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‘...acussatio manifesta’

El voto útil a la derecha ha dado al PP la mayoría absoluta y ha hecho que Vox ni entre en el Parlamento. ¿Puede el PP volver a los tiempos de Aznar y Rajoy, cuando recogía todo el voto de la derecha?

Alberto Núñez Feijóo

Alberto Núñez Feijóo / Eduardo Parra / Europa Press

Joan Tapia

Las elecciones autonómicas son autonómicas, pero también tienen lectura política. En Alemania, tras las de cualquier länder se analizan las consecuencias para las próximas federales. Y hoy aquí todavía más, porque las elecciones de julio dieron un casi empate entre dos bloques, y luego Sánchez logró la investidura con una coalición muy heteróclita, que genera dudas sobre su sostenibilidad.

Cuando Pilar Alegría afirma que Sánchez sigue siendo presidente y Feijóo líder de la oposición, dice una obviedad, pero cuando añade que «no cambia nada» entra en terreno movedizo, porque en la política, como en la vida, las expectativas cuentan. Y mucho. Más revelador es que Sánchez diga, cuando hoy en política todo cambia con gran rapidez, que tiene mucho tiempo porque la legislatura dura hasta 2027. Me recuerda aquello de «excusatio non petita, accusatio manifesta».

Seamos serios. Que en Galicia el PP repita mayoría absoluta con 40 diputados y el PSOE se haya visto reducido a nueve, el mínimo en su historia, es un resultado autonómico, pero tiene una lectura más general, aunque no haya habido transferencia de votos socialistas al PP. A Feijóo, tras ganar las generales, no lograr ser investido por falta total de aliados y asistir impotente a la investidura de Sánchez, se le había ido poniendo cara de perdedor. ¿Sería un Pablo Casado bis? Ahora el resultado gallego le refuerza. Pese a los errores y los muchos nervios ha ganado y el nuevo presidente gallego es un político de su cuerda (no una Ayuso). Su imagen cambia, vuelve a ser un ganador. Y tendrá más autoridad ante la sociedad y su propio partido. No es poco, porque daba la sensación de que estaba acotado por la llamada M-30: Isabel Ayuso, la prensa derechona de la capital y el mundo judicial conservador.

Y es muy relevante que Vox -que da continuas muestras de desorientación- haya tenido solo un 2% de los votos y no haya entrado en el Parlamento gallego. Cuando Aznar y Rajoy gobernaron, con o sin mayoría absoluta, tenían dentro todo el electorado de derechas y podían pactar con partidos nacionalistas, incluso con el «odiado» Arzalluz. No fue el caso de Casado ni de Feijóo, pero este dice ahora «concentre usted el voto en el PP, frenaremos al independentismo y reduciremos a la irrelevancia absoluta al sanchismo, es el mensaje de Galicia». Quitemos el exceso de propaganda, y tiene razón. La fórmula para que el PP pueda volver a gobernar, y a pactar, es que en España Vox pinte casi tan poco como en Galicia.

Y Sánchez arrastra el gran peso de la fragilidad del pacto de su investidura. Porque Puigdemont es Puigdemont, y solo actúa pensando en las próximas elecciones catalanas (y en las previas europeas). También porque Podemos tiene cuatro escaños que están en guerra con Yolanda Díaz, y porque Yolanda -que como se ha visto es poco más que fachada- tiene que atacar al PSOE (lo que debilita al Gobierno) para afirmarse y plantar cara a Podemos. Y el resultado gallego del PSOE y Sumar, como mínimo, no va a dar vitaminas a la frágil coalición de Sánchez. ¿Votará Puigdemont la amnistía cuando el obús del juez García-Castellón ya ha dejado claro que a él, de inmediato, no le beneficiará? ¿Votará luego los presupuestos? ¿Cómo resistiría Sánchez las europeas sin mayoría, sin presupuestos y con un partido desmoralizado?

Y esta es la otra mala derivada de Sánchez. Gracias a su olfato al convocar las generales tras su fracaso en las autonómicas de mayo -y al error de Feijóo pactando con Vox en plena campaña- ha sobrevivido y aún es presidente. Pero Ximo Puig, que subió votos en las autonómicas, es embajador en la OCDE. Decir que Diana Morant tendrá un liderazgo más fuerte desde un ministerio de Madrid hace reír. Y cómo se crean liderazgos territoriales sólidos desde la oposición, cuando se han tenido que retirar Fernández Vara en Extremadura y Lambán en Aragón. 

Hoy el PSOE solo manda en Asturias, Navarra y Castilla-La Mancha. Y la pregunta que empieza a hacerse (García-Page) es si es sostenible una política que hace que Sánchez siga en la Moncloa -cada día más condicionado- y que los Puig, Fernández Vara y Lambán sean desterrados. ¿La solución es que sean relevados por políticos no surgidos del territorio, sino escogidos por la Moncloa?

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