Crónicas de TitiriMurcia

Malestar animal

Antonio López

Antonio López

Se han dado cuenta la cantidad de productos que pone en su envase «bienestar animal»? Qué cinismo, efectivamente, los animales están muy molestos, no les gusta nada que los maten de una puñalada en el cuello, los electrocuten o les den un martillazo en la cabeza antes de despellejarlos, descuartizarlos y devorarlos.

El uso que ha hecho el hombre de los animales desde el principio de los tiempos es terrible, pasamos de correr delante de los bichos para no ser devorados a perseguir todo lo que se movía para comérnoslo.

La explotación a la que hemos sometido a cualquier especie es absolutamente inmoral, cuando utilizábamos a los animales como fuerza de trabajo los llevábamos hasta la extenuación y cuando no podían más el matadero era su destino final, la muerte como gratitud por toda una vida de esfuerzo y sufrimiento.

Aprendimos a vestirnos con sus pieles desollándolos cruelmente para protegernos del frío, aunque parezca increíble, todavía existen, en pleno siglo XXI, granjas de pequeños seres como visones y martas, donde se crían para ser desollados y convertidos en abrigos, Yoko Ono siempre fue muy aficionada a coleccionarlos, en una ocasión compró doce en unos almacenes de Nueva York, ¿sorprendente verdad?

La caza fue una de las primeras actividades que realizó el hombre, necesitaba alimentarse y decidió comer animales en lugar de repollos prehistóricos, probablemente fue la decisión que nos convirtió en carnívoros como tantos otros depredadores de aquel tiempo. Hoy seguimos cazando pero ahora lo hacemos por placer, nadie necesita cazar para sobrevivir pero en muchos casos conservamos el instinto primigenio del gusto por matar animales, conozco muy bien la sensación y puedo asegurar que quitar una vida simplemente por experimentar una sensación de bienestar es uno de los actos más corruptos y nauseabundos que se pueden cometer.

Tanto la caza como el consumo de carne, de pieles y cualquier caso de explotación animal lo hemos convertido en un negocio, un gran negocio para muchos, miles de hectáreas de nuestros campos han sido cercadas para convertir las fincas en criaderos de animales salvajes en los que son abatidos por los ricos cazadores que pueden pagar los elevados precios que cuesta pegarle un tiro a un ciervo, un jabalí o una pequeña perdiz, animales semi-domésticos generados para tal fin.

Con los toros sucede algo parecido, el toro bravo destinado a la lidia en una plaza procede de un animal extinguido hace más de un milenio, llamado “uro”, según las crónicas este animal salvaje se cazaba en Hispania en la época de Julio César, la evolución y la manipulación genética durante siglos convirtió a los últimos ejemplares de esta especie en el toro que hoy torean los toreros y sin esta utilidad probablemente no existiría, lo cual no justifica de ningún modo la exhibición pública de su muerte tras la tortura previa de ser atravesado por las banderillas, agujereado por la puya del picador y estoqueado por la espada del matador, para el disfrute de un público que paga por entrar a una plaza para ver un espectáculo cuya estética se encuentra demasiado próxima a la de los circos del Imperio Romano.

Les invito a visitar un matadero de animales, estoy seguro que cambiaría su forma de entender la vida, yo lo hice hace años y desde luego transformó muchas de mis convicciones y comportamientos hasta aquel momento.

¿Cómo podemos comernos un cordero o un cerdito arrebatado a su madre para ser degollado?, ¿usted come conejos?, ¿se ha fijado bien en su mirada y su ternura antes de hacerlo trozos y echarlo a una paella?

Infelizmente seguimos sacrificando las vidas de todas las criaturas que se cruzan en nuestro camino, en algunos casos los motivos han cambiado pero la muerte y el sufrimiento son los mismos. Hágase vegetariano, adopte un gato o un perro y comprobará que no somos tan distintos de los animales, sienten, aman y sufren como nosotros, le aseguro que será mucho más feliz y nunca volverá a estar solo.

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