Crónica desde
Crónica desde Estambul: Postureo policial con cochazos decomisados
Los agentes exhiben y posan en las calles con los vehículos de alta gama incautados a delincuentes. Las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina, en marzo
Adriá Rocha Cutiller
No solo la policía italiana viaja en coches de lujo, Lamborghini en ese caso. También en Turquía, en Estambul. La madre, nerviosa, pide permiso: «¿Le importaría que tomemos una foto? A mis hijos les encanta, ¡y qué coche más bonito!». La policía asiente, le dice que no se preocupe, que es un gusto. Enfrente, sus dos hijos posan ante un coche de lujo blanco, de la marca Bentley. La policía les sonríe mientras se aparta: este coche es, desde hace pocas semanas, su coche patrulla.
Ella es de las pocas policías de Estambul que ha tenido esa suerte. «Claro que les tenemos todos un poco de envidia. Solo unas pocas unidades han tenido esa suerte, y hay otros compañeros por la zona también», dice un policía.
«Un poco más abajo, ante el Bósforo, está el Ferrari. Ahí, ante la mezquita de Sultanahmet, tenemos el Mercedes. En la orilla asiática de la ciudad está el Audi. Y aquí [en la puerta de Santa Sofía] tenemos el Bentley. Este pertenecía a los Komançero», continúa el hombre.
Las marcas de todos los nuevos coches patrulla de lujo son variadas, pero todos estos vehículos tienen algo en común: todos, sin excepción, han sido decomisados a supuestas mafias de tráfico de drogas y blanqueo de capitales.
Desde mayo, cuando el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, renovó su mandato presidencial, el nuevo ministro del Interior turco, Ali Yerlikaya, ha erigido como bandera propia su lucha contra el narcotráfico, en contraposición con el anterior ministro, Süleyman Soylu, al cual la oposición turca acusaba de cohabitación y entendimiento con la mafia. Turquía, por su posición geográfica, es un punto de paso vital en el tráfico de la heroína desde Asia -Afganistán y Pakistán, donde está el mayor número de cultivos de opio del mundo- hacia Europa.
Posando para fotos
Así que Estambul, estos días de invierno, vive una explosión de patrullas de lujo, cuyo trabajo no es patrullar, sino posar ante lugares emblemáticos de la ciudad para que turistas extranjeros y turcos puedan sacarse fotos.
El Bentley ante Santa Sofía pertenecía a Hakan Ayik, el líder de la mafia internacional Komançero, que fue detenido en noviembre en Estambul. Está acusado de asesinato, robo, blanqueo de capitales y, por supuesto, tráfico internacional de estupefacientes.
«Como resultado de las exitosas operaciones llevadas a cabo por nuestro Departamento de Policía, hemos incautado 23 vehículos de lujo. Tras una decisión judicial, estos vehículos fueron entregados a la policía. ¡A partir de ahora estos coches estarán a disposición de nuestra policía y al servicio de nuestra nación!», dijo Yerlikaya a finales de diciembre, cuando anunció el inicio de servicio de las nuevas patrullas.
Los turistas van pasando, y todos los que se acercan a la zona, al ver la multitud, quieren participar en la fiesta: las fotos siguen, y la policía que conduce el vehículo muestra todas sus prestaciones: ahora se aparta, ahora enseña el interior del vehículo, aprieta un botón para encender los calentadores del sillón, abre el techo. «¿Y hasta cuándo estaréis por aquí?», pregunta un turista curioso.
«La verdad es que no lo sabemos, no nos han confirmado nada. De momento nos han dado este coche para patrullar, pero puede que en unos meses lo retiren», contesta la agente. El hombre asiente, y se va habiendo entendido lo que la policía le ha querido decir pero no le ha dicho.
El próximo 31 de marzo, Turquía celebrará unas elecciones locales que serán cruciales para el futuro del país y para consolidar el poder de Erdogan. El presidente ganó las elecciones presidenciales la primavera de 2023, pero no controla las alcaldías de las dos grandes ciudades del país, Estambul y Ankara, que le fueron arrebatadas a su partido en 2018.
Recuperar las dos metrópolis, para Erdogan, sería conseguir el control definitivo de todo el sistema político del país. Así que el Gobierno turco, estos primeros meses de año, se ha puesto manos a la obra. La semana pasada, por todo lo alto, con bombo y platillo, el primer astronauta turco llegó a la Estación Espacial Internacional (EEI). De vuelta en el planeta Tierra, Ferraris, Audis, Bentleys, Teslas y Rolls Royce patrullan las calles turísticas de Estambul. Mientras estén, las redes sociales seguirán ardiendo con sus imágenes.
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