El blog del funcionario

Un tercio estudiando, un tercio trabajando, un tercio jubilado

Es cierto que la esperanza de vida sigue creciendo, pero ha llegado la hora de preguntarnos si todos estos años que nos están regalando la investigación y la ciencia habría que empezar a compaginarlos con calidad de vida

Guti y García

Guti y García

Miguel H. Valverde

Miguel H. Valverde

Si la jornada diaria algunos la dividen en 8 horas de sueño, 8 horas de trabajo y 8 horas de ocio, gracias principalmente a la medicina, y un poco a la buena alimentación, la media en España de esperanza de vida se sitúa ya entre las más altas del mundo, con una media que roza los 83 años, más de 85 en las mujeres, lo que nos sitúa cada día más en la tesis de poder dividir la vida de un ser humano en nuestro país en tres grandes ciclos: Hasta cerca de los 30 preparándose y buscando su primer empleo, otros 30 años cotizando a la seguridad social y/o compaginándolos algunos con la privada, y algunos ya comienzan a llegar a tener 30 años cobrando su justa y cotizada jubilación.

Pero me temo que ahora volverán a salir los grandes ‘jodeores’ de la vida diciendo que con estos datos nos vamos a la quiebra, que el sistema público se convierte en insostenible y que habrá que hacer importantes ajustes en el modelo. Hay que trabajar más y cobrar menos, llegó a decir el expresidente de los empresarios españoles y que, por cierto, terminó en la cárcel (José María Cuevas).

La vida laboral, gracias a la esperanza de vida, tendrá que subir paulatinamente por lo menos hasta los 70 años reales de jubilación, será lo primero que dirán, para, renglón seguido, proponer que los periodos de cotización tengan que ascender hasta los cuarenta años como mínimo para tener acceso al 100%, y como saben que eso es bastante difícil, ya tienen preparada la trampa: los planes de pensiones privados son la solución, dirán, y es que ya son muchas voces las que apuestan por aumentar el binomio cotización pública con planes privados.

Pero aquí no terminarán todos los consejos que nos darán los asesores con diez másteres y profesores en las más importantes universidades del mundo, y que al final resulta como siempre, que descubres que están ‘apadrinados’ por los de siempre y terminan defendiendo intereses partidistas, y es que en la enseñanza privada, subvencionada por dinero público, y en la sanidad privada concertada, con sus seguros privados como compañeros de viaje, nos dirán que esto es el futuro, y todo ello en nombre de la libertad, y es que todo lo que no sea desmantelar el sistema público se dirá que es volver a comunismo puro y duro, y que algunos siguen tratándonos como si fuéramos alumnos de Primaria y que todavía se nos puede asustar con el coco o con el tío del saco.

Los jóvenes cada vez tienen que vivir más tiempo con sus padres, por culpa de una residual política de vivienda pública. Si a esto le sumas unos trabajos precarios y parciales, que siguen siendo un ancla que apenas pueden levantar, y millones de personas, mayores de cincuenta años, viéndose arrasadas por la Inteligencia Artificial, el resultado final puede ser muy cruel para cientos de miles de personas.

Es cierto que la esperanza de vida sigue creciendo, pero ha llegado la hora de preguntarnos si todos estos años que nos están regalando la investigación y la ciencia habría que empezar a compaginarlos con calidad de vida, y es que aún son muchas personas (principalmente mujeres) las que tienen que luchar con trabajos penosos, como el cuidado de mayores, o profesiones donde el desgaste físico es brutal. Vivir más tiempo está muy bien, pero vivir con calidad debería ser nuestro objetivo; no olvidemos que algunos estudios (Pompeu Fabra) cifran en cerca de diez años la diferencia de calidad de vida entre unas profesiones y otras, y es que ya empezamos a ver jubilados de primera, de segunda y, lamentablemente, de tercera.

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