarles a salir. Como después llamó por teléfono a sus vecinos para preguntarles si estaban a salvo. En la vida te das cuenta de que en el día a día, lo que importa en esta sociedad individualista en la que vivimos es la comunidad y la solidaridad entre nosotros. Preocuparnos de los que nos rodean, preocuparnos de nuestros vecinos, esa es la verdadera fuerza que tenemos como sociedad. También muchos de los afectados por este incendio son personas migrantes de otros países que han venido a nuestro país en busca de una vida mejor y de repente lo han perdido todo. De la sociedad y administraciones públicas depende que no abandonemos a los afectados por esta tragedia, igual que a los que nos protegen y velan por nosotros. Solo espero que, de una vez por todas, nuestros gobernantes autonómicos y nacionales cuiden y protejan a los que nos cuidan y protegen. Gracias a ellos están vivos.

Mi más sincero pésame a las familias que han perdido a sus seres queridos en esta terrible tragedia de Valencia. Mi cariño y afecto para todos los afectados, administración local y autonómica, por la rapidez de actuación, los equipos de bomberos, psicólogos, protección civil, Cruz Roja, periodistas, asociaciones de vecinos, ciudadanos anónimos y empresas que están volcados con los afectados por esta terrible tragedia, sois el país en el que creo.

De por qué sucedió un incendio de estas características, sus causas, posibles culpables y consecuencias ahora no toca, pero tocará.

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