Puestos a pedir

Sigo escuchando a Moustaki. Es lo que tiene que ciertas canciones te hayan marcado en la juventud. Una de las que no me han abandonado es aquella en que declara «el estado de felicidad permanente». Algo que ya había proclamado en nuestro país, por cierto, aunque como aspiración, la Constitución de Cádiz en 1812, en su artículo 13. Una declaración necesaria para el bardo con pinta de «meteco, judío errante y pastor griego» porque en su opinión «el sufrimiento es sacrílego cuando hay para todos rosas y pan blanco». Cómo no estar de acuerdo con un principio tan básico y humanitario después de toparse con cifras tan desestabilizadoras como las que ofrece, por ejemplo, Oxfam. Esas que indican que hay en el mundo 2.640 multimillonarios poseedores de casi más de la mitad de la riqueza mundial mientras gran parte de la población vive con menos de 10.000 dólares al año. O con lo peor de todo: que esta desigualdad económica está fuera de control. Puestos a pedirles algo a los reyes de Oriente esta noche, por qué no sugerirles que medien para que se acabe con este estado de iniquidad permanente, y si tienen a bien, que procuren que no falten ni rosas ni pan blanco en ninguna casa. Ni hoy ni ningún día del año.

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